«Recetas para hacer liberales»
En un artículo publicado el pasado domingo día 23 de mayo por don Fernando Díaz-Plaja hace diversas afirmaciones.Se extraña el autor del artículo de mis manifestaciones referentes a la prohibición de manifestarse el día 20 de mayo. Que una organización legal, para un fin legal y de forma legal pida una autorizaciones, sin duda, para el talante liberal del señor Díaz-Plaja un increíble acto totalitario y horrible causa de escándalo público. No puedo compartir sus escrúpulos.
Pero vayamos al meollo del asunto. Don Férnando Díaz-Plaja, exhibiendo una generosa e indulgente memoria liberal, exhuma un recuerdo traumatizante. Lástima que el riguroso historiador tergiverse la cita con adiciones no existentes, como el lector comprenderá fácilmente. Y lamento también decepcionar nuevamente a mi censor, ya que no voy a hacer uso de su «Receta para hacer liberales», pues jamás he creído que con la liberación de Lérida por el Ejército Nacional se acabaran las libertades catalanas. Sólo el profundo sentido liberal del señor Díaz-Plaja puede suponer que en la zona republicana, dominio alternativo de la anarquía y la tiranía marxista, florecieran idílicamente libertades de ninguna clase: catalanas o iliturgitanas.
Yo, modestamente, señor Díaz-Plaja cumplía con mi deber y con el juramento de mi cargo, como, quisiera hacerlo siempre. ¿Por qué en cambio, el autor del libro tan horriblemente mutilado no optó por la gallarda, fácil, gratuita y liberal actitud de no admitir la competencia de la censura, a la que voluntariamente se sometió, y optó por la publicación del libro, sin consulta previa, remitiéndose al imperio de la Ley y, en último término, a la justa decisión judicial? ¡Qué fallo de la indómita fiereza independentista del riguroso autor de Otra Historia de España, colaborador, como su hermano Guillermo (en cuya boca hace mal en poner frases que nadie pronunció), de tan siniestra Dirección General!
Me halaga la referencia comparativa con el señor Fraga, a quien admiro desde los más lejanos días en que compartimos los mismos bancos de la Escuela Diplomática. Pero Fraga, evidentemente, es el hombre que más ha hecho y hace en España por implantar un régimen liberal, con el que se pueda estar más o menos conforme, que ésta es otra cuestión.
Correspondo gratamente a la amable invitación de don Fernando Díaz-Plaja, deseándole que también pueda encontrar un nuevo «Camino de Damasco». Si es cierto que al cambiar de profesión habrá perjuicio grave para la rigurosa historia, la imaginativa literatura o el valiente ejercicio del liberal periodismo, ganaríamos, con el pase de mi ilustre comunicante a la política activa, a un liberal de largo metraje que no vendría mal para España.
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