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El Madrid hizo un partido para olvidar

Ante un Burgos que puso en práctica un cerrojo de los que ya no se llevan, el Madrid fracasó de forma rotunda en su juego, aunque no en el resultado, que salvó muy a última hora y gracias a una arrancada de coraje de (¡cómo no!) Pirri. El espectáculo resultó aburrido.En otros tiempos, el Madrid afinaba en estos encuentros ligueros de vísperas de jornada europea a un equipo formado por reservas, a no ser que el rival fuese de especial importancia, Pero los tiempos han cambiado mucho, las diferencias en fútbol son cada vez más cortas y ya no hay márgenes que consientan tales lujos. Ante el Burgos, Miljan Miljanic alineó a lo mejor que tiene, incluyendo a Breitner, que salía de una lesión de fibras y que corría el riesgo de resentirse.

Está muy lejos el equipo de Miljanic de su juego inspirado de la pretemporada. Su fútbol tiene que basarse, tal y como está concebido, en un movimiento continuo en busca del desmarque. Este movimiento lo ponían en práctica los madridistas en la pretemporada, pero ya parecen cansados, aburridos o despistados, y el funcionamiento del equipo se resiente mucho. En el primer tiempo del partido de anoche sólo Breitner y Jensen se movían con alguna soltura y creaban situaciones de algún peligro. Velázquez, desde atrás, lanzaba balones con intención. Pero el resto del equipo no respondía apenas, bien sujeto por el implacable sistema de marcajes ordenado por Marcel Domingo, viejo enemigo de la casa. El Burgos acumulaba hombres atrás sin el menor rubor, y contraatacaba sólo muy de cuando en cuando y siempre por medio de Juanito, jugador de buenos destellos, pero que suele intentar cosas demasiado difíciles.

El primer tiempo lo pasó el Madrid casi en blanco: sin goles ni apenas ocasiones. Sólo una vez el gol estuvo cerca, pero Del Bosque estrelló el balón en el palo. En la segunda mitad Miljanic sustituyó a Breitner, temeroso, sin duda, de que se resintiera, por Roberto. Alinear a Roberto supone renunciar a jugar bien al fútbol a cambio de bombear balones en busca de follones en el área. Verdaderamente, vista la falta de inspiración del Madrid y la cerradísima defensiva del Burgos, no cabía hacer otra cosa, pero tampoco esto salió bien: Roberto estuvo especialmente desafortunado; Ruiz Igartua, Navajas y Kresic demostraron ser muy buenos saltadores, y el Madrid, que retrasó a Jensen a misiones de centrocampista organizador, no consiguió tampoco amenazar con su juego aéreo.

La impresión de impotencia que venía ofreciendo el Madrid fue a más de forma continua y el empate se dibujó como una posibilidad clara. En algún gol del Burgos no cabía pensar, porque Juanito, en sus contraataques no podía

apoyarse en el inútil Katic y lo más que intentaba era llevar el balón hacia el córner para perder tiempo. Miljanic, en un último intento por cambiar el curso del partido, sustituyó a Del Bosque, lento e ineficaz, por Rubiñán, cuyas carreras siempre alborotan algo, pero tampoco eso dio resultado y el Madrid seguia sin producir juego ni ocasiones en cantidad dignas de ser tomadas en cuenta. Sólo una galopa da de Pirri desde atrás valió el gol aunque fuese por la vía del rebote.

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