Finalizó el congreso de los disidentes de Solidaridad de Trabaiadores Vascos
Con una reiterada confesión de voluntad democrática, que incluye la lucha contra los totalitarismos de uno y otro signo, finalizó el domingo en el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Bilbao, el congreso «disidente» de la Organización Sindical, Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV).Aunque sus promotores manejaron en todo momento la cifra de unos mil asistentes, fueron exactamente 599 las papeletas contabilizadas para la elección del nuevo comité ejecutivo. Se proclamó con 565 votos a favor, 1 en contra y 33 abstenciones, la única candidatura constituida por Jerano Goicoechea, Francisco Javier Fresnedo, Juan Beitia, Mauri Jáudegui, Pedro Eguiluz y Felipe Campos.
En el discurso de bienvenida, se señaló que el sindicalismo vasco permanece, a pesar de los esfuerzos realizados por erradicarlo en estos últimos 40 años. Tras resumir los trabajos realizados en la prmera sesión del congreso, se cedió la palabra a los invitados de otras organizaciones sindicales.
El cenetísta vasco, Orrantía, propuso la inmediata apertura de conversaciones entre STV y CNT, «únicas organizaciones no comprometidas hoy en organismos dominados por el partidismo político», para reestructurar la Alianza Sindical Obrera de Euzkadi. Aludió asimismo a ciertos esfuerzos uniformadores de la actividad sindical, que se realizan sin tener en cuenta la existencia de diversas tendencias en el seno del mundo obrero.
Democracia y lucha por un control efectivo de los medios de producción fueron los dos temas más reiterados a lo largo del comunicado final, con una importante referencia también a la autonomía del País Vasco, inseparable de las reivindicaciones de la clase obrera.
«El sindicalismo vasco -dice uno de los puntos del comunicado- deberá garantizar la aportación, participación y control de los trabajadores a todos los niveles empresariales, condición insustituible de eficacia y estabilidad en el camino hacia una sociedad industrial avanzada.»
Esta rama de STV considera muy favorable la aportación que ha hecho a la democracia de este país la institución monárquica, que revaloriza nuestra experiencia foral.
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