Romay, 16 años y 2,11 metros, techo del deporte español
Un joven gallego que sólo cuenta dieciséis años se puede convertir cuando debute en eljugador más alto de España en categoría nacional. Fernando Manuel Romay Pereiro nació en La Coruña el 23 de septiembre de 1959. Cuando sólo contaba diez años ya medía 1,85 metros de altura. En La Coruña nunca se planteó seriamente la práctica del baloncesto. Jugaba en un equipo, pero no se entrenaba y todo lo hacía en plan de amigos sin la seriedad. que sus condiciones físicas podían necesitar.A principios de la temporada pasada el Madrid tendió sus redes Por tierras gallegas y la captura no pudo ser más prometedora. Fernando contaba entonces catorce años y ya pasaba de dos metros -2,02 exactamente era su talla-: «Primero me trajeron para verme, luego me quedé. Creo que sólo influyó la estatura, ya, que hasta entonces no había jugado nunca».
De entonces a ahora han pasado dos temporadas casi completas. Los progresos de Fernando han sido grandes aunque le queda mucho camino por recorrer. Tengo mucho que aprender. Quiero, llegar hasta lo máximo en el baloncesto. Para jugar en él Real Madrid se necesitan muchas facultades, Primero me foguearé, en el equipo «junior» y si hago alguna incursión en el primer equipo me vendrá muy bien. Pero es difícil. llegar hasta ahí».
El estar al lado de Romay impresiona, sus condiciones físicas han llegado a límites no usuales en un muchacho de su edad. Los 2,11, metros de altura, muy bien acompañados de peso y aseptados sobre un 58 de pie, le hacen a uno sentirse disminuido. En la conversación es fácil, hasta tímido, lleno de humanidad.Es como un niño grande que, según los médicos, será más grande aún: «Sí, los médicós han dicho que puedo llegar a los 2,20 de desarrollo máximo, aunque puede ser que pase».
Sin duda, el esfuerzo de Fernando y la preparación a que está sométido, dan resultados apetecidos: «Por la mañana hago preparación física y por la tarde me entreno con todos los compañeros. Por mi parte no regatearé esfuerzos de ningún tipo, pienso sacrificarme al máximo para conseguir las más altas metas».
Confiesa que se te da mejor el balón que los libros: «Estudio primero de BUP y quiero seguir con los libros, aunque me gusta más el baloncesto, esta no puedo negarlo. Tengo que corresponder a la confianza depositada en mí. Cuando el Madrid fue a buscarme mi padre -trabajador portuario en La Coruña-, sabedor de las garantías que ofrecía el club, no puso ningún tipo de problemas». Lo que para el baloncesto es una gran ventaja para la vida cotidiana la acarrea algunos problemas: «Cuando llegué al Madrid no había zapatillas para poder entrenarme, me las tienen que traer de Estados Unidos. En un principio me arreglaba con unas de Walter, pero como me estaban tan pequeñas hubo que cortarle la parte de delante y jugaba con los dedos de los pies fuera». Los propios, técnicos del baloncesto español nos confirmaron que el mismo Carneseca -el que fuera gran jugador en las Ligas profesionales USA- quedó. seriamente sorprendido con las zapatillas y dijo no conocer a ningún jugador con esas dimensiones.
El capítulo de anécdotas de Romay está repleto: «La gente en la calle me mira y se ríe. En el autobús me ceden el asiento diciéndome que para que no vaya agachado. Me he tenido que acostumbrar a dormir encogido, porque aunque ponga un supletorio a la cama no es suficiente».
Se muestra muy ilusionado con su participación como componente de la selección «junior» en el torneo de Alcalá, donde se en frentará a las selecciones absolu tas de España, Cuba, Canadá y al equipo de la Universidad de San Francisco: «Esto supondrá una gran experiencia para mí. Allí tendré enfrente a hombres de mi estatura -más o menos- pero mucho más experimentados que yo». El trabajo es duro pero los resultados pueden ser muy provechosos para todos. Así es Fernando Manuel Romay Pereiro, un filón que hay que pulir.
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