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Un impresionante TSSKA no dio opción al Madrid

El reencuentro del Real Madrid con el TSSKA soviético en la Copa de Europa no ha podido ser peor. El equipo del ejército rojo pasó ayer por el Pabellón de la Ciudad Deportiva blanca como un verdadero huracán. que no dejó opción en casi ningún momento. Diecinueve puntos de diferencia desfavorables encajados en propio terreno, ha sido algo prácticamente desconocido en la historia, madridista. Las bajas de Luyk y Cristóbal, aunque, se recordaron, no pudieron en ningún momento justificar la superioridad soviética. Lo curioso puede suceder ahora. pues dados los puntos que perderá el TSSKA por no ir a Tel Aviv, aún queda la esperanza de otro tropiezo soviético -ante el Mobilgirgi, naturalmente- y que la final de la Copa de Europa tenga nuevamente protagonistas latinos. Pero tras lo visto ayer no sería ni mucho menos justo.Comenzó el Madrid con Corbalán, Brabender, Walter, Rullán y Cougran. Por el TSSKA salieron Eremin Zarmukhamedov, Edeskho, Miskhine y Evgeny Kovalenko. Lo que ocurriría ya en todo el partido, el equipo-soviético fue siempre por delante. El terrible dominio de los tableros por parte del TSSKA, aparte de una defensa en 2-3 molestísima para los dos hombres que podían hacerte daño con sus tiros a media distancia, Brabender y Walter, fue decisivo.

A los nueve minutos con 14-25 en el marcador, Sáinz tuvo que cambiar a Corbalán por Cabrera, pues la única arma que le quedaba ya al Madrid, su contraataque, no cuajaba por los muchos fallos en la entrega del base. De cualquier forma no toda la culpa fue suya, pues la defensa del TSSKA rayó en muchos momentos en la perfección. Ante ella sólo Coughran con diez puntos anotados antes del descanso ponía aciertos, completado por su eficacia en los tiros libres. Pero sin su garra de otras veces. Delante había una muralla.

Por contra, el ataque soviético, que supo encontrar en cada momento al hombre indicado para romper la defensa blanca se mostró imparable. Primero fue Zarmukhamedov que a falta de un minuto para el final de la primera parte cometió su cuarta personal Después, Sergei Belov, que entró en la cancha poco después que Cabrera, en un alarde del entrenador Gomelski para reservar al fabuloso veterano. El Madrid, que defendió casi siempre, al hombre, intentó un momento zonas 1-3-1, pero fue igual. El TSSKA encontró siempre solución para todo y sus ventajas que rondaron primero los cinco puntos, llegaron a los diez en el descanso.

La «debacle» total vino al comienzo de la segunda mitad. Sáinz pidió su primer tiempo muerto en el minuto cuatro cuando el vendaval ya era irreparable -50-69 en el marcador-, incluso había vuelto otra vez a las zonas 1-3-1 en defensa sobre la marcha. Walter y Brabender seguían totalmente apagados y el primero fue sustituido por el joven Iturriaga. Evgeny Kovalenko había sido el señalado en esos instantes para «machacar» y antes de que tomara el relevo Belov marcó cuatro canastas seguidas sin que Walter pudiera con él en ningún momento.

A los nueve minutos volvió Belov, como algo obligado y su exhibición causó ya total admiración. El fue quien logró el punto cien, como si de un premio se tratase. Pero en realidad no resultó el sólo un destacado dentro del conjunto, sino el conjunto precisamente. Quizá sí, el que más regusto de clase dejó, pero no el único, ni muchísimo menos. No importó que otro veterano, Edeskho se fuera por las cinco personales a falta de nueve minutos. Ni se notó. El TSSKA tiene dos equipos en su «diez» de idéntico valor.

Una última « minirracha» del Madrid, coincidente con la entrada de Prada por Rullán -soledad inmensa la suya en un bosque de manos a más de dos metros como las suyas- fue cortada por un tiempo acertado de Gomelski. El Madrid ya no podía hacer nada. Los diecinueve puntos finales de ventaja soviética quizá fueron un mal menor. Hubo un momento en que subieron a veinticinco. Realmente el TSSKA ha perdido cinco años de ganar la Copa de Europa o al menos de llegar a la final. Es un equipo impresionante.

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