Faltó ambición en La Rosaleda
El Atlético perdió en La Rosaleda un punto. El Málaga, colista descompuesto en su juego, con jugadores qué tiene problemas para cobrar sus haberes, con bajas importantes y sin fe en sí mismo, hubiera debido ser víctima fácil de cualquier aspirante al título. Pero el Atlético no arriesgó y el partido, soso y pobre, terminó sin goles.La gran arma del Atlético en sus desplazamientos es el contraataque. La rapidez de Ayala, que cubre una plaza en la media y una en el ataque, la presencia acertada de Leal en apoyo al juego ofensivo y el sabio trabajo de Alberto, le permiten al Atlético ofrecer en sus desplazamientos una imagen peligrosa, aun sin necesidad de arriesgar. Desde una sólida base defensiva lanza sus escapadas, no numerosas, pero sí lo bastante rápidas y bien estructuradas como para que suelan rendirle fruto.
El Málaga, conocedor de esto, empleó un sistema efectivo para neutralizar al Atlético: replegarse rápidamente cada vez que perdía el balón. No es que hiciera el conjunto malagueño un partido defensivo: en definitiva, jugaba en su casa y tenía que apretar en Ja búsqueda del gol. Pero cuando en sus ataques se estrellaba contra la defensa del Atlético, replegaba rápidamente a sus centrocampistas e incluso a Orozco y Esteban. y cedía una veintena de metros en la media y esperaba al Atlético en su área.
Así, el contraataque del Atlético no encontraba ocasión de existencia, y su fútbol perdió el peligro que le caracteriza en los desplazamientos. Abrir una defensa organizada es para el Atlético -y para muchos equipos- bastante más difícil que sorprenderla antes de, que se organice, y eso explica, perfectamente por qué el Atlético no creó, apenas, ocasiones de gol.
¿Y el Málaga? El Málaga ya está dicho que no anda como para primores. El Atlético se cierra bien, y como además a los delanteros del Málaga se les exigía cubrir una amplia parcela del campo, cuando éstos llegaban al área, era después de largas carreras y eso les restaba precisión. Esteban, la figura del equipo jugador que ya ha sido traspasado al Barcelona, mejoró algo su triste actuación de hace nueve días en Chamartín, movió bien el balón en las cercanías del área y fue organizador del poco fútbol que hizo su equipo, pero le faltó capacidad para resolver en el área. A él le llegó la mejor ocasión del partido, ya muy cerca del final, y se mareó en regates innecesarios en el borde del área chica, hasta que terminó perdiendo el balón.
La solución para el Atlético hubiera sido, naturalmente, arriesgar más: hacer eso que se llama adelantar líneas. Utilizar más a los laterales en apoyo, del ataque, acercar hombres al área y buscar el gol que de otra forma no podría llegar. Pero no quiso hacerlo, tal vez porque le parecía bastante con el empate o porque temía la rapidez de Fortes. El partido transcurrió hasta el final sin cambios tácticos apreciables, sin alternativas en el juego y sin más rasgos de reacción por parte del Atlético que algunas escapadas de Pereira -siempre a costa del retraso de algún compañero para cubrirle- que no dieron fruto.
En definitiva, el partido terminó con el resultado más lógico para su desarrollo, y el Atlético, beneficiado esta jornada por las derrotas del Barcelona y del Valencia, dejó escapar un punto, porque en esta ocasión más que de la conquista de un positivo se puede hablar de la pérdida del que se quedó allí. Para ganar el, campeonato se exige, además de buen juego, ambición. A la hora final del recuento de puntos, es cuando se lamenta el haber dejado por el camino algunos que pudieron amarrarse, como el de La Rosaleda. No es de, esperar que el Barcelona pierda muchos más partidos, y el Atlético, en adelante, haría bien en apretar todo lo posible cuando encuentre circunstancias tan favorables como la del domingo..
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