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La socialdemocracia mantiene el liderazgo según las últimas encuestas

Si se incluye Groenlandia, Dinamarca sería el país mas grande de Europa. Pero tanto Groenlandia como las islas lejanas -Feroe- no se suelen contar, cuando se habla de este país constituido por la peninsula de Jutlandia, las islas de Fionia y Selandia y un confuso archipiélago. Tierras bajas y pobres, sin recursos naturales, Dinamarca es un país macrocéfalo: la capital, Copenhague -que quiere decir puerto de mercaderes-, constituye un cuarto de los cinco millones de habitantes.

Se considera a Dinamarca uno de los países socialmente más avanzados. Por el producto nacional bruto, es el quinto país del mundo. La socialdemocracia ha perseguido la política de crear una sociedad donde no existan problemas materiales. Ello ha dado lugar a un sistema de impuestos directos e indirectos elevadísimo. Según la versión oficial, los salarios preceden a los precios, pero en realidad todo, parece indicar que en los últimos años la situación se ha invertido. Las importaciones superan las exportaciones. La elevada cifra de paro se hace endémica, la vivienda exige la contribución del Estado, y proliferan las instituciones burocráticas a cargo del contribuyente.

La socialdemocracia, a la cabeza

¿Quiere esto decir que nos encontrarnos ante la crisis de este tipo de sociedad? Días antes de las elecciones generales, la socíalde mocracia se encuentra todavía a la cabeza en las encuestas con el 31,3%, seguida por venstre, literalmente izquierda, en realidad centro, con 21,1%. El tercer partido, el del progreso, es una suerte de poujadismo con veleidades parafascistas. Dirigido por un astutísimo abogado, Glistrup, constituye la bestia negra de la mayor parte de los partidos que, con o sin entusiasmo, no desean cambios muy radicales. Posee el 15,3%, pero re sulta indeseable para la mayor parte del resto de los electores. Las formaciones más a la izquierda, socialista populares, socialistas dé izquierda y comunistas, totalizan un 12,8%, y -hasta ahora- no han logrado coaliciones con la social democracia. El partido conservador, que se adjetiva popular, ha descendido al 5,2%, suponiéndose que las defecciones lo han sido a favor del partido de Glistrup. Exis ten también otros partidos menores, entre los que debe citarse el recién formado por los pensionistas.Las encuestas revelan también una actitud crítica o abiertamente contraria al Mercado Común, y favorable a una mayor solidaridad entre los países escandinavos. El ciudadano medio no ve más que la crisis actual. Se resiste a imaginar la posibilidad de que fuera de la Comunidad hubiera podido ser peor. La crisis del petróleo reveló la gran vulnerabilidad de los países nórdicos, afectó a la competitividad de las exportaciones y creó ciertas situaciones de inadaptación. Así, en los ultimos tiempos, han brotado como hongos supermercados daneses en Alemania, a corta distancia de la frontera. Si un danés quiere cenar fuera de su casa, lo hace a menudo en los restaurantes flotantes que van y vienen a Suecia y que están exentos de fiscalidad. Unas vacaciones en Mallorca -a pesar del coste del viaje- son mucho más baratas que en Dinamarca misma.

Una sociedad conflictiva

Todos estos inconvenientes, el uso y abuso de pequeños trucos para beneficiarse de los derechos y eludir los deberes del costoso humanismo socialdemócrata, permiten afirmar que se está todavía lejos del ideal del hombre sin problemas. La sociedad danesa es conflictiva, a veces trágicamente. Las muertes por suicidio -un 2%- le otorgan una plaza privilegiada entre los países más ricos del mundo. La cifra de enfermedades mentales, de marginaciones, de casos en los que el sistema no funciona, constituyen el plato fuerte de la prensa y otros medios de comunicación.A pesar de todo ello, las próximas elecciones no presentan graves peligros para el actual tipo de sociedad. Es muy probable que después Dinamarca se enfrente de nuevo con las mismas caras y los mismos problemas. La poco previsible pérdida del timón por parte de la socialdemocracia -como en Suecia- no cambiaría el estado de cosas existente. El partido, llamémoslo contrarrevolucionario, de Glistrup continuará siendo el tercero en discordia, sin posibilidad de entrar en el juego político del poder. La barbita de Anker Joergensen, primer ministro, seguirá en las pantallas de televisión.

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