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Menos mal que no vino el campeón de Oceanía al LXXV Aniversario

El Real Madrid, con bastante más pena que gloria, venció entre el aburrimiento y el frío al Mouloudia argelino, campeón de África. Era el segundo partido de la primera jornada deportiva de los actos conmemorativos del LXXV aniversario del club blanco y la verdad es que acabó por dar una sensación deplorable, en cuanto a fútbol de calidad se refiere. Realmente no queremos ni pensar qué hubiese sucedido si también a la directiva blanca se le hubiese ocurrido -y uno puede preguntarse por qué no- invitar también al campeón de Oceanía al torneo. El sopor, entonces, habría llegado a límites insospechados.Lo que sí estuvo claro desde el principio es que Artemio Franchi, presidente de la Unión Euro pea de Fútbol, no ha venido a los actos como Joao Havelange y otros invitados especiales. Llamó telefónicamente a la Federación Española para disculparse por su ausencia a causa del trabajo y ad herirse, eso sí, a la celebración. La adhesión parece lo más importante, pues es señal de que «il signore Franchi» ha olvidado ya las duras frases con que el Real Madrid le obsequió la temporada pasada a raíz de ser suspendido con severidad, por el caso del «loco del Bernabéu», en la visita del Bayern. Desde lueg9, el presidente de la UEFA se ha ahorra do pasar frío y presenciar un nivel de fútbol lamentable.

Los argelinos llegaron a Madrid y dijeron sin esperar mucho tiempo que practicaban un fútbol ingenuo. Al menos fueron sinceros. Pues bien, con sólo dos hombres, el capitán Bachi y Benchikh, que saben ordenar juego, y un delantero, Betrouni, que al menos incordia por la banda derecha, se permitieron el lujo en la segunda parte de marcarle un gol al Madrid y dar algún susto que otro al buscar el segundo. Menos mal que no pusieron excesivo interés, pues perder por 2-1 con «el Real», en el mismísimo campo del Bernabéu, debe ser, a estas horas, la sensación deportiva en Argelia.

Naturalmente alguien, o incluso ellos solos se habrán dado cuenta, les dirá al oído que este no es «el Real», que lo han cambiado entre un técnico que no ha renovado el equipo, unos jugadores que no sirven ni para ganar a un equipo de patio de colegio, e ingenuo, y también algunas. otras cosas que no funcionan dentro de la casa blanca. Porque no es normal -es el colmo- que ayer, sin más jugador al que se le dio «la oportunidad» que Sanjosé, los mejores detalles partieran de Velázqúez, un «cerebro» descerebrado en la suplencia. Sus pases fueron de lo único aceptable, junto a una parada magnífica de Miguel Angel en el minuto 71 a tiro de . El guardameta también mostró, una vez más, que el Madrid indigente de ahora se puede dar por muy satisfecho con haber encajado «sólo» 4-2 goles en lo que va de Liga.

En la delantera únicamente Aguilar cumplió con un buen gol y algún que otro peligro aislado. Pero poco podía hacer cuando siguen las ideas perdidas y una defensa modestia, simplemente molesta y marcando de cerca, desbarataba cualquier intento suplementario.

Ojalá sea una equivocación, porque nadie desea pasarse otra hora y media entre aburrimiento y enfado, pero la jornada final de este torneo se preludia muy mal. Para muchos, claro, será un consuelo acercarse mañana por el cine Fuencarral, a las doce de la mañana y ver la «Historia de las Cincó Copas de Europa». Los Di Stéfano, Puskas, Amancio, Zoco, y muchos veteranos más que ayer estaban en las gradas del Bernabéu no tendrán entonces vergüenza ajena.

Es triste que unos actos tan entrañables y con la importancia de un acontecimiento grande, como el LXXV aniversario de un club histórico se vean empañados deportivamente por la presencia de dos equipos tercermundistas del fútbol y de otros dos en horas bajísimas. En efecto, del Madrid ya queda poco que contar, porque cada día es una repetición del anterior, o incluso peor. En cuanto a Argentina no responde ni mucho menos a su papel de participante seguro y anfitrión del próximo mundial. Eso es, al menos, lo que se vio ayer por un césped que ha sido pisado por figuras en otros tiempos y ahora se ve la mayoría de veces pisoteado, sin más.

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