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El “espectacular” curso de Carlos Alcaraz (con un par de peros)

El número dos cierra 2023 con un balance magnífico y convertido en la mayor amenaza para Nole, aunque pendiente del físico y de “ser profesional todo el año”

Carlos Alcaraz
Alcaraz celebra un punto durante las semifinales de la Copa de Maestros contra Djokovic, el pasado sábado en Turín.GUGLIELMO MANGIAPANE (REUTERS)
Alejandro Ciriza

Carlos Alcaraz se atusa el flequillo de derecha a izquierda, tic que ha cogido desde hace un tiempo, sonríe y define en las entrañas del Pala Alpitour antes de irse de vacaciones, bien merecidas visto lo visto. “Este año ha sido espectacular, qué voy a decir. Hay que recalcar también que he ganado 2.000 puntos más que el año pasado, y eso sin haber jugado en Australia; ahí perdí la oportunidad de sumar muchos puntos en un Grand Slam y, aun así, ha sido mi mejor temporada, increíble. He jugado grandes partidos y creo que he ido mejorando poco a poco”, aprecia el murciano, que firmaría a ojos cerrados, dice, un 2024 similar: Sí, sí, ¿dónde? ¿dónde hay que firmar?”.

El murciano responde satisfecho, pero desconoce que al otro lado de la lona le escucha su preparador, Juan Carlos Ferrero, que posteriormente atiende a los enviados especiales y contesta a la pregunta de este periódico con un pequeño tirón de orejas que, piensa, obligará a reflexionar al tenista de cara a la próxima temporada. Se le cuestiona al técnico sobre el descenso del rendimiento de su jugador tras el US Open, situación que ya se produjo en 2022, y no se anda con rodeos: hoy día, ser tenista de élite significa serlo los 365 días del año –366 en el horizonte bisiesto–, sin interrupción, dentro y fuera de la pista. No hay treguas ni la posibilidad de dejarse ir unas horas.

“Para ser un gran profesional, hay que controlar todas las áreas. Entrenar tres horas durante el día en la pista y luego está el resto del día fuera”, precisa Ferrero, rostro afilado a sus 43 años y tan exigente consigo mismo como con el tenista; “en ese aspecto también hay que aprender a ser un gran profesional todo el año y hacer las cosas cuando toca; entrenar cuando toca, pasárselo bien cuando toca, desconectar cuando toca y, bueno, en ese aspecto hay que mejorar ciertas cosas que él sabe, así que está intentándolo…”.

Entiende el entrenador que a Alcaraz le ha penalizado otra vez cierta dispersión durante el último tercio de la temporada. Sucedió la anterior, cuando los compromisos comerciales y de otra índole, unidos a la fama creciente, le despistaron tras conquistar el US Open, y se ha repetido el bajón en el tramo final de este año que empezó mal –ausencia en el Open de Australia por un percance muscular– y que se cierra tal y como lo señala el protagonista: “Ha sido espectacular, pero también debo aprender que, como dice Juan Carlos, que tiene toda la razón del mundo, la temporada de un tenista va de enero a noviembre; no acaba en julio, agosto o septiembre, sino en noviembre. Quizá me ha costado asimilarlo y lo tengo que mejorar”.

Estilo, esfuerzos y calendario

“No estoy a su nivel, le quiero ganar. Así que debo mejorar”, se impone con decisión. “Debería ser beneficiosa. Él es crítico y lo sabe perfectamente”, contesta Ferrero; “muchas de las derrotas que le duelen, como por ejemplo lo que ocurrió en Roland Garros, le sirven; esa le ayudó en Wimbledon. Al final le pican y le sirven para darse verdaderamente cuenta de cuáles son sus debilidades y cuáles son sus virtudes, para mejorar cosas”.

Alcaraz sirve durante un partido en Turín.
Alcaraz sirve durante un partido en Turín.Valerio Pennicino (Getty Images)

Al margen de la regularidad –dificultada por el “cansancio mental” acumulado– y el salto que busca para rendir a Djokovic, otro aspecto que inquieta a Alcaraz y a su equipo son las lesiones. El muslo le apartó de Australia; el isquio le perjudicó en la final de Río de Janeiro frente al británico Cameron Norrie; una artritis postraumática en la mano izquierda y molestias musculares en la columna le privaron de Montecarlo; se acalambró en París por la tensión, ante Nole; y un problema en la fascia izquierda unido a unas molestias en la zona lumbar le obligaron a renunciar a Basilea por precaución.

Su estilo, tan estético como agresivo, demanda que en ocasiones sepa levantar el pie del acelerador y que aprenda a leer mejor las situaciones, en perspectiva, a ano atorarse y a dosificar esfuerzos tanto en la competición como en el día a día. En ello está el murciano, conociéndose y conociendo el entorno a sus 20 años. “Ha sido, junto con un par de jugadores, el que menos torneos ha jugado en todo el año, por lo cual, menos es difícil jugar. Al final no es que haya jugado tantos torneos, pero sí ha jugado muchos partidos; si eres muy bueno vas a jugar estos partidos mucho tiempo, así que hay que hacerse a la idea, ser profesional en ese aspecto y saber que es tu trabajo y aceptarlo”, abunda Ferrero, pensando ya en la pretemporada.

DESCANSO, PRETEMPORADA Y ‘BOLOS’

A. C. | Turín

El mismo domingo por la noche, Alcaraz y su equipo regresaron de vuelta a casa, donde disfrutará de unos días de descanso antes de cruzar el Atlántico para disputar una exhibición el día 29 en La Monumental de México, ante 42.000 espectadores y frente al estadounidense Tommy Paul.

Posteriormente volverá a Murcia y tras otra breve franja de tranquilidad, se pondrá manos a la obra de nuevo en Villena (Alicante). Allí comenzará el trabajo de pretemporada de la mano de Ferrero y los preparadores físicos, con el objetivo de llegar con la base adecuada al Open de Australia.

Antes del viaje a las antípodas, el tenista participará en otra exhibición en Arabia Saudí, donde se medirá con Djokovic en Riad. Luego, su idea es empezar a competir directamente en el grande australiano, aunque podría disputar algún ensayo previo sin carácter oficial.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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