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Heriberto, en la picota

Lo sucedido al Valencia en Barcelona el pasado domingo podría entenderse, en otras circunstancias, como un puro accidente futbolístico del que nadie está libre, pero a la vista de los errores cometidos hay que pensar forzosamente que Heriberto Herrera dio un patinazo de tamaño natural, y por mucha confianza que le otorgue la directiva es natural que los socios desconfíen de quien rige el equipo.La ausencia de Rep fue una equivocación fundamental, porque permitió a Amarillo convertirse en el más peligroso de los delanteros barcelonistas. Que el jugador se negara a vestirse como suplente es un acto de indisciplina, pero una indisciplina que habría que matizar mucho porque en definitiva el perjudicado el domingo fue el club, y el causante de su desastre, el entrenador.

Tenía que llegar el momento en que se viera claramente que el Valencia no es el gran equipo que sus directivos habían soñado. Se mantiene mucho la mediocridad bajo los palos, se ha logrado una defensa discreta y una delantera magnífica, pero entre defensores y delanteros hay todo un desierto. La línea media valencianista está compuesta por corredores de fondo que. seguramente, podrían competir con Mariano Haro, pero en ningún momento podrán hacerle la competencia a ningún jugador con capacidad creadora. Los centrocampistas valencianistas son aprovechables, pero no todos juntos.

Heriberto Herrera mantiene íntegra su mentalidad italianizada. En España no hay ningún club que resista grandes dispendios en fichajes para jugar al supercerrojo.

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