Los homosexuales españoles empiezan a organizarse
Al parecer, los homosexuales españoles comienzan a organizarse. En las calles madrileñas más frecuentadas por homosexuales, donde se sitúan clubs como Blackys, Olíver, Rey Fernando, Bocaccio, aparecieron estos últimos días pintadas anunciando las siglas UHE. Unión Homosexual Española. Es la primera vez que se presentan en España grupos organizados de homosexuales, quizás como una manifestación de que en este terreno también se va a producir una homologación con otras naciones de Occidente. conversó con homosexuales y elaboró este informe.
La cuestión homosexual es más compleja de lo que parece a simple vista. Sólo un planteamiento simplista del tema lo reduciría a la disyuntiva de perseguidores-perseguidos, buenos-malos. «El homosexual español tiene mucha culpa de ello -dice A. H. M., veintiséis años, homosexual-, porque es víctima de una situación pero a la vez es causante de ella. Y no me estoy refiriendo a sus posibles excesos ante una sociedad que también tiene derecho a defenderse de los homosexuales. Me estoy refiriendo a la poca consistencia con que el homosexual español afronta su comportamiento sexual y lo defiende. El folklorismo en torno al tema no sólo es rechazado sino que, en buena parte, es fomentado por el propio homosexual ... »Ese es el folklorismo que se advierte en buena parte de los centros y lugares dominados por el ambiente gay. Pero no es igual para todos. En las versiones españolas del ambiente, funcionan desde el profesional adulto y situado, muchas veces representante del alto nivel del establishment de la economía, la técnica, el arte o la política, hasta el clásico gigolo -chulo, en su versión hispánica más próximo al mundo de la delincuencia que al de la homosexualidad propiamente dicha. Y todo ello pasando por ese sector intermedio de las mariquitas, locas, o como quiera llamárseles, que alegran la reunión y constituyen el deleite folklórico de los machos hispánicos y de los homosexuales serios.
Guía-gay
Los clubs, cafeterías, bares, hoteles, saunas y establecimientos, Frecuentados por personas de comportamiento homosexual aparecen en la internacionalmente conocida guía-gay, de venta en las sex-shop de París, Londres, Estocolmo, Hamburgo, etcétera- Allí se describen exhaustivamente los lugares señalados y sorprende al lector español lo informado de los autores y editores, ya que pocos españoles, homosexuales incluido, están al tanto de lo intrincado de la red mundial gay.En efecto, el mundo gay, en otras latitudes, se convierte, por el conocido mecanismo que lleva a la cristalización de los grupos perseguidos como grupos de presión en un, red que abarca desde los negocio, hasta las relaciones profesionales políticas. Un periódico londinense homosexual publica anuncios por palabras donde las personas que entran en relación a través de la publicación pueden venderse por televisor o realizar operaciones de crédito.
Todo ello contribuye a crear un mundo de apoyo y ayuda mutua que dispone en Amsterdam, por ejemplo, de centros de formación y lugares de estudio, o que promueve permanentemente la creación de seminarios de reflexión sobre diversas materias psicológicas y sociológicas, en conocidos colleges británicos. Todo esto al parecer era inexistente hasta la fecha en este país, y no precisamente porque haya menos homosexuales que en el extranjero, sino según A. H. M. «por la absoluta falta de seriedad organizativa de los que hay».
El problema homosexual
En un excelente trabajo bajo el título «El problema homosexual», publicado recientemente en España por Taurus, el especialista francés en cuestiones de homosexualidad Marc Oraison, con una curiosa formación, síntesis de psicoanálisis, teología y sociología, hace unas aseveraciones que podrían resultar escandalosas y que de hecho a él le han planteado muchos problemas ante la extrema derecha francesa.Tanto Marc Oraison, en Francia, como D. J. D. J. West, en Gran Bretaña, con su obra Homosexuality (sin traducción al español. Penguin Books, 1955, reedición 1974), se, atrevieron a meterle el diente a un problema, cuya reflexión y estudio provoca angustia en el ciudadano medio.
Insultar, para ser
¿Por qué esa angustía? se pregunta Marc Oraison. Y su respuesta es parecida a la del psicoanálisis: la angustia parece ser el síntoma de que el problema homosexual no es ajeno en absoluto a ese ciudadano medio que se «cura en salud» insultando a los maricas para sentirse más macho. Según estos especialistas, prolongando los resultados de las investigaciones de Kinsey, que revolucionaron en su día su país al describir el comportamiento sexual de los norteamericanos, han llegado a conclusiones que escalofriarían a- la opinión pública. Por ejemplo, parece un hecho evidente que cerca del 10% de la población sigue un comportamiento exclusivamente homosexual.Pero lo más, fuerte de las investigaciones no está en la cifra de personas de comportamiento exclusivamente homosexual sino en la cantidad de individuos que han tenido episodios homosexuales a lo largo de la vida, sin que eso haya significado una pérdida o deterioro de la función heterosexual. En ese caso, las cifras alcanzan, según el resultado de investigaciones y encuestas, el 30 %. Es decir, uno de cada tres seres humanos tendría algo que ver con la homosexualidad. Eso explicaría el porqué de las angustias ante el tema.
Perspectiva psicoanalítica
Estos datos confirmarían las tesis psicoanalíticas que hasta la fecha, dentro de la complejidad y misterio del problema homosexual, parecen ser las que ofrecen más visos, de verosimilitud. Según la doctrina de Freud, la líbido humana, el erotismo de los individuos sería algo mucho más flexible v dinámico de lo que la educación y el pensamiento tradicionales han querido creer.La líbido se orientaría en la primera infancia hacia aquellos objetos que el desarrollo de la afectividad sugiere. Si las cosas van bien, el niño-varón orientará su erotismo hacia las mujeres y la niña hacia los varones. Pero una serie de complejidades que constituye objeto de largos y complejos análisis daría por resultado el que las pulsaciones eróticas se orientarían hacia otros objetos diferentes de los normales. Muchachos con madres o padres autoritarios, huérfanos o personas carentes de una adecuada imagen paterna, evolucionarían en su dinámica psicoafectiva hacia la búsqueda de una relación erótica con personas que encarnasen las fuerzas que su mente necesitó y no pudo encontrar. Buscarían un padre en la relación homosexual, o una madre, siendo también el rechazo a personajes temidos como los padres autoritarios la autoridad represiva un causante de la reorientación de la líbido.
En todo caso, el tema es lo suficientemente complejo, como para merecer un replanteamiento de la cuestión. Las implicaciones médicas, psicológicas, sociales, educativas, jurídicas, políticas e incluso económicas del problema homosexual exigirán nuevos enfoques desde todas estas perspectivas señaladas. «Se puede ver el problema desde muchos ángulos -dice A. H. M.- y discutir unas u otras hipótesis sobre la homosexualidad. Lo que no se puede hacer es rechazar olímpicamente el diálogo con los homosexuales, desde la perspectiva dominante del sistema que rechaza todo lo que altera el funcionamiento establecido de la sociedad. Se rechaza a los homosexuales porque son diferentes y el sistema no acepta diferencias ni cambios».
El rechazo a los homosexuales no sería, desde esta perspectiva, otra cosa sino expresión de un miedo a los conflictos que lleva a en vez de estudiar los problemas en profundidad para actuar racionalmente, a cegarse ante la evidencia e intentar destruir las personas que encarnan el conflicto. Un conflicto, no obstante, que es algo perteneciente a toda la sociedad, no porque toda la sociedad sea o tenga que ser homosexual sino porque toda la sociedad es responsable de los profundos problema, de falta de comunicación, crisis familiar y represión de la afectividad y la espontaneidad que están en el origen de la homosexualidad.
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