Nuestro fútbol necesita vallas
Las agresiones sufridas por el árbitro del encuentro de Tercera División Talavera-Atlético Madrileño, al final del mismo, ponen otra vez sobre el tapete la evidente necesidad de vallas en los campos de fútbol. Hasta el momento, sólo el Sevilla, en el Sánchez Pizjuán, las ha puesto de forma permanente. El Atlético de Madrid tiene unas vallas móviles, que sólo emplea en partidos internacionales. El resto de los clubs, aún no estiman necesaria la medida, pese a que su costo no es elevado.
Sebastián Damín Rondón arbitró el domingo pasado el encuentro entre el Talavera y el Atlético Madrileño, filial del Atlético de Madrid y líder del grupo segundo de la Tercera División. El Talavera iba por delante en el marcador por un gol cuando se acercaba al final del encuentro. Pero jugándose los minutos de descuento (descuentojusto, según los testimonios más fidedignos), el Atlético Madrileño empató a la salida deuna falta. Cuando el árbitro señaló él final, unos cuatrocientos espectadores saltaron al campo; el colegiado fue tirado al suelo a patadas y allí fue pactado por la masa hasta que la Guardia Civil pudo rescatarle. Uno de sus liniers, dos jugadores del Atlético Madrileño y el delegado de este club, sufrieron también agresiones.
Vallas, ya
Felizmente, y pese a que el árbitro y su linier llegaron a perder el conocimiento, ninguno de los agredidos resultó con lesiones graves, si bien las magulladuras y contusiones de alguno de ellos, en especial las del árbitro, fueron importantes.Este hecho pone de nuevo de actualidad la necesidad de las vallas en los campos de fútbol. En muchos lugares del mundo, los futbolistas y árbitros actúan protegidos por ellas. España también en esto es diferente, y los hombres de nuestro fútbol vienen presumiendo cada vez que sale el tema de que nuestras aficiones son de lo más civilizado que hay, y señalan que aquí no son necesarias. Linemayer, árbitro austriaco que dirigió el Madrid-Bayern de la pasada Copa de Europa, no pensará así, sin duda. El, se recordará, fue agredido por un espectador al final del partido, y eso le costó al orgulloso Real Madrid jugar fuera de su campo en la actual edición del torneo. Linemayer, como la mayoría de los árbitros y jugadores, como la casi totalidad se podría decir, prefiere actuar entre vallas.
Sin embargo, nuestros clubs aún son remisos a colocarlas. El Sevilla y el Atlético de Madrid han sido los únicos que las han colocado hasta el momento, si bien las del Atlético son móviles y sólo son utilizadas en los partidos internacionales. El Atlético hace esto porque estima, como tantos otros, que en su campo no son necesarias, y si las emplea en los partidos internacionales es en atención al ruego que en tal sentido hace la UEFA a todos los clubs que participan en las competiciones que organiza.
Bajo costo
El costo de las vallas no supera el medio millón. Poco dinero para los presupuestos de los clubs. Pero ya que estos siguen siendo reacios a colocarlas por su propia iniciativa, la Federación debería presionar en este sentido, cosa que hasta ahora no ha hecho, porque el propio presidente de la misma, Porta, se muestra poco partidario y las estima innecesarias. No sabemos si seguirá pensando hoy lo mismo.Se dice que se pone el brocal al pozo una vez que el niño se ha ahogado. Nuestro fútbol va camino de hacer buena la frase porque, tal y como están las cosas, algún día ocurrirá un suceso lamentable. El único argumento posible contra las vailas es el de que restan visibilidad. Al respecto, hay que señalar que la dificultad que oponen a la visión del espectáculo es pequeña y que sólo alcanza a unas pocas filas. El Barcelona hace estos días ensayos para instalar, en lugar de las vallas, un foso. El Camp Nou, por su amplitud, permite esta solución, mucho más estética, aunque también más cara: se calcula que costará unos cinco millones, pese a lo cual el Barcelona parece decidido a instalarlo para la próxima temporada. Por desgracia, la solución la podrán adoptar muy pocos, porque casi ningún campo ofrece la amplitud entre el campo y las gradas del Camp Noy. Hay también otra posibilidad, la de unas vallas de material plástico transparente, que se utilizan en algunos campos europeos. Algunas opiniones señalan que son mejores que las clásicas, pero tienen el defecto de crear dificultades para la visión cuando ésta se dirige oblicuamente.
En cualquier caso, queda cada vez más claro que los intérpretes del fútbol se encuentran desprotegidos ante la fácil cólera del espectador de fútbol, que, dicho sea de paso, en buena parte acude a este espectáculo en busca de excitación. La cerril postura de los rectores de nuestro fútbol en este tema puede acarrear alguna desgracia más lamentable de las que hasta ahora hemos vivido. Es hora de que entren en razón.
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