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Sánchez Asiaín, preocupado por la escasez de recursos

«No hay fórmulas mágicas para eliminar la escasez de recursos». El presidente del banco de Bilbao, José Angel Sánchez Asiaín, no ocultó esta realidad a los accionistas de la entidad que en número de unos dos celebraron ayer junta general en un cine de la capital vizcaína. La junta se desarrolló dentro de los cauces estrictamente marcados por el orden del día, con dos únicas intervenciones a cargo del presidente y del consejero-delegado, Emilio Ybarra.El señor Sánchez Asiaín, se refirió primeramente a los cambios vividos por la sociedad española desde la celebración de la anterior junta, con dos acontecimientos capitales como fueron la muerte de Franco y el acceso del Rey don Juan Carlos a la Jefatura del Estado.

A lo largo de su alocución, expresó las razones que habían motivado la creación del cargo de consejero-delegado dentro del organigrama del banco. Este nombramiento ha exigido la modificación de varios artículos de los estatutos que fueron aprobados por unanimidad durante la junta general.

El nuevo consejero delegado, señor Ybarra, se dirigió a los accionistas en términos moderadamente optimistas. «Ya en la mitad del de 1976 -dijo- podemos decir que efectivamente la economía española parece haber reemprendido su marcha: el ritmo de actividad se mueve en cotas positivas. y Pudiera ser que el año marque un crecimiento del producto nacional bruto, en términos reales, algo superior al 2 por 100». Estas perspectivas, tras las cuales se encuentran los fundamentos del servicio de estudios del propio Banco de Bilbao, suponen una notable rebaja sobre las previsiones hechas públicas por el ministro de Hacienda, que recientemente confiaba en un crecimiento del PNB próximo al 4 por 100.

El nuevo consejero-delegado, manifestó asimismo que «los tres problemas de fondo de la economía española -paro, coste de vida y balanza de pagos- parecen de difícil solución a corto plazo».

Cerró la junta el presidente, señor Sánchez Asiaín, que dedicó palabras preferentes para resaltar el papel esencialmente técnico que juega la Banca, con una asunción de riesgos que, a su juicio, no es posible olvidar cuando se hacen ciertos planteamientos políticos.

En este orden de cosas, la técnica bancaria no puede hacer desaparecer el hecho básico de la limitación de recursos. «Los que pretenden resolver -señaló- a base de interferir en la función de la Banca, a base de desconocer los condicionantes y el rigor de la técnica, demuestran una confusión de ideas o de intereses. No puede ignorarse el principio de que la intencionalidad política no debe, ni puede ir en detrimento de las exigencias técnicas, salvo riesgo de estrepitoso fracaso y de perjuicio general. Es claro que la economía está subordinada a la política, que determina los fines, pero la política no puede alterar la racionalidad interna de la economía imponiendo fines contradictorios o inestables a cortísimo plazo.»

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