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Reportaje:

Escocia: el petróleo no se devuelve

Juan Cruz

El milagro que desean los escoceses tendría que basarse en la existencia del petróleo y del gas del mar del Norte, y en la disposición que tuviera el Gobierno de Londres para deshacerse de esa impresionante fuente de riqueza. Pero el Gobierno de Londres dice que el petróleo «no se devuelve». En el proyecto de Iey descentralizadora preparado por los laboristas, ni Escocia ni el País de Gales adquieren poderes para controlar sus asuntos económicos, que siguen dependiendo del Parlamento de Westminster. El petróleo del mar del Norte seguirá siendo «del Reino Unido», mientras los nacionalistas de Escocia no consigan la independencia que antes reclamaban desde puntos de vista históricos y sentimentales, y que ahora exigen con argumentos económicos en la mano.

Remedio para una vieja enfermedad

No les faltan datos para creer que en el futuro próximo el petróleo será la solución de la «vieja enfermedad» económica del Reino Unido. El mar del Norte produce ahora terca de 400.000 barriles al día, lo que equivale a veintisiete millones de toneladas al año.El crudo que ahora se obtiene en el mar escocés, procede de los siete yacimientos que ya están en producción, y que son la consecuencia de las exploraciones que se hicieron a principios de la pasada década, cuando Gran Bretaña llegó a creer que la balanza comercial podía equilibrarse simplemente vendiendo los discos de los «Beatles». Ahora es cuando el Reino Unido se va a equilibrar comercialmente. Los efectos beneficiosos que sobre la economía del país está teniendo el mar, cuyo control reclaman los nacionalistas, se notaron especialmente en febrero de este año, cuando el descenso en la importación de petróleo colocó la balanza de pagos en números positivos: no están acostumbrados los ingleses a contar 31 millones de libras a su favor en su comercio con el resto del mundo.

En 1980 la perspectiva será aún mejor. Entonces el Reino Unido será autosuficiente en materia energética. Su balanza de pagos podría verse engrosada con unos 10.000 millones de libras, 6.000 de los cuales corresponderían a la exportación de petróleo y el resto a la exportación de gas natural. Si los precios se mantienen en los niveles actuales, la venta del petróleo colocaría en un 5,5 % más el producto nacional bruto de los británicos a mediados de la década inmediata.

Efectos económicos y políticos

El efecto que sobre la presente situación económica británica tendría la presencia de esa riqueza es muy considerable, porque en 1985 el Reino Unido tiene que saldar toda su deuda exterior, porque ahora es especialmente notoria, después de los préstamos concedidos por el Fondo Monetario Internacional. La importancia política del petróleo del mar del Norte no se reduce, por otra parte, a las reivindicaciones de los nacionalistas de Escocia, sino que afecta a la propia supervivencia del laborismo en el poder. En sus contactos con líderes extranjeros y con el propio ciudadano, James Callaghan, el primer ministro, no cesa de referirse a las perspectivas de salvación económica que tiene la Gran Bretaña de la recesión gracias a la presencia del petróleo. Como gancho electoral, las épocas de bonanza en la balanza comercial que se acaban de iniciar ahora son muy importantes para el Partido Laborista, que no quiere dejar el poder mientras los efectos del petróleo del mar del Norte no le permitan afrontar una nueva elección general con un «milagro económico» a sus espaldas.

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Producción

En la actualidad el Gobierno británico ha concedido licencias de explotación en un área de 88.000 kilómetros cuadrados en el mar del Norte. La superficie total designada por el Reino Unido para la explotación de los yacimientos petrolíferos es de 579.000 kilómetros cuadrados. En 1967 había 627 pozos en exploración y 278 en período de extracción. Desde que comenzaron las exploraciones, en 1964 hasta finales de 1975, se habían desembolsado 3.600 millones de libras en trabajos de estudio y exploración propiamente dicha. Los británicos están muy orgullosos del yacimiento Brent, propiedad de Shell-Esso, con una participación estatal en las acciones del 51 %. El primer crudo de ese yacimiento llegó en un petrolero al puerto de Southampton el 17 de diciembre del año pasado. El Brent está situado al nordeste de las islas Shetland, un archipiélago que no sólo apoya las reivindicaciones independentistas escocesas, sino que a veces proclama también sus derechos de autodeterminación. En esa zona se han descubierto ya siete yacimientos petrolíferos comerciales, cuyo potencial hace creer que en 1980 el Reino Unido producirá mucho más que los cien millones de toneladas anuales que necesita para autoabastecerse.Ahora hay en el mar del Norte 133 compañías que actúan a nivel individual o que forman grupos. En calidad de tales han pedido 53 concesiones para explotar cincuenta de los 71 bloques de licencias que el Gobierno acaba de anunciar. Es la quinta ronda de licencias que se otorga desde que comenzaron las exploraciones.

El sistema de explotación está ya más o menos diseñado. Lo que no se sabe es cómo se va a repartir la riqueza. Los cinco millones de escoceses quieren una parte importante de lo que se obtenga del mar del Norte. Los nacionalistas apoyan el proyecto autonomista presentado por el Gobierno porque estiman que en el plazo de cinco años ellos podrían controlar la Asamblea de Edimburgo y, si no consiguen la independencia, al menos podrían manejar la economía, el gasto público y los impuestos. Mientras tanto discuten si los ingresos del petróleo del mar del Norte deben ir en mayor cantidad a Escocia que al resto de Gran Bretaña. Una división radical -50% para los escoceses, 50% para el resto- está fuera de lugar, porque, en primer lugar, una solución de esas características sería vetada por la Comunidad Económica Europea. Lo que podría resolverse es que los escoceses recibieran una novena parte de los ingresos obtenidos gracias al petróleo, de acuerdo con la población que aportan al Reino Unido. Lo cierto es que la presión de la Asamblea que se cree en Edimburgo sobre el Parlamento de Westminster para colmar las aspiraciones de la Escocia de hoy va a ser muy fuerte. Sin duda, el debate de la devolución, que en los pasados dos siglos y medio estuvo teñido de la sangre de la batalla de Culloden, está ahora totalmente empapado del oro negro del mar del Norte. Escocia, una de las regiones más deprimidas del Reino Unido, está ahora inundada de peticiones de empleo, que les envían a sus empresarios habitantes del sur de Inglaterra, que no quieren emigrar ni a Australia ni a Estados Unidos, sino que quieren fundar su casa en Aberdeen.

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