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España ESP
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Morata 61'
Alemania GER
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Füllkrug 82'
Finalizado

Gündogan: “Adoro a Xavi e Iniesta, jugar tan fácil es muy duro”

El centrocampista del Manchester City, conductor de la Alemania que se medirá a España este domingo, reflexiona sobre el difícil arte de jugar sencillo

Ilkay Gündogan, en el centro de la imagen, durante el entrenamiento de la selección de Alemania, este sábado en Qatar.
Ilkay Gündogan, en el centro de la imagen, durante el entrenamiento de la selección de Alemania, este sábado en Qatar.INA FASSBENDER (AFP)
Diego Torres

Con Ilkay Gündogan (Gelsenkirchen, 1990) al mando, Alemania le ganaba cómodamente a Japón en su primer partido en el Mundial de Qatar (1-0). Sin él, sustituido en el minuto 70, los japoneses remontaron (1-2). Este domingo el mediocentro del City volverá a coger el timón de su selección para intentar sortear el temporal ante España.

Pregunta. Cuando usted apareció en el Dortmund, en 2012, muchos ojeadores de grandes clubes comenzaron a decir que usted era el sucesor de Xavi. ¿Cómo aprendió a jugar así sin pasar por La Masía?

Respuesta. Una parte es instintiva. Otra parte es mi carácter. Me gusta jugar fácil. Soy una persona sencilla, estricta, callada, a veces muy introvertida y muy humilde. No siento que con la pelota tenga que ser el que hace los trucos o las maniobras especiales. Desde que era un niño, en el campo siempre me gustó hacer las cosas más simples del modo más simple. Crecí viendo el Barça de Xavi, Iniesta y Busquets. Ese placer se transmitió a mi carrera profesional. Acabas identificándote con eso porque tú piensas que ahí está la belleza del fútbol. Algunos pueden sentirlo de un modo totalmente diferente: lo ves en Cristiano o en Ronaldinho con todo su show. Para mí eso es divertidísimo, pero nunca me podría identificar con ellos porque mi carácter es diferente. Por eso adoro tanto a Xavi y a Iniesta. Porque cuando llegas a profesional descubres lo duro que es jugar tan fácil.

P. Usted dijo que contra Japón tuvo la impresión de que algunos de sus compañeros no querían la pelota. ¿Cómo aprendió a jugar fácil en el mediocampo, en donde lo presionan desde todas partes, especialmente los rivales que roban bien tras pérdida como España?

R. Escaneando continuamente lo que tengo a mi alrededor. Aunque la pelota esté a 100 metros y pasen 10 segundos hasta que llegue donde yo me encuentro, quiero saber lo que ocurre. Obviamente, tienes que mirar lo que pasa delante, pero también lo que hay detrás, y para esto es necesario adaptar la posición de tu cuerpo a la jugada, para saber cuán lejos están los rivales y cuánto tiempo siento que tendré hasta que lleguen a quitarme la pelota. Son hábitos que traigo desde que era un adolescente. Quería pensar dos o tres escalones antes para adelantarme a lo que podría pasar. Si piensas en las posibilidades que se te ofrecen, y cuál es la opción más realista, a veces en un milisegundo te das cuenta de que lo que habías imaginado no pasará. Ahí está la diferencia entre el acierto y el error. Yo cometo muchos errores, pero incluso cuando acierto no dejo de pensar que podría haberme preparado un poquito mejor para ese milisegundo.

P. Usted suele engañar mucho a sus marcadores antes de recibir la pelota. ¿Cómo lo hace?

R. Lo normal cuando estás presionado en 360 grados es que actúes sin poder pensar en todas las variables que te ayudarían a engañar a un adversario. ¿Sales por la derecha o por la izquierda? ¿Atacas su perfil más débil, si lo conoces? El control puede ser una finta en sí mismo, pero normalmente, cuando juegas contra equipos de primer nivel, tus posibilidades de burlar a un marcador son del 50%. Así es que lo mejor no es pensar tanto en engañar al contrario, sino en conservar la pelota: no cometer errores, dar continuidad al juego.

P. ¿Los alemanes no tienen el ego del regateador?

R. Es parte de la cultura. Desde que eres un niño, si haces un regate, te arriesgas a que el entrenador te grite: “¡Juega simple! ¡No hagas locuras!”. Si juegas un partido de juveniles, no solo el entrenador te vigila. Escuchas a tus compañeros, a tus familiares, y a los familiares de tus compañeros gritándote desde la banda: “¿Por qué haces estas cosas complicadas?”. Así es en Alemania. ¿Es lo correcto? No lo sé. Yo echo de menos las locuras del Ronaldinho del Barça. Pero ni encajan conmigo ni me tranquilizaría que las hagan mis compañeros, aunque los regates les salgan bien. Esto es parte del ADN alemán. Aquí todo gira en torno al equipo, nunca el individuo.

P. No hay nada más complicado que recibir la pelota en el último tercio contra una defensa cerrada. ¿Ahí qué es lo determinante para tomar una decisión acertada? ¿El adiestramiento, la repetición, o el talento innato para crear algo de la nada?

R. Es la parte más difícil del fútbol. Puedes entrenar la salida con el portero y los centrales cuando construyen para ir creando espacios, pero cuanto más avanzas y más se cierra el rival en su área, más difícil es ensayar situaciones porque te encuentras conque los contrarios ponen toda su energía en frenarte ahí. No puedo sino estar de acuerdo con Guardiola cuando dice que en el último tercio lo más decisivo es la calidad individual. Pero hay que tener determinados hábitos y automatismos que te proporcionen certezas sobre tu posición y la de tus compañeros cuando los tengas a tu espalda.

P. Guardiola insiste en jugar con dos toques como si eso fuera la base de todo.

R. Depende. Tienes que adaptarte. Si te presionan, cuanto menos toques, mejor; pero si los defensas no te saltan a la presión, es mejor atraer a los oponentes para que reaccionen, para que salgan a defender más arriba o para que hagan coberturas. Se trata de mover a los rivales. A mí me encanta jugar a un toque porque detesto que la pelota no se mueva.

P. ¿Cuál es la diferencia entre Guardiola y Flick a la hora de organizar el ataque en el último tercio?

R. Las diferencias no son conceptuales sino de comunicación. Pep quizá es más persistente en las indicaciones, pero los problemas de ambos sistemas son idénticos: el último tercio es el lugar del ataque en donde tu equipo comete más errores y procuramos convertir eso en una ventaja forzando al oponente a hacer un mal despeje. No se trata de hacer siempre lo que has planeado en una primera fase. La mayoría de las veces cambias los partidos reaccionando a un plan que sale mal. Esto es típico alemán. La ‘contrapresión’. Es algo a lo que prestamos más atención en la selección y que hacíamos mucho en el Dortmund de Klopp.

P. Flick, Guardiola y Klopp son los grandes maestros de la presión tras pérdida. ¿Cuál de los tres asume más riesgos en estas maniobras?

R. Posiblemente Klopp. En el City solemos tomar más precauciones. Aunque a veces nos quedamos hombre al hombre, solemos presionar en zonas intermedias, de forma que cada jugador propio pueda saltar a presionar dos contrarios según la situación.

P. Flick en el Bayern presionaba a los tres centrocampistas contrarios con sus tres centrocampistas, de forma que muchas veces sus defensas se quedan uno contra uno contra los delanteros rivales. ¿Cómo compensan este riesgo entre Kimmich y usted?

R. Si eso sucede en la selección, no es a propósito porque siempre jugamos con dos pivotes. La única vez que hemos presionado al hombre con la selección fue contra España, y el técnico era Löw. Éramos 10 contra 10, mano a mano. Como el Leeds de Bielsa. ¡Así se cometen muchos errores por todas partes!

P. Usted siente placer al correr al espacio para recibir el balón. Ese movimiento al vacío, sin la pelota, es muy raro en los centrocampistas.

R. No estoy de acuerdo. Yo no amo todo lo que hago en el campo. Lo que más amo es cierta armonía. Con y sin el balón. A veces sientes que todo fluye, que hay un ritmo, que la pelota se mueve y nadie comete un error; tocas la pelota apenas unos segundos, pero la circulación es rápida y creas muchas ocasiones. Por eso me sacrifico corriendo al espacio, porque así sé que ayudaré a mis compañeros a ser mejores. Igual soy realmente bueno en esto. A lo mejor, si hiciera todo lo que amo dentro de un campo, no podría ser un buen jugador.

P. La ausencia de un nueve puro en el City le convirtió a usted en un falso nueve muy goleador. ¿La falta de nueve en Alemania puede hacer que el equipo gane en creatividad?

R. Puede hacernos más flexibles. Puede que no tengamos al típico nueve, pero tenemos jugadores que pueden desarrollar esa función, como Havertz, Sané, Gnabry, Musiala… grandes jugadores con muchas cualidades que se mueven alrededor de la zona del nueve. Hay cierto patrón: todos en nuestro modelo, en determinado momento, sentimos la posición del nueve. No tiene que ser siempre la misma persona. Todo depende de que cada jugador ocupe la posición adecuada en cada momento, en la medida en que va cambiando el ritmo de la jugada. Exige que seas mucho más consciente de lo que hace tu compañero más próximo. Tiene que haber buena comunicación y una cooperación. Eso nos puede dar muchas oportunidades.

P. España se regenera con Pedri y Alemania con Musiala. ¿Cómo los ve?

R. Pedri y Musiala son infinitos. A Musiala lo veo de cerca: su flexibilidad, sus movimientos, su inteligencia, son sus grandes virtudes. Sus asistencias y sus goles esta temporada le avalan como un volante ofensivo… Pedri está más involucrado en la construcción y en el pase rompedor.


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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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