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Dinero, dinero

Sin dinero no se pueden hacer ciertas cosas en la vida, y el deporte no iba a ser una excepción en el tema. Si además se trata del español, tan acostumbrado, como el que más, a buscar en él unas pesetas que solucionen porvenires no resueltos en otros campos, más todavía.Viene a cuento todo esto por tres noticias que se han producido en los últimos días. Por orden cronológico primero fue el plante de nuestros atletas participantes en los pasados Campeonatos de Europa de pista cubierta celebrados en San Sebastián. Si no se les daban 6.000 pesetas más de «fijo» -decían- ni corrían ni saltaban. Se las dieron, claro, porque bastantes líos habían originado ya esos campeonatos. Sin embargo, de haberse enterado Benito Castejón, el delegado nacional, es muy posible que ni hubiesen corrido ni saltado en Anoeta. Al margen de que los atletas deben recibir una compensación por su, dedicación, la realidad es que casi nunca encuentran el límite a su satisfacción, por muy mal planteado que esté en nuestro país ese sistema de compensaciones.

Otro tema es el de los seiscientos millones de pesetas que la DND, tras esfuerzos al más alto nivel, ha conseguido del reparto de 50.000 habido en el Ministerio de Hacienda. Ahora que las quinielas dan cada día menos y sube todo, desde las instalaciones, hasta las dichosas compensaciones -cualquiera lleva ahora las porterías al hombro- suponen un verdadero pleno.

Más de una federación, con tal de tener más presupuesto, se lo recordará a Castejón, aunque mejor sería que muchas de las 52 existentes pensaran en unirse, al menos administrativamente, y no seguir con tanta división, muy individualista a la española, pero inútil y costosa.

Finalmente, felicitar al Real Madrid, porque con el dinero percibido por la acuñación de sus monedas conmemorativas y los derechos del soporífero partido televisado habrá paliado en mucho los gastos originados -por su efemérides, importante en todo, menos en lo estrictamente futbolístico. Se planteó muy fraternal mundialmente, pero resultó todo lo horroroso, en cuánto a calidad, que cabía esperar.

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