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El Real Madrid se adjudicó el Costa del Sol

El Real Madrid se adjudicó el trofeo Costa del Sol, el único que se le había resistido hasta ahora, al vencer en la final del torneo al Málaga por tres goles a cero. Al tiempo, el equipo cierra su pretemporada española con un saldo de dos victorias en competiciones veraniegas, 14 goles marcados en cuatro partidos y tan sólo dos encajados.La final del trofeo Costa del Sol se aventuraba dramática. El Real Madrid había vuelto a humillar, en la eliminatoria, al Peñarol. Y el Málaga clavaba en La Rosaleda cinco goles a un Torpedo de Moscú, que venía a España con el cartel de equipo ofensivo técnicamente y mecánico fisicamente. La afición malacitana, dividida en gustos por el color blanco y blanquiazul, pronosticaba victorias mínimas, juego duro y escasez de fútbol. Unos veían a Pirri en el centro del campo sujetando la copa de 1,20 metros; otros ya pensaban en anotar el nombre del Málaga en la relación de ganadores del torneo; los menos apasionados contaban con que el cuadro de Miljanic había disfrutado de veinticuatro horas de reposo, mientras que los jugadores de Pavic habían trabajado a destajo el día anterior.

El Real Madrid, por planteamiento técnico, por fondo físico y por sentido de la eficacia, agarró las dos asas del trofeo desde el primer minuto del encuentro. Miljanic distribuyó por el campo 11 peones de tal manera que sólo dos, Sol y Camacho, se pegaban al par de turno -Castronovo y Quevedo, respectivamente-. Los demás se colocaban por zonas sin que ninguno tuviese sobre ellas un derecho adquirido a la apropiación. Así, Del Bosque cubría el puesto de Uría cuando el lateral buscaba un hueco de penetración o seguía a Esteban por el centro del campo; Jensen se cruzaba en la línea de ataque para que Santillana o Guerini ocupasen el ala derecha; Breitner zascandileaba por el centro del campo y Pirri recogía el testigo del remate a puerta de manos de Velázquez, que quedaba retrasado.

El Málaga erró al tratar de medir a su rival. El marcaje al hombre significaba dilapidar unas energías mermadas y el de zonas suponía aguantar repetidas avalanchas de jugadores del Real Madrid. En la delantera, por otra parte, Quevedo y Castronovo se encontraban desasistidos y, sobre todo, diezmados de fútbol propio por la presencia continua de Camacho y Sol a sus espaldas. Y el «milagro Esteban» por el que suspiraban muchos malagueños no se podía producir cuando el exterior se acomodaba al centro del campo y Laguna -desorientado- no acertaba a cortar los avances de Jensen, Breitner o Uría y empujarle.

A los seis minutos de juego, Santillana arrancó el primer pedazo de plata del trofeo. La reacción del Málaga, ante la red tendida por el Real Madrid, tardó en llegar. Laguna, en el minuto veintiséis, dudó demasiado en empalmar un balón rechazado dentro del área grande madridista. En el cuarenta y cinco, un tiro de Esteban -sobre la marcha- le permitió a Miguel Angel poner a prueba sus reflejos. Los ensayos de Pirri no volvieron a mover el marcador durante la primera mitad del encuentro.

Miljanic varió el sistema para disputar los últimos cuarenta y cinco minutos. Los peones, ahora, no se movieron con tanta soltura, para estar más sujetos a unas demarcaciones. Pero el fútbol que iban a realizar oscurecería el espectáculo. El Real Madrid salió a jugar la carta de la eficacia. Roberto había sustituido a Jensen, con lo que se perdía velocidad en el ataque. Y se llevó a rajatabla la prohibición del fútbol aéreo. El resultado fue la angustia de media final jugada -con horario de cabaret costero- al paso por el cuadro del Chamartín. Pirri, Del Bosque y Breitner se encargaron de hipnotizar el balón en el centro del campo ante la muralla defensiva malagueña. Bastaron dos resquicios en aquel entramado defensivo para que Uría -libre de marcaje, por obra y gracia de Esteban- se colara dos veces y batiera a Corral.

El Málaga tampoco jugó al galope, pero su trote se encargó Miguel Angel de frenarlo. En las postrimerías del encuentro, Migueli comprobó -minuto cuarenta y seis- cómo un remate con garantía de gol era atajado por el guardameta madridista. Bustillo -minuto ochenta y uno- confirmó su buena puntería al enviar al cuerpo del guardameta un balón perdido por el área grande. Laguna -minuto ochenta y seis- vio frustrado el gol del honor al despejar el portero del Real Madrid un tiro potente y colocado.

El Real Madrid quería ganar el trofeo Costa del Sol costase lo que costase. El gerente del club lo anunció en la presentación, en Madrid, del torneo. «Que los demás equipos se aten los machos.» Los jugadores que dirige Miljanic se limitaron a atar el balón a los pies, pasarlo a ras de suelo y esperar a que un resquicio en la defensa contraria dejase ver un claro de la portería. La copa, al final, la alzaron los brazos menos fatigados.

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