"El toreo es una actividad mental y espiritual"
Como quien estudia una carrera universitaria, Honey Haskin, veinte años, natural de Los Ángeles (California, USA), estudia tauromaquia. Igual podría estudiar Filosofía y Letras, volteretas aparte. Su padre es arquitecto en Los Ángeles.-Es lógica mi vocación, que deriva de la afición tan grande a los toros que tienen mis padres. Ellos viajaron mucho a Tijuana, exclusivamente para asistir a las corridas. En casa siempre se hablaba de toros. He visto muchísimas filmaciones de las mejores faenas que presenciaron mis padres y he leído numerosos libros sobre toros y toreros, de forma que pude admirar, aún si haber acudido nunca a una plaza, a Ordóñez, Camino, El Viti, Manolo Martínez; e incluso a Juan Belmonte.
En 1971 Honey marchó a México, y allí quiso relacionarse con taurinos, viajó a los estados para presenciar festejos, y quiso torear.
-Pero tuve muy pocas oportunidades. En un tentadero conocí a Antonio José Galán y éste fue quien me convenció para que viniera a España. Me animé a hacerlo porque era en aquel tiempo cuando las españolas rompieron la prohibición para torear y había expectación por sus actuaciones.
Honey debutó en agosto del año pasado en Medina del Campo, mano a mano con Rosa de Alba, y repitió en Quintanar de la Serena y en Chapinería.
-La verdad es que abrirse camino resulta más difícil de lo que pensé, quizá porque aquí pasó la novedad de la mujer torera y son ahora muchos los que no creen en nosotras. Por eso yo pediría al público que nos juzgue no por nuestra condición de mujeres, sino por nuestra capacidad real para hacer el toreo. Que no generalice. Debe medimos en plano de igualdad con los muchachos, sin prejuicios y sin privilegios.
-¿Te atreverías a alternar con novilleros, en festejos con picadores?
-No sólo eso, sino que pienso llegar a matadora de toros; en otro caso ya lo habría dejado. Si yo creyera que mi límite son las novilladas, regresaría a mi país para estudiar otra carrera. No, no se trata de capricho ni de un juego, sino de una vocación. En mi casa han comprendido que esto lo hago en serio, que esta es mi vida, y por tal motivo costean mis gastos de permanencia en España. El toreo no es fuerza -pues entonces sí habría que dejarle la exclusiva al hombre-, sino una actividad mental y espiritual, en consecuencia, al alcance de todo ser humano con una preparacion física adecuada, valor y sensibilidad, y para todo ello está capacitada la mujer.
Se encuentra matriculada en la Escuela Nacional Taurina, donde en la reciente selección de aspirantes frente a vacas fue una de los cuatro que mejor hicieron el toreo, entre un total de más de cuarenta. Muchos, profesionales y aficionados, se quedaron admirados ante la calidad y el aplomo con que ejecutó los pases.
-La escuela taurina es mi gran oportunidad, pues me va a perfeccionar el conocimiento de la lidia, los terrenos y las suertes básicas, y aprenderé un importante repertorio, así como a banderillear. De la escuela saldremos con la lección mejor o peor aprendida, pero lo seguro es que ninguno de los que por ella pasemos hará el toreo monótono, que tanto se lleva y por lo menos aportará variedad al espectáculo.
Las aficiones de Honey son la natación -sobre todo bucear- y conducir coches de competición. Pero todo lo ha dejado, incluso una vida cómoda en Estados Unidos, para adentrarse a fondo en la profesión de torero, una de las más complicadas, difíciles, duras y peligrosas de cuantas existen.
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