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Los mordiscos de Draper neutralizan a Alcaraz

El español, campeón hace un año en Queen’s, cede ante el inglés en los octavos de final (7-6(3) y 6-3, en 1h 39m) y cierra una secuencia de 13 triunfos sobre hierba

Alcaraz sirve durante el partido contra Draper en Queen's.
Alcaraz sirve durante el partido contra Draper en Queen's.Paul Childs (Action Images via Reuters)
Alejandro Ciriza

En estos tiempos en los que escasean los especialistas, Jack Draper se postula como una atractiva y romántica alternativa sobre la hierba, el territorio de los intrépidos. Natural de Sutton (al suroeste de Londres), de familia tenística y con una propuesta animosa, sugerente y brava, el inglés interrumpió la magnífica secuencia de Carlos Alcaraz sobre la hierba —13 victorias consecutivas, a solo una de la que firmó Rafael Nadal entre 2008 y 2010— y lo apeó en los octavos de Queen’s: 7-6(3) y 6-3, en 1h 39m. De esta forma, el murciano no logró defender el título obtenido hace un año y perderá jerarquía en el ranking —del segundo al tercer puesto, con Novak Djokovic como beneficiado— antes de Wimbledon, donde también intentará defender la corona a partir del 1 de julio. Prevaleció el apetito del incisivo británico, citado ahora con Tommy Paul en los cuartos.

Cuando el sorteo insinuó el teórico recorrido, Alcaraz y su equipo detectaron un potencial punto de conflicto en la segunda estación, por donde podía asomar Draper. El jugador inglés, un torreón de magnífica complexión —1,93 de estatura, zurdo y de extremidades largas, habilidoso en la movilidad—, todavía es un desconocido a ojos del gran público, pero llama la atención de los especialistas porque va dibujando una interesante progresión —31º del mundo a sus 22 años— y, además, parece no tener reparos en recoger el testigo histórico del escocés Andy Murray, el último campeón británico. Tiene hambre, buenas hechuras, molde moderno y, en el contexto más inmediato, el de la hierba, se mueve como pez en el agua. Venía de ganar en Stuttgart su primer título en la élite, muy amenazante, y consumó: Alcaraz, mordido por un tiburón.

“Ha sido un partido regular por mi parte. A nivel tenístico no he estado a la altura, y también me he visto regular de físico y de movilidad”, precisó Alcaraz, más estático de piernas de lo habitual; “pero bueno, hay que darle la enhorabuena a Jack porque ha hecho un partido bastante completo. Ha sacado muy bien y no me ha dejado entrar en una buena dinámica, y eso a lo mejor me ha provocado un poco de frustración y de no encontrar el camino correcto de cómo enfocarlo”.

Resistió el murciano a la agresividad del rival durante la primera manga, pero en los instantes cruciales, cuando debía dar un paso al frente en vez de contemporizar, se quedó a medio camino y se inclinó. La valentía y el paso adelante, tan indispensables dentro de ese maletín; fundamentales sobre césped. Faltó fuego, algo más de rebeldía. Así que Draper, más decidido, prácticamente impecable en la ejecución, abordó con todo, trazó una renta prácticamente insalvable —1-6, antes de sellar— y demarró. “¡No fallo ni una en el entreno y ahora todas!”, se reprochaba el de El Palmar, menos vigoroso que en el estreno del martes ante Francisco Cerúndolo y a remolque. Los reveses cortados del inglés y su solidez con el servicio, sin aflojar, de menos a más, apenas le concedieron opción. Y a la reacción tardía e insuficiente en el desempate le siguió otra dentellada letal.

Draper volea en la red.
Draper volea en la red.Paul Childs (Action Images via Reuters)

Puertas cerradas hasta entonces, Draper continuó afilándose en la fase ofensiva y su mayor determinación encontró recompensa en el sexto juego de la prolongación, cuando clavó un resto ganador de revés, paralelo, y logró el break que inclinó el terreno definitivamente a su favor. Al calor de la grada le añadió la buena inercia, y sobre todo el temple necesario para abortar la intentona final de Alcaraz. Ante cada situación de apuro, más aplomo, más pegada —24-20 en ganadores— y más saque del británico, abriendo hacia al revés para ganar pista y abrochar el punto con seguridad. Llegó a disponer Alcaraz de un 0-30 con ese 4-2 adverso, se revolvió al final, pero se encontró con una respuesta deliciosa del ganador ante la única opción: dejada a bote pronto, de revés, como mandan los cánones. Y adiós.

“No supone nada de cara a Wimbledon. Al final es solo un torneo, y no podemos ganar todos los torneos a los que vamos. Debo aceptar las derrotas tal y cómo vienen, e intentar mejorar. Lo positivo es que ahora tengo tiempo para prepararme física y tenísticamente bien”, apuntó, a la vez que descartó rodarse la próxima semana en Hurlingham, como los dos años previos. “Aún no he pensado qué haré, pero no creo que vaya a jugar ninguna exhibición. Ahora prefiero estar concentrado en los entrenamientos, en jugar puntos y sets, y sobre todo en estar enfocado en la preparación física. No he tenido entrenamientos específicos para hierba, así que voy a aprovechar para ponerme bien, en forma”, zanjó.

QUEJA POR EL NUEVO CRONÓMETRO: “ES UNA MANERA DE AHOGAR AL JUGADOR”

A. C.

La ATP, que ya implementó el cronómetro hace seis años para limitar el tiempo empleado por el tenista en cada turno de servicio, experimenta estos días en Queen’s y Halle (Alemania) un nuevo giro normativo. En concreto, ensaya con una novedad por la que el reloj empieza a correr en el instante en el que finaliza el punto, y no cuando el árbitro termina de cantarlo. La maniobra reglamentaria busca agilizar los partidos, pero al parecer, no satisface en absoluto a Alcaraz.

“La han puesto y no han consultado nada. En primera ronda no noté lo de hoy, fue normal; no sentí esa presión del tiempo todo el rato. Pero lo de hoy ha sido totalmente diferente, y por eso me ha sorprendido el doble. Me parece totalmente un error no dar tiempo al jugador. Aquí [en hierba] no hay intercambios muy largos, pero si los hay o bien terminas en la red, no te da tiempo ni a pedir las bolas; te da tiempo a pedir dos, pero casi no puedes ni botarla; directamente tienes que sacar”, protestó.

“Es una manera de ahogar al jugador, de no dejarle hacer sus rutinas ni dejarle respirar entre punto y punto, lo cual influye en el espectáculo, porque no permite que demos el cien por cien en cada punto. Y a mí, personalmente, no me gusta nada”, prolongó; “no digo que hoy haya perdido por ello, pero he tenido que lidiar con ello y nunca me había pasado algo así”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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