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La batalla de Tal Al Zaatar: una imagen en de la tragedia libanesa

La batalla de Tal al Zaatar, el campo de refugiados palestinos y marginados libaneses del este de Beirut, asediado desde hace casi dos meses por las fuerzas armadas cristianas, con sus casas de lata y adobe -y una parte de mampostería-, se ha convertido en un símbolo: el del rechazo de la, división del país en dos Estados.Tal al Zaatar, al igual que el bolsón humano de Nabaa, enclavados ambos en la retaguardia del sector cristiano que empieza en el barrio de Achrafiede Beirut, y llega hasta las proximidades de la ciudad musulmana de Trípoli, al norte, representa para los cristianos la imposibilidad de homogeneizar confesionalm ente su «cantón».

Con sus 25.000 habitantes, es el más grande de aquellos campos de refugiados de palestinos, libaneses, kurdos y obreros sirios que bordean la capital y que el arzobispo griego ortodoxo de Beirut, monseñor Gregoire Haddad, llamaba «impresionante cinturón de miseria».

Tal al Zaatar: Una posición indefendible

Asombra, sin embargo, la insistencia en conservar una posición técnicamente indefendible, y que algunos sectores de la propia Organización de Liberación de Palestina (OLP) querían abandonar después de trasladar a la población, para tener mayor facilidad de movimientos contr a la retaguardia cristiana. Las bajas, no divulgadas por la resistencia, han sido enormes.A mediados de 1975, cuando en la guerra aún no habían hecho su irrupción las modernas y mortíferas armas de hoy, un diario beirutino afirmaba que un obús de mortero causa de tres a cinco bajas en el sector cristiano de la ciudad, y de treinta a cincuenta en los campos de refugiados.

La misma procedencia de las armas da una idea de la complejidad de la guerra civil libanesa Los cristianos bombardearon a Tal Al Zaatar todos estos días de asedio con cañones norteamericanos y franceses de 155 milímetros, con un alcance de .14 kilómetros y capaces de lanzar una bomba de 43 kilogramos.

Tal al Zaatar, al igual que la mayoría de los campos palestinos de Libano, está atravesado por una red de túneles y refugios que la OLP ordenó construir en todos ellos después de los bombardeos israelíes de 1971, 1972, y 1973.

Las fuerzas izquierdistas disponen de cañones soviéticos de 130 y120 milímetros, con un alcance de 22 kilómetros y capaces de lanzar bombas de 39 kilogramos. Morteros de 60 milímetros chinos y norteamericanos, y rusos de 82, completan un nutrido arsenal, en el que hay que contar el famoso GRAD ruso de 122 milímetros, también llamado «órganos de Breznev».

Más de 40.000 personas perdieron ya la vida. Expertos militares han calculado que cada combate cuesta a cada uno de los bandos unos 100.000 dólares. La falta de profesionalidad de los beligerantes les llevó a utilizar en sus escaramuzas armas previstas para otros fines, elevando así considerablemente el número de víctimas.

El fusil RPG-7 soviético, originalmente anti-tanque, fue usado contra grupos humanos. El cohete anti-tanque francés SS-11, recuperado por los cristianos del desbandado ejército libanés, fue utilizado en las batallas callejeras de Beirut oeste. Cohetes de 160 milímetros fueron lanzados por los cristianos contra el bolsón humano musulmán de Nabaa.

Los 200 vehículos blindados también del ex ejército, que se apropiaron unos y otros, han servido para innumerables batallas callejeras. Unos 100 tanques, aunque anticuados pero con cañones de 100 milímetros, han sido espectáculo corriente y devastador en las calles de Beirut.

Los evacuados de Tal al Zaatar han dado por primera vez la dimensión de esa gran tragedia humana. Casi todos eran trabajadores eventuales, o sin trabajo. Cada combate que les trae la muerte cuesta, irónicamente, una verdadera fortuna. Dentro de ocho días, expirado el plazo del 54 alto el fuego, todo volverá a comenzar de nuevo.

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