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La libreta de Conchita impulsa la precocidad de Mirra Andreeva

La rusa tumba a la dos del mundo, Sabalenka, y con 17 años se convierte en la semifinalista más joven en un grande desde la suiza Martina Hingis en 1997

Mirra Andreeva sirve durante el partido contra Sabalenka en la Philippe Chatrier de París.
Mirra Andreeva sirve durante el partido contra Sabalenka en la Philippe Chatrier de París.Yves Herman (REUTERS)
Alejandro Ciriza

A la joven Mirra Andreeva le tiembla la voz. Lógico. Tiene 17 años, acaba de derribar a la número dos del mundo (6-7(5), 6-4 y 6-4 a Aryna Sabalenka) y se expresa ya como la semifinalista más joven de un gran torneo desde que una tal Martina Hingis, cinco grandes y cima para la maravilla suiza, alcanzase la penúltima ronda del US Open en 1997. Así que de repente, a la advenediza rusa se le ha olvidado todo, porque al fin y al cabo, pisará por primera vez una cota tan alta en un escenario de semejantes características. Impone siempre la Chatrier, pero entre bola y bola, ni se inmuta. Frente a la fogosidad frustrada de la rival, mermada por una indisposición estomacal y que hasta ahora no había concedido un solo set, una pelota más dentro.

“No tenía muy claro a veces cómo iba el marcador, porque traté de no concentrarme en eso. Y en el segundo punto de partido, intenté imaginarme que tenía que salvar una bola de break. Mi entrenadora y yo teníamos un plan, pero no me acordé de nada”, se sincera. Y sonríe y aprueba y observa con ternura desde el banquillo Conchita Martínez, que algo sabe de esto y algo tiene que decir sobre el golpe de riñón que ha dado la rusa. El año pasado ya insinuó, destapando el potencial de su tenis en la Caja Mágica (cuartos) y volviendo a hacerse notar después en Wimbledon (octavos), y brilla ahora en París, marco de un retroceso histórico en el tiempo.

El tenis, deporte abonado a la precocidad, exhibe orgulloso a la última joya: diestra, revés a dos manos, 1,75 de estatura y movilidad. Ante todo, naturalidad y espontaneidad. Tenía que suceder. “Simplemente, salgo y juego, aunque siempre se pueden hacer ajustes”, señala, mientras Conchita apunta una y otra vez en la libreta. “Tiene muchos textos, y después nos reunimos y hablamos sobre todo ello. Me pide mi opinión, con qué patrón de juego me siento más cómoda. Sabe insuflarme energía y hacer que sea más optimista. Nos reímos mucho y todo eso hace que no tenga tanta tensión durante los partidos”, concedía estos días en los que ha dejado atrás a Bektas (98ª), Azarenka (21ª), Stearns (62ª), Gracheva (88ª) y ahora, a Sabalenka.

Sin haber alcanzado siquiera la mayoría de edad, ya es la 38ª del circuito y la campanada contra la bielorrusa, desdibujada de principio a fin, le catapultará hasta el puesto 23º. Cuando se le pregunta, Conchita la describe como trabajadora y competidora, una “esponja”, y aprecia por encima de todo su capacidad de escucha. En abril, coincidiendo con el torneo de Madrid, empezaron un proceso de prueba abierto, sin plazos marcados, que se extendió a Roma y ahora al Bois de Boulogne. El vínculo no solo prospera, sino que gana cuerpo y podría cristalizar si el rendimiento continúa por los mismos derroteros.

Dos vías: Raducanu o Gauff

“No diría que soy una persona negativa, pero me cuesta ser feliz cuando veo que no todo va bien. Ella me ha enseñado a encontrar felicidad en las pequeñas cosas que hago bien dentro de la pista. Ojalá que tengamos un gran futuro juntas”, se pronuncia la siberiana, cincelada en la escuela de Cannes —acompañada de su hermana Erika, 18 años, derrotada por Sabalenka en la primera ronda— y que disfruta de la quinta experiencia en un Grand Slam. No le ha hecho falta apenas recorrido para dejar las primeras huellas y decir que está aquí: desde el 99, cuando Jelena Dokic pudo con Martina Hingis en Wimbledon, no había nadie tan joven que fuera capaz de tumbar a una número dos; y se rebobina hasta el 90, Seles a Graf, para aplicar el dato a Roland Garros.

Queda por ver ahora qué rumbo toma ahora, la doble posibilidad de la bifurcación: la de una simple explosión a lo grande y una temprana desaparición, caso de la británica Emma Raducanu, por ejemplo, o la ruta de la constancia y de la determinación escogida por la estadounidense Coco Gauff, finalista aquí hace dos años (con 18) y que el pasado verano triunfó en Nueva York, ya con 20. Inspirada por el espíritu guerrillero del escocés Andy Murray y representada por la multinacional IMG , que rara vez deja escapar ya a cualquier joven talento, encara ahora un cruce inesperado con Jasmine Paolini, primeriza también en una semifinal de tanta envergadura.

Contra todo pronóstico, la italiana, de 28 años y 15ª del mundo, una jornalera del circuito, apea a Elena Rybakina (6-2, 4-6 y 6-4) y el panorama que teóricamente se vislumbraba salta en mil pedazos. Caen la kazaja y Sabalenka, a priori las favoritas en estos dos cruces del miércoles, y por el otro lado cobran más fuerza las candidaturas de Iga Swiatek y Gauff, citadas en la primera semifinal de este jueves (15.00, Eurosport; a continuación, la siguiente). El desnivel es evidente, pues. Tras la coronación de Jannik Sinner, nuevo rey de la ATP, Paolini subraya el feliz momento del tenis de su país y sigue los pasos de Francesca Schiavone, campeona en 2010 y finalista en 2011; Sara Errani, subcampeona en 2012; y Martina Trevisan, semifinalista en 2022.

ZVEREV, ASIDUO DE LAS SEMIFINALES

A. C. | París

Alexander Zverev, de 24 años y número cuatro del mundo, disputará las semifinales del torneo al imponerse al australiano Alex de Miñaur por 6-4, 7-6 (5) y 6-4, en 2h 59m. Serán las cuartas consecutivas que juegue el alemán, verdugo de Rafael Nadal en la primera ronda. 

Es su octava semifinal de Grand Slam, con la que iguala las que ha disputado hasta ahora Daniil Medvedev, líderes ambos en este apartado entre los jugadores nacidos desde 1990.

El viernes se medirá con el noruego Casper Ruud, que no tuvo la necesidad de saltar a la pista por el abandono de Novak Djokovic como consecuencia de una lesión de menisco de que la que se operó este miércoles en París.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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