El Rayo se quedó sin goleada
Convenció el Rayo de la primera parte y defraudó el de la segunda. No gustó en líneas generales porque el Levante vino en plan víctima. Lento en defensa, blando en la media e ingenuo en ataque, equipo idóneo para ser goleado. Los vallecanos no supieron jugar al mismo ritmo todo el encuentro y su victoria se quedó por tanto corta.En la primera parte el Levante anduvo al paro y el Rayo jugó francamente bien. Con rapidez, cohesión y profundidad. Era la mejor manera de salvar el constante intento de su rival de provocar el fuera de juego. El temprano gol, tras la lesión de Solano en choque fortuito con Miró, dio confianza y serenidad a los madrileños, que comenzaron a jugar con soltura y compenetración. Fermín y Francisco formaron un tándem sólido y eficaz y a su son bailó el equipo.
En esta fase los defensas rayistas no tenían problemas para alejar el balón sin contemplaciones cuando llegaba a su parcela, ni los medios en doblar una y otra vez a sus marcadores. González dejó entrever en contadas ocasiones peligro al jugar la pelota, pero nunca esa rapidez de la que se hablaba cuando llegó a España. Cuando salió Potele al campo dio la impresión de que el Rayo buscaba la goleada, pero el pequeño delantero no pudo tener una actuación más desafortunada, por lo que el juego del equipo se resintió ligeramente, pues Alvarito lo hacía hasta entonces francamente bien.
Tras el descanso el juego se antojó un tanto lento y pleno de desaciertos. Algo se quiso estirar el Levante hacia adelante y Vallecas fue entonces el escenario del «petardazo» de Pastelito Díaz. El hombre que llegó precedido de una envidiable fama, el que quiso el Valencia a cambio de Kempes, fue un muñeco inmóvil y sin la menor chispa del más modesto jugador. Nos resistimos a creer que la, cantera levantina esté tan mal cuando el eje del ataque del Levante lo ocupa el susodicho jugador.
Por lo demás, el Rayo practicó la antítesis del juego desarrollado en los primeros cuarenta y cinco minutos. Sólo hubo chispazos de enorme calidad en el tándem Fermín- Francisco, sobrados por sí solos de poder aumentar el marcador como cuando a falta de cinco minutos para concluir el partido, Felines remató de cabeza a la madera tras culminar una de esas jugadas.
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