RTVE en el punto más bajo de aceptación
El timbre de alarma ha sonado en Televisión Española. Durante la semana que comprende los últimos días de agosto y primeros de septiembre el índice medio de aceptación descendió a sus niveles más bajos: 6,9. Según datos que nos facilitó el Gabinete de Investigación de Audiencia, solamente en otras dos ocasiones se había descendido tanto y al mismo nivel: en 1973 (del 9 al 15 de abril) y en 1974 (del 11 al 17 de noviembre). Todo esto indica que RTVE está atravesando una grave crisis a pesar de todas las supuestas reestructuraciones e innovaciones. Los espectadores españoles, de once a trece millones diariamente, tienen que soportar una programación inaceptable. El índice medio de aceptación está situado últimamente alrededor del 7,1. Sin embargo, el 50 por 100 de los programas no logran igualarlo, situándose muy por debajo. Existe una zona intermedia en la que los programas ni gustan ni disgustan. Cualquier décima de aumento o disminución representa, traducida a niveles de aceptación, un salto considerable. Un, dos, tres, superada la crisis de agosto, se sitúa en cabeza y es capaz por sí solo de provocar un «tirón» en la aceptación y aumentar en dos millones el número de espectadores. Le siguen los telefilmes y algunas de las películas cinematográficas que se emiten. Los índices de aceptación o de «interés» (en el caso de programas informativos) son más bajos en las zonas urbanas y metropolitanas y más elevados en aquellos núcleos de población interiores a 2.000 habitantes -el 40 por 100 de la población española- que no gozan de otros canales de información y diversión.Se trata no sólo de crisis de ideas, sino también de ínfima calidad en la programación, que, además, es homogénea, sin auténticas innovaciones y sin selectividad, dado su reducido espectro de programas. Si RTVE pudiese compararse, en su índice de aceptación, con una competición liguera de fútbol, hace meses que se habría solicitado u ofrecido la dimisión de más de uno de sus altos directivos.
