Tres condiciones electorales
Sí SE pretende que las primeras elecciones de la Monarquía sean capaces de revitalizar la vida política española será indispensable que el Gobierno y las fuerzas verdaderamente representativas acuerden previamente cuáles son las condiciones mínimas de autenticidad de cara a esas elecciones. De otro modo, no existiría la credibilidad indispensable en este comienzo de etapa, y una nueva y peligrosa frustración se añadiría a las ya acumuladas en el pasado.Ese acuerdo previo sobre las normas electorales ha sido el centro de las conversaciones entre el Gobierno y los partidos representados en la llamada «comisión de los nueve». Sin embargo, no se conoce- hasta hoy cuál sea el resultado -acuerdo, desacuerdo o simple elusión del problema- de esas conversaciones; tenemos la impresión de que aquí, tanto el Gobierno como los partidos deben, de nuevo, una explicación a la opinión pública.
En la página 9 publicamos un amplio informe sobre el borrador de normas electorales. Se trata de una información no oficial, pero enteramente fiable. En los 99 artículos de la nueva regulación hay algunas normas progresivas, otras equívocas y otras regresivas. Entre estas últimas destaca la eliminación de dos millones de españoles comprendidos entre los dieciocho y veintiún años, que no podrán votar. Timidez o inseguridad que contrasta con la derecha europea, simbolizada por Giscard, que, con mayor imaginación, en junio de 1974, consideró políticamente adultos a los franceses a partir de los dieciocho años.
En España, la posibilidad de votar a los dieciocho años estaría obviamente en razón del cambio de la legislación vigente (concretamente el artículo 320 del Código Civil) en que se establece la mayoría de edad y la capacidad para todos los actos de la vida civil.
Pero hay también normas que revelan una tendencia del Gobierno, en un sentido renovador y genuinamente democrático: el sistema de listas ole partido cerradas y bloqueadas; o el sistema de eliminación de los cómputos a aquellos partidos que en un distrito obtengan menos del dos por ciento de los sufragios.
Con todo, el fondo del problema se centra en las tres condiciones básicas de los próximos comicios. Porque las elecciones carecerán de verdadero valor si no se decide antes
La desaparición del aparato burocrático del Movimiento, No tendría sentido concurrir a una elección que puede ser decidida, en no pocas provincias, por el aparato, prácticamente intacto, del antiguo Partido Unico.
La designación, por mutuo concierto entre el Ejecutivo y los partidos, de las juntas electorales que pueden intervenir los resultados y controlar la pureza de la elección.
La neutralidad de los medios de comunicación dependientes. del Gobierno y en especial de Televisión Española, que tantos ejemplos de parcialidad pueblerina ha ofrecido en los últimos meses.
Si estas condiciones se cumplen, las próximas elecciones podrán marcar el comienzo de una nueva etapa, y la democracia dejará de ser un tedioso ejercicio verbal para convertirse en un principio de realidad. De lo contrario, habrá que conformarse con un mero franquismo reconstituido.
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