Inversiones que deben aplazarse
En un momento en que la inversión brilla por su ausencia, en que la población activa desciende o se estanca, el paro aumenta y la demanda de servicios colectivos se hace más intensa, el crecimiento de la red nacional de autopistas de peaje sigue impenitente.Que los tráficos sean menores que los previstos hace unos años, que la situación financiera de la concesionaria pase por un mal momento, que el país demande inversiones en otros sectores prioritarios no parece suficiente como para frenar la expansión de las autopistas de peaje.
Ayer se procedió a la apertura de propuestas para la construcción o conservación y explotación del tramo Alicante-Murcia de la autopista del Mediterráneo. Se trata de un tramo que ya salió a concurso con mayor extensión, Alicante-Almería, y que quedó desierto. Ahora, con la reducción a Murcia, hasta donde el tráfico parece más rentable, se ha presentado una oferta con propuesta de inversión de unos 15.000 millones de pesetas. Doce entidades financieras de tipo medio participan en la sociedad que pretende la concesión y comprometerán una parte de sus recursos en el proyecto.
El desarrollo del país exige un planteamiento de prioridades a medio y largo plazo y la designación de unos objetivos, que en la hora actual parece que deben pasar por la creación de puestos de trabajo, de producción de bienes de consumo de carácter básico, etcétera. La revisión de la política de autopistas de peaje, insuficientemente planteada en 1972 con una ley especial para ellas, pero sin otra previa sobre transporte y comunicaciones, parece aconsejable y necesaria en estos momentos. Es preciso no invertir más, sino, sobre todo, invertir mejor. La ampliación de la red de autopistas de peaje cuando algunas de las construidas, con aval del Estado, pasan por apuros y cuando parece mucho más razonable nacionalizar las inversiones ferroviarias y de la red general de carreteras, es un error importante en el que no debe caer el Ministerio de Obras Públicas.
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