Brasil, entre Pelé y Neymar
La selección sudamericana busca los cuartos contra Corea del Sur con la preocupación por la salud de ‘O Rei’ y la incógnita del tobillo del 10
Tite maneja la presión de dirigir a los favoritos con la calma de un iluminado, pero hay un asunto capaz de sacarle de esa especie de leve trance y depositarle de lleno en la emoción. Pelé lleva unos días ingresado en el Hospital Israelita Albert Einstein de São Paulo con una infección pulmonar y sometido a quimioterapia por un cáncer de colon, según el último parte médico. Brasil se encontraba este domingo en la víspera de su enfrentamiento de octavos de final contra Corea del Sur (20.00, Movistar), y Tite hablaba de Neymar, que ya entrena, del resto de lesionados, de la derrota ante Camerún, de todo; hasta que le recordaron lo que le sucedía a Pelé. Le cambió el semblante: “Tenía que haber empezado por ahí”, lamentó.
“Voy a hablar desde el sentimiento. Tal vez sea la única persona que hiciera que me pusiera nervioso antes de ir saludarle. Estoy hablando de emoción. Estábamos sentados en 2018 y me dicen: ‘Ve a darle un abrazo a Pelé’. Me levanté y temblé. Me sudaban las manos, me subieron las pulsaciones”, contó. “Salud, Pelé. Te mando el cariño de todos nosotros”.
La hospitalización de O Rei y algunas informaciones más alarmantes sobre su estado han puesto en guardia al Mundial, donde el fútbol avanza a su ritmo, pero que ha empezado a asomar por todas partes mensajes para el mito. Uno de los fondos del estadio 974 se cubrió el viernes antes del Camerún-Brasil con una camiseta amarilla en la que se leía: “Pelé, recupérate pronto”. Al día siguiente, la misma leyenda apareció en la iluminación de la torre conocida como Antorcha de Doha, un edificio de 300 metros de altura diseñado por el arquitecto libanés Hadi Simaan que se levanta al lado del estadio Al Khalifa. La fachada del rascacielos, que alberga un hotel, mandaba su apoyo a Pelé y después publicitaba el perfume Sauvage. También iluminó la Corniche, la bahía de Doha, desde la fachada del Commercial Bank.
La preocupación por Pelé, ese murmullo de fondo en Qatar, late también de manera intermitente en la concentración de Brasil, a punto para emocionar a Tite, que antes se había empleado en la otra incertidumbre que ocupa estos días a los brasileños. Neymar se fue hace semana y media del primer partido, contra Serbia, cojeando, lloroso y con el tobillo derecho de un muñeco inflable. Pelé y él no solo han compartido el 10 de la Canarinha en los mundiales, también una desgraciada colección de lesiones. Después de que la Portugal de Eusebio lo sacara a patadas de la Copa del Mundo de Inglaterra en 1966, Pelé se rindió: “Tengo la intención de no jugar más en los mundiales, porque nunca tengo suerte”, dijo. Tardaron cuatro años en convencerle de que se alistara para recuperar el trono en México en 1970.
Neymar aún sigue aquí, y apareció con todos en la última sesión preparatoria para los octavos de esta tarde. Entró el último al césped del estadio Gran Hamad, cuando el resto ya llevaba unos minutos calentando, acarició la hierba y se unió al grupo a tiempo de escuchar la llamada al rezo de las mezquitas cercanas. Tocó la pelota con normalidad en el rondo, la persiguió cuando cayó al medio, correteó entre muñecos metálicos, y conos como si tal cosa. Nada definitivo en los 15 minutos de entrenamiento que permitió ver la federación brasileña.
Pero si se atiende a lo visto en ese tramo y se cruza con lo que explicó Tite tres horas antes, se diría que el futbolista del PSG no tiene intención de perderse la primera eliminatoria: “Si entrena bien hoy, jugará mañana. Entrenará esta tarde, y si está bien, jugará. Los otros diez no sabemos quiénes serán”, bromeó. También explicó que si juega lo hará como titular; no lo guardará por si el duelo se prolonga hasta la prórroga y los penaltis: “Prefiero usar a los mejores desde el principio”.
Ventaja para los grandes
En el partido contra Camerún, el plan fue distinto. Dio descanso a varios principales, usó la segunda unidad y perdieron, lo que provocó críticas, aunque Thiago Silva, uno de los reservados, defendió ayer el plan: “Estuvo bien pensado por la comisión técnica”, dijo. “Los que no jugamos estamos muy bien físicamente. Corea estará más cansada, después de haber tenido solo dos días y medio. En ese tiempo no te recuperas del todo”.
El seleccionador de los coreanos, el portugués Paulo Bento, coincidió en la ventaja que supuso el plan de Tite: “No recuerdo ver partidos solo 72 horas después de la fase de grupos. Creo que es algo inhumano. No es justo. Lo tenemos que ver como una realidad que pretende la FIFA creando cada vez menos oportunidades para el que menos condiciones tiene y más para el que más condiciones tiene. Si ya es difícil competir con una gran selección como Brasil, obviamente en estas condiciones será más difícil. Pero lo intentaremos, y no desistiremos”.
Tite, mientras alimenta la esperanza sentimental por Pelé, se ferra a la certeza de su plan contra Camerún: “Estamos mejor preparados por lo que ha pasado. Los que no jugaron están descansados, los que jugaron bien tienen más confianza y los que no jugaron bien tienen la oportunidad de mejorar”. Y Neymar ya no vive recluido en el gabinete de los fisioterapeutas.
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