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Tribuna:CRÓNICAS PRESIDENCIALES
Tribuna
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Jimmi Carter, de productor de cacahuetes al umbral de la presidencia USA

Durante las elecciones presidenciales de 1972, cuando era gobernador de Georgia James Earl Carter jr. (prefiere ser llamado Jimmy) recibió a los candidatos aspirantes del partido demócrata, en Atlanta. Según su propia versión, fue en ese momento en el que decidió presentarse como candidato presidencial.En su libro Why Not the Best (Por qué no el mejor), Carter relata que estaba tratando de evaluar a los integrantes de ese grupo cuando sintió que él mismo, por lo menos, era igual, si es que no tenía mejores calificaciones para llegar al puesto más alto en Estados Unidos. Desde ese momento, ha estado planificando su asalto a la Presidencia, con atención meticulosa puesta en cada detalle.

Hoy día, Carter se mantiene a la cabeza del Partido Demócrata. La designación como candidato que él buscó, está al alcance de su brazo. La temprana Incredulidad que le acompañó al principio, se ha transformado en admiración para muchos de sus compañeros demócratas y ha dado una imagen de desamparo a la jerarquía del Partido Demócrata, que desde el principio trató de bloquearle el camino. Según una reciente encuesta de Time Magazine, Carter podría derrotar fácilmente al presidente Ford si se enfrentaran en una elección ahora mismo.

Pero ¿quién es Jimmy Carter? Esta es una pregunta que todavía preocupa a muchos norteamericanos. Es probable que ningún político de los tiempos recientes se haya levantado tan rápido sin tener que revelar sus pensamientos básicos sobre una serie de asuntos decisivos para los Estados Unidos. Decir que Carter no ha tomado posiciones es falso, pero esas posiciones son a menudo de naturaleza muy general, caracterizadas por una ambigüedad que las rodea de un aura de misterio.

Pero en cuanto al propio Jimmy Carter y las raíces de su éxito, tenemos más elementos. Carter nació en Plains, Georgia, el 1 de octubre de 1924. Hijo de un modesto tendero, en realidad era su madre la que tenía una visión más amplia del mundo, desde el momento que tuvo la oportunidad de trabajar como voluntaria en la India. Carter se graduó en la Academia Naval de Annapolis, en Maryland (era el número 59 en rango por calificaciones en una clase de 820 guardiamarinas). Allí, Carter fue descubierto por el almirante Hyman Rickover, el padre del submarino nuclear norteamericano. Carter trabajó con Rickover en el primer proyecto de submarino nuclear.

En 1953, a la muerte de su padre, Carter regresó a Plains para hacerse cargo del negocio principal de la familia: la producción de cacahuetes. Como resultó mejor hombre de negocios que granjero, levantó rápidamente la empresa familiar. En 1966 hizo su ingreso en la política, logrando un tercer lugar en una elección para gobernador de Georgia. Pero cuatro años después hizo otro intento, esta vez coronado por el éxito.

Aunque el padre de Carter era un acérrimo segregacionista, él ha sido más bien moderado en. cuestiones raciales. Después de la decisión de 1954. de la Corte Suprema para eliminar la segregación en los colegios, Carter se negó a integrar un consejo de ciudadanos blancos que se había organizado para luchar contra el delandato de la Corte. En su discurso inaugural como gobernador, declaró que el tiempo de la discriminación racial había pasado. De inmediato, designó más negros para puestos del gobierno del Estado que cualquier otro gobernador. Su posición moderada en lo racial le ha servido para ganar el apoyo de negros sureños.

Entre las personalidades negras que apoyan a Carter se incluye al padre del desaparecido pastor Martin Luther King jr., el miembro del Congreso Andrew Young, que estuvo muy ligado a Luther King, el alcalde de Atlanta, Maynard Jackson y el campeón mundial de boxeo Muhammad Ali.

Su periodo de cuatro años como ganador de Georgia transcurrió sin escándalos, lo que resulta muy extraño en ese Estado, y usando las técnicas que aprendió en los negocios, procedió a una reestructuración masiva de las instituciones del gobierno del Estado para hacerlas más efectivas, en las exigencias de los Estados modernos.

Pero lo más interesante en su campaña presidencial. La estrategia total de esta campaña se estableció inmediatamente después de la última campaña presidencial de 1972, en una serie de memorandums escritos por el jefe de su estado mayor, Hamilton Jordan. En esos memos Carter señala que su campaña debe responder a una pr9funda sed de liderazgo moral que hay en. Estados Unidos. Jordan predijo con precisión que esa demanda moral iba a crecer durante, el segundo período de Richard Nixon, Con el fin de la guerra de Vietnam y el affaire de Watergate, el grapo íntimo de Carter, formado por cuatro, hombres con edades de los 26 a los 30 años, modeló una estrategia dirigida a imprimir la restauración de la confianza en los Estados Unidos. Los memos de 1972 señalaban que Carter tenía la sonrisa de Kennedy y el populismo de George Wallace, sin los matices de agrio racismo que caracterizaron a las campañas de éste.

Carter ha seguido fielmente esta estrategia desde que anunció su candidatura para la Presidencia en 1974. Una vez y otra ha dicho en sus discursos: Jamás mentiré, para agregar que si alguna vez traiciona la confianza de los electores, éstos deberían quitarle el apoyo. Ha hablada reiteradamente de un gobierno competente y comprensivo

Es con este atractivo, dirigido a una población insegura después de los shocks de los años recientes, que busca un liderazgo moral, para el que Carter ha encontrado una respuesta en el electorado norteamericano este año. Es evidente que hasta el momento, aquellos que han votado por Carter en un Estado vi otro están más interesados en lo que es y en lo que representa, que en lo que dice sobre los temas fundamentales.

Según reconoce él mismo, Carter es un hombre profundamente religioso, Ha dicho que reza o piensa en Dios por, lo menos 25 veces por día. Dice que en sus oraciones nunca le pide al Todopoderoso éxitos, pero sí, en cambio, que le guíe para hacer las cosas correctamente.

La hermana de Carter, a quien se atribuye haber hecho curaciones a base de fe, se ha mantenido alejada de la escena en los últimos tiempos, pero no hace mucho anunció que había curado a gente gravemente enferma sólo gracias a sus plegarias.

Pero ninguna de estas cualidades probablemente hubiera servido si Carter no fuera uno de los grandes organizadores políticos que ha aparecido en el panorama norteamericano de este siglo. Es probablemente el mejor desde el surgimiento de John Kennedy en 1960. Detrás del buen aspecto, el cabello color ceniza, la sonrisa rápida y los fríos ojos azules, hay una mente de acero envolvente y una cierta dureza. Es esta dureza y determinación, unida a una confianza suprema, la carta más fuerte de Carter. Desde que decidió presentarse a presidente, nunca dice «Si llego a ser presidente », siempre afirma «Cuando sea presidente. » Y debido a que nadie en el Partido Demócrata realmente creía al principio en su candidatura, resulta que si Carter gana la nominación, habrá logrado ese éxito con el menor número de compromisos políticos de que se tiene reciente memoria. Y este hecho alarma a la jerarquía del partido. Argumentan que la campaña de Carter es un círculo cerrado que excluye a todos los que no fueron los íntimos colaboradores, y que esos hombres cercanos a Carter, jóvenes e inexpertos, no son competentes para los inmensos problemas del Gobierno Federal. Robert Schrum, que ha esceito discursos para John Lindsay, McGovern y Edmund Muskie y que se sumó a la campaña poco antes de la primaria de Pensilvania, la abandonó tan sólo diez días después, acusando que la campaña de Carter era la más deshonesta que jamás había visto. Es difícil evaluar la confiabilidad de las acusaciones de Schrum, que en el pasado ha sido, poco menos que una máquina de escribir que se arrienda. Pero ciertos liberales demócratas, incluyendo el columnista Joseph Kraft, han intensificado los ataques contra Carter, después de la defección de Schrum.

Es muy difícil decir qué clase de presidente será Carter. En verdad, la historia ha demostrado dramáticamente que es imposible saber cómo van a reaccionar los presidentes estadounidenses a las presiones y exigencias del cargo hasta que realmente lo asumen. Cuando alguien habla de la inexperiencia de Carter, debe recordar que en 1960 John Kennedy era un oscuro miembro del Senado, con antecedentes relativamente modestos en ese cuerpo.

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