La defensa de la libre empresa, punto clave para el patronato francés
«Yo no soy marxista», afirmó el señor Mitterrand, líder de la izquierda francesa, hace algunas semanas ante 300 patronos y jefes de empresa. El primer Secretario del Partido Socialista Francés, les había invitado en París, con el fin de exponerles lo que sería la política económica de un eventual Gobierno de izquierdas. Pocos días después, EL PAIS interrogó a Mitterrand: «Si usted no es marxista, ¿cuál es su noción sobre una sociedad socialista, cuál es su estrategia para llegar a dicha sociedad y respecto a estas cuestiones, en qué se diferencia usted de los comunistas?» El señor Mitterrand declaró, simplemente: «No tengo por qué responder a tal pregunta».La confrontación entre Mitterrand y una representación significativa del Patronato Francés, el «no marxismo» del primer secretano del PSF, así como la ambigüedad de esta profesión de fe, ofrecen una primera imagen, política, de los patronos franceses, todos ellos agrupados en el «Consejo Nacional del Patronato Francés» (CNPF).
Las contradicciones, los equívocos, las suspicacias, que suscitó Mitterrand con su célebre declaración, así como sus coqueteos con el CNPF, caracterizan también a este último y definen sus relaciones con el poder, con los sindicatos obreros, con los partidos políticos y, en definitiva, con la sociedad. El CNPF, en Francia, es «un Estado dentro del Estado», Pero la tradición intelectual del país, así como su nacionalismo, tienen su fuerza en la estructura capitalista gala y concretamente en el CNPF.
A la hora de las últimas elecciones presidenciales, el Patronato apoyó, en gran mayoría a Giscard d'Estaing. Pero hoy, a la vista de su política, considerada muy proamericana, el CNPF está dividido. De aquí, que una parte sustancial juegue la carta de Mitterrand. «Pero nosotros lo queremos solo, declaró a EL PAIS un miembro del CNPF, nosotros pensamos en una socialdemocracia francesa, presidida por Mitterrand».
Esta actitud de una parte del Patronato, de unos meses a esta parte, está dando lugar a dos «guerras» feroces: por un lado, la que libra el primer ministro, Chirac, contra el Partido Socialista y, en particular, contra Mitterrand, al que, semanas atrás, calificó de « irresponsable », olvidando, quizá, que representa a casi el 50 por 100 de los franceses que votaron por él en las últimas elecciones. Por otro lado, el Partido Comunista sigue sospechando de las «tentaciones» socialdemócratas de Mitterrand. El Patronato francés, en definitiva, es el árbitro de éste combate.
La semana pasada, uno de los dos grandes institutos de la opinión pública, ofreció los resultados de su último sondeo relativo al voto de los cuadros superiores, ligados al gran patronato. Si hubiera elecciones legislativas en estos momentos: el 47 por 100 votarla por la izquierda.
La misma división, paralela, la manifiesta el CNPF frente a los sindicatos. Una parte de los patronos defienden la tradición, es decir, la negociación directa entre la dirección de los diversos sectores del capital y la dirección de las sindicales obreras. Por el contrario, la fracción más moderna del CNPF apoya a los comités de empresa, auténticamente representativos de la clase obrera.
El Patronato representa a las grandes empresas
«De momento, sin embargo, declaró a EL PAIS un alto funcionario que trabaja en la planificación económica para situar al CNPF en el contexto socio-político del país y para evaluar sus posibilidades de evolución, hay que tener muy en cuenta los datos siguientes: este sindicato de los patronos representa, sobre todo, a las grandes empresas, y por ello, todos sus dirigentes proceden de la Administración, es decir de los grandes cuerpos del Estado. El CNPF no es un organismo patronal de tradición familiar, sino tecnocrática. Esto explica sus afinidades con el poder, aunque surjan divergencias, sea porque, los más inteligentes, consideran que el neocapitalismo de hoy no puede cerrar los ojos ante la evolución general de la sociedad.
Los precedentes históricos del CNPF, en efecto, ya descubren su dimensión tecnócrata y su vocación de defensor de las grandes empresas. Los primeros grupos, de jefes de empresa, que aparecieron en el siglo XIX, eran asociaciones destinadas a luchar por sus intereses contra la competencia extranjera y, muy especialmente, contra la británica.
Treinta años de historia
La ley de 1901 sobre las asociaciones fue la que, por primera vez, permitió a la organización profesional patronal francesa, adquirir una personalidad jurídica, y a partir de éste momento, empezaron a surgir sindicatos patronales, como la «Unión de Industrias Metalúrgicas y Mineras», todos ellos destinados a favorecer, con preferencia, a las grandes empresas. Durante la última guerra mundial, las organizaciones patronales fueron disueltas, y al terminar la contienda el Gobierno creó la «comisión de representación patronal». Esta especie de sindicato de los patronos, estaba compuesto por jefes de empresa, designados por el jefe del Gobierno. Fue entonces cuando se hizo evidente, para el gran capital, la necesidad de una organización patronal.
La asamblea constitutiva del CNPF tuvo lugar en 1946. Desde entonces, ésta organización profesional, es la que engloba toda la base de los patronos franceses. Su estructuración está hecha a varios niveles. El CNPF agrupa un poco más de 80 federaciones, uniones, confederaciones, cámaras sindicales y a través de la Federación de Asociaciones Regionales, 140 organizaciones interprofesionales territoriales. Todos estos grupos constituyen los miembros activos del CNPF, que elije su presidente cada tres años, tiene nueve vicepresidentes, una Asamblea General, una Asamblea Permanente un Consejo Ejecutivo.
A nivel interior, el CNPF se dice destinado a «representar una comunidad de pensamiento y de acción de las empresas francesas, sea cual fuere su dimensión, su género profesional y su actividad». En el plano internacional, el CNPF está representado en la «Unión de los nueve países de la comunidad» (UNICE), y participal también, en el «Comité Consultivo Económico e Industrial» (BIAC), que agrupa las federaciones industriales de todos los países miembros de la OCDE. Constituido en forma de asociación, según se ha dicho, el CNPF es el órgano de acción, de representación, de coordinación de enlace y de información de todas las organizaciones profesionales e interprofesionales, de la industria y del comercio, que lo integran. El es quien define la política de desarrollo, quien hace valer las condiciones generales de eficacia y, en suma, quien elabora la estrategia común en favor del progreso económico y social de Francia. Su política económica actual se basa en dos postulados:
1. La revisión de una economía fundada desde hace un cuarto de siglo en el principio de la abundancia asegurada por los precios bajos de la energía y de las materias primas.
2. La situación relativamente buena de Francia respecto a las grandes naciones que, como ella, están desprovistas de energía y de materias primas. De aquí, dice el CNPF, la necesidad de una política monetaria «avisada», de un esfuerzo de las empresas y del realismo y «buen sentido» de los franceses.
Reivindicando la empresa
En este mismo sentido, un portavoz del CNPF declaró a EL PAIS: «el período 1972-75 ha supuesto un cambio decisivo en Francia y en todo el mundo occidental. Hasta el año 72, la inflación y los desórdenes monetarios apenas influían en la actividad de las empresas. Y por otra parte, la estabilidad de los jefes políticos y de los regímenes políticos occidentales parecía segura. Pero, tres años más tarde, todas éstas coordenadas políticas y económicas, han sido trastornadas: Nixon, Tanaka, Heath, Brandt, Franco, han sido reemplazados. En Francia, un equipo nuevo está en el poder. Entre los dos bloques, del Este y del Oeste, se ha establecido un equilibrio frágil. El izquierdismo, que se creía enterrado, emerge de nuevo, como un hecho político y sociológico y, al mismo tiempo, una crisis económica, de la que nadie había previsto la amplitud, se ha abatido sobre el mundo, con 18 millones de parados en los 18 países de Occidente.
Frente a tal situación, el Patronato galo, en la actualidad, lleva a cabo una política inspirada por cuatro preocupaciones fundamentales: ayudar a las empresas para superar la crisis, en primer lugar. Segundo: acentuar la política de expansión en el extranjero. Tercero: ayudar a los asalariados a soportar la crisis. Y cuarto, reforzar la empresa.
La empresa, centro de la economía
Sobre este último punto, el actual presidente del CNPF, señor François Ceyrac, declaró recientemente: «El porvenir de la empresa es el porvenir de nuestra economía. Esto implica la mejora de su competividad, hacerla más coherente y darle un puesto en la nación. Para ésto último, tenemos que llevar a cabo una política vigorosa de información, que dé a conocer al país lo que son las empresas. Hemos sido calumniados, vilipendiados de manera inadmisible. Pero nosotros no cederemos contra los que quieren abatir la libertad de iniciativa». El señor Ceyrac se refería, indirectamente, a la política de la izquierda. Tanto el Partido Comunista, como el Socialista, están cada día más implantados en la industria, con comités que minan el «poder sagrado del jefe de la empresa».
La resolución del CNPF para defender la supremacía de la gran empresa privada se revela en todas sus manifestaciones. Entre ellas destaca su esfuerzo informativo, con un catálogo de publicaciones realmente apabullante. Cerca de 100 títulos están programados para el año en curso, no sólo sobre las cuestiones económicas, sino también sociológicas, humanísticas... De manera particular, el CNPF se preocupa de instruir a sus adherentes y al público sobre los métodos de información modernos, como radio, TV, prensa escrita, y, todo esto, visto a través de su mentalidad empresarial.
Europa, unida «por la empresa»
En materia europea, el CNPF declaró a EL PAIS: «Por encima de todo tenemos que mantener lo ya adquirido, es decir: la libre circulación de bienes, de servicios y de personas. La tarifa exterior común y la política agrícola común. Tal como es, actualmente, la Europa de los nueve tiene una importancia vital para la economía francesa, pero quedarse en el "status quo" no es una solución duradera. La europa inacabada está condenada a disolverse en una impotencia burocrática. El problema de la Europa política está planteado y no hay otra alternativa».
El mismo portavoz del CNPF, para resumir el espíritu profundo que en estos momentos anima al patronato galo, declaró a EL PAIS: «Tanto si se piensa en Europa, como si se habla del mundo entero, Francia se siente en un mundo incierto y peligroso, para seguir viviendo, tendrá que contar con sus propios fuerzas más que con los buenos deseos de los países que la rodean y con el apoyo exterior».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.