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El año que Nadal, Federer y Djokovic* no dejaron huella

La eliminación del serbio en Nueva York subraya el cambio de guardia tras 22 años de dominio en los que los tres fueron garantía de éxito en los grandes escenarios

Djokovic
Djokovic, durante el partido contra Popyrin en la central de Flushing Meadows.CJ GUNTHER (EFE)
Alejandro Ciriza

Se cae Novak Djokovic del cartel, vencido por Alexei Popyrin en la tercera ronda, e inmediatamente se dispara el dato: por primera vez desde 2002, ninguno de los tres gigantes —él, Rafael Nadal y Roger Federer— registrará su nombre en el historial de los cuatro grandes. Año extraño, pues. De momento, gloria para Jannik Sinner (Australia) y Carlos Alcaraz (Roland Garros y Wimbledon), a la espera de que se dirima este US Open cuya resolución puede ir por cualquier sitio. Todo abierto en el cuadro masculino. Se subraya, en cualquier caso, lo que ya venía sucediendo; la transición definitiva de una era a otra. Seguirá guerreando el serbio, siempre y cuando le respete la rodilla, pero la nueva generación ha adoptado definitivamente el mando y la vieja guardia sigue desfilando en dirección a la puerta de salida que abrió Federer hace dos años.

Nadal sigue en activo y, hasta donde se sabe, palabras de él, tiene la voluntad de seguir compitiendo. Se desconoce hasta dónde le permitirán viajar su cuerpo y su mente, erosionados uno y otro apartado de tanta lesión y tantísimo tiempo en la reserva; 22 partidos (distribuidos en siete torneos) ha disputado este año el balear, que reaparecerá sobre la pista en el contexto de la Laver Cup de Berlín —del 20 al 22 de este mes— y que apura todas las opciones antes de tomar una decisión definitiva, a sus 38 años. Con 41 se retiró Federer, pero sin haber pisado apenas la pista las dos últimas temporadas que seguía en activo. Y 37 tiene Djokovic, quien más allá de una lesión en el codo, bien subsanada hace seis años, apenas había sufrido el azote del infortunio físico. Sin embargo, el menisco de su rodilla derecha crujió en junio —la misma que descabalgó al legendario Federer— y está por ver cómo reacciona a medio plazo.

En cualquier caso, pese a haber tenido que pasar por el quirófano logró su verdadero objetivo del curso, el oro olímpico. Monumental triunfo el de París. Otra historia ha sido su rendimiento en el territorio de los grandes, donde por una razón u otra no ha conseguido añadir una última muesca ni atrapar el ansiado 25 que le desmarcaría de la australiana Margaret Court. En Australia fue arrollado por Sinner en las semifinales; en Roland Garros la articulación le impidió jugar los cuartos; milagrosamente llegó a Londres, pero a diferencia de la edición anterior, al que todo el mundo señalaba como favorito en la final era Alcaraz y el murciano correspondió. En líneas generales, un juego más bien discreto a excepción del majestuoso paréntesis olímpico, coronado con una obra maestra en la Chatrier.

Allá, Nole se quedó completamente vacío. Lo dio todo.

Nadal, el 27 de julio en los Juegos de París.
Nadal, el 27 de julio en los Juegos de París.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

“Honestamente, haber llegado a la tercera ronda ha sido un éxito”, admite tras haber cedido por 6-4, 6-4, 2-6 y 6-4 ante Popyrin, el 20º del mundo y reciente ganador en Canadá. “Gasté mucha energía para ganar el oro, así que llegué aquí sin sentirme fresco física ni mentalmente. No he tenido ningún problema físico, pero me faltaba gasolina; se ha podido comprobar por cómo he jugado… Lo he intentado, pero si pierdes los cimientos, el movimiento, el tempo, el ritmo, todo… No eres capaz de encontrar tu juego, eso es todo. Se cae a pedazos”, explica el de Belgrado, que el curso pasado alzó tres Grand Slams, el año previo otro y en 2021 otros tres; coleccionista él, no se quedaba en blanco desde 2017 y para dar con las otras dos veces que no atrapó ningún trofeo hay que retroceder hasta 2009 y 2010.

Medvedev, Zverev... y Sinner

“Este US Open ha sido una lucha mental desde el principio”, arguye, fuera ya de la quiniela. Y sin él, el paisaje que ahora queda en Nueva York es tan incierto como atractivo. Su baja y la de Alcaraz suponen un extraordinario estímulo para el resto de los contendientes, con Jannik Sinner, en su condición de número uno, lógicamente a la cabeza. Progresa el italiano (6-1, 6-4 y 6-2 a Christopher O’Connell) y su juego va adquiriendo volumen, cada vez más incisivo y sostenido por el aval de la semana previa en Cincinnati, donde triunfó. Después se levantó la polvareda por el asunto del clostebol —el doble positivo detectado en marzo en Indian Wells— y con el paso de los días, aumenta la sensación de que está sabiendo gestionar interiormente el tema y de que el ruido en torno a él, ya en los octavos, pierde fuerza; otra será si llega a la cota final o si se encumbra.

Sinner volea durante un partido.
Sinner volea durante un partido. JOHN G. MABANGLO (EFE)

“Esto [las eliminaciones] demuestra que el deporte es impredecible. Cada vez que bajas un poco el nivel, ya sea físico, mental, físico o de juego, al final tiene un impacto sobre el resultado. Los dos jugadores contra los que perdieron hicieron un tenis increíble, así que estas cosas pasan. Yo me centro en las cosas que tengo que hacer y luego ya veremos qué pasa”, indica, sabiendo que se encontrará con Tommy Paul en la próxima estación y de que aprovechada la autopista, idónea lanzadera, le aguardan las rampas de verdad. Ahí están afilándose los dientes el ruso Daniil Medvedev o el alemán Alexander Zverev, por encima ambos de otras candidaturas más livianas. El primero conquistó el torneo en 2021 y disfruta en una pista que le va como un guante, también finalista en 2019 y 2023, y el segundo intentará sacarse la espina de la final perdida en 2020 contra Dominic Thiem, así como dar el paso definitivo en el territorio de los grandes que tanto se le resiste.

Después de 22 años, también se les ha resistido a los tres mitos. Mientras Federer hace negocios y disfruta de las montañas suizas con los suyos, Nadal trabaja a destajo en la sombra para recuperar la competitividad perdida y Nole se marcha sin premio alguno de Nueva York, más allá de haberlo intentado pese a haber llegado sin ni el ánimo ni la artillería suficientes. Pierde una plaza en el listado —es virtualmente cuarto, y podría descender incluso al quinto puesto—, mientras los aficionados todavía digieren el transcurso de los acontecimientos, que revelan una excepcionalidad: dos de los tres primeros cabezas de serie masculinos han caído en la primera semana, circunstancia que solo se había producido un par de veces desde el nacimiento de la Era Abierta (1968): en 1973, cuando cayeron temprano Ilie Nastase y Arthur Ashe, y en 2000, eliminados entonces Andre Agassi y Gustavo Kuerten. El tenis, definitivamente, dibuja ya una nueva época tras dos décadas extraordinarias.

BOUZAS, SIN OPCIÓN ANTE PEGULA

A. C. | Nueva York

Tras la agitada noche anterior, la gallega Jessica Bouzas cedió este sábado ante su tocaya Pegula por un doble 6-3 (en 1h 10m). La española, de 21 años, se topó con una de las jugadoras más en forma del circuito, que recientemente había conquistado Montreal y también alcanzó la final de Cincinnati, además de gozar de una regularidad importante en el torneo; por tercer año consecutivo jugará los octavos, en esta ocasión ante la rusa Diana Shnaider.

Bouzas se marcha con las buenas sensaciones adquiridas y después de haber desembarcado de nuevo en la tercera ronda. Dos triunfos más en un gran escenario y desde Wimbledon, un ascenso reseñable en el ranking. Ahora es la 59ª, únicamente por detrás de Paula Badosa entre las representantes españolas. La catalana, ya única represente española, peleará esta tarde en los cuartos (17.00, Movistar+) con la china Yafan Wang (80ª).

Al margen de esto, la jornada se llevó por delante al hombre que eliminó a Alcaraz en la segunda ronda, el neerlandés Botic van de Zandschulp. Tras el pelotazo ante el de El Palmar, un 6-3, 6-4 y 6-2 favorable al inglés Jack Draper.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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