Las áreas del Mundial son de España
La selección de Jorge Vilda, con el descaro propio de la juventud, se define con la frialdad de Cata Coll en la portería y el tino de Salma Paralluelo en el remate
Hace poco más de un año, a Salma Paralluelo (Zaragoza; 19 años) se le escaparon unas lágrimas cuando una lesión mioaponeurótica enmascarada en el sóleo de la pierna izquierda la dejó sin ir a la Eurocopa, camino de su casa cuando sus compañeras se subían al avión hacia Marlow, pueblo al oeste de Londres. Era la apuesta del seleccionador Jorge Vilda, que la había citado sin ni siquiera haber debutado con la absoluta; era, también, su oportunidad de mostrarse al planeta fútbol. “Le veía algo diferencial, velocidad y quiebro, desborde, hambre y un convencimiento como a pocas”, cuentan desde el cuerpo técnico de La Roja. Eso que ha relatado un curso después en este Mundial, piernas y remate de España, goleadora en cuartos y semifinal. “Auckland/Tamaki Makaurau Semi Finals 15 august 2023–Match 61″, se leía en el bote de la FIFA que contenía el trofeo de MVP, su segundo consecutivo. Solo le hicieron falta 33 minutos para imponer su ley en el área rival y agitar el envite ante Suecia.
Bajo el otro larguero, Cata Coll (Marrachí, Mallorca; 22 años) alzaba los brazos, sonreía y se dejaba llevar por las emociones, esas que controla como nadie. “Es la sangre fría hecha portera”, la define Tere Abelleira. Es, además, otra de las apuestas de Vilda porque nunca se había puesto los guantes de España, portera a la carrera porque Misa jugó los tres duelos de la fase de grupos para ceder el puesto frente a su pujanza. Y con tres choques ha valido para explicar que en su casa manda ella con las manoplas y hasta con los pies. Dos jugadoras que se han apropiado de las áreas del Mundial. “Eran una apuesta segura porque han mostrado su talento en todas las categorías inferiores y ahora lo siguen haciendo”, convienen desde el cuerpo técnico; “además, son jugadoras de equipo y mentalmente son unas privilegiadas porque pueden competir al máximo nivel. Algo que no consigue todo el mundo”.
Hace un par de semanas, tras el envite contra Zambia, Cata, Salma y María Pérez se tomaron uno de esos días de asueto que concede el seleccionador para reunirse por la noche, aunque a horas prudenciales, en un bar de Wellington. Y, alrededor de una mesa de billar, descorcharon risas y charlas animadas, hasta piques sanos, novatas y descaro al poder. “Cata es una viva la vida, superalegre y despreocupada, un carácter que cuando pisa el césped cambia por completo”, expone Salma. “Un carácter peculiar que al ponerse la camiseta le cambia porque se calma por completo”, apostilla María Pérez. “Un carácter increíble”, remata Esther González. Eso y, claro, que tiene buenas manos. “En los entrenamientos es un espectáculo”, resuelven sus compañeras. “Su rendimiento en el día a día está siendo extraordinario”, concede Vilda. Algo que traslada al césped, enorme en los balones laterales porque no dejó rematar a las suecas con alzas, aunque tan poco exigida durante los encuentros como capital cuando toca, con seis paradas y tres goles encajados. Misa se quedó en tres atajadas y cuatro tantos.
Ocurre que Cata también destaca en el juego de pies, idónea para jugar con una defensa adelantada como ninguna otra en el Mundial, ya que su participación en el juego colectivo es notoria, capaz de descontar líneas con el primer pase, de absorber y deshacer los entuertos con las botas. Así, en tres choques ha sido capaz de conectar 76 pases (con un 80% de acierto) —por los 48 de Misa en los mismos duelos (90% aunque sin ninguna presión rival)—, además de marcarse un par de quiebros ante la presión rival. Como el que le hizo a la sueca Blackstenius, susto no apto para cardíacos en España, aunque goce de la afición. Y de la portera. “Cada vez que hace esas cosas, se me ponen los pelos de punta, prefiero ni mirar”, resuelve Alba Redondo. “Pero ya sabemos cómo es, y no vamos a cambiar su forma de jugar. Además, si ella confía, pues adelante”. Otras, sin embargo, sufren un poco más. “Irene Paredes de vez en cuando me grita que espabile, que no juegue”, revela Cata para, pícara, soltar: “pero creo que lo voy a seguir haciendo…”. Algo que aplaude el presidente Rubiales: “Que haga lo que quiera porque ha demostrado que sabe jugar muy bien con los pies”.
Cambios acertados
Lo mismo que hace Salma. Aunque con matices… “¡Con la derecha, con la derecha!”, le gritó a Aitana tras batir a Suecia y adelantar a España. “Se lo dije porque durante los entrenamientos me hacen muchas bromas porque mi diestra es horrible. Aunque esta vez la he empalmado y ha entrado… Así que a seguir trabajándola”, reflexiona. Aitana recoge el testigo: “Siempre le digo y animo a que pruebe disparos con la derecha porque así será más completa y tendrá más recursos. Y la verdad es que practica, y cuando una quiere mejorar... Es buena alumna y una tía fabulosa con un potencial muy grande”. Eso que le vio Vilda en su día y que ahora ha explotado utilizándola de suplente para que sus sprints y desmarques, carreras a lo Bolt, descompongan a las rivales cuando ya tienen las piernas cansadas, caso de Países Bajos y Suecia.
“El plan era controlar el partido, cansarlas y guardar el talento y la calidad para el segundo tiempo. Ha salido de 9 —cuando suele actuar de extremo— y lo ha hecho muy bien”, concede el seleccionador. Así lo entendió Salma: “El míster me dijo que saliera de punta, que aprovechara los espacios detrás de la línea defensiva rival y que cuando cogiéramos el balón estirara al equipo y rompiera con desmarques para generar espacios y poder atacar”. Salió de perlas, porque cambió el sino del encuentro, plomizo hasta entonces y eléctrico con su entrada al campo.
“En los dos últimos choques, se ha adaptado al rol de suplente. Es algo que todas tenemos que aceptar porque un Mundial se decide por detalles y esta España tiene mucho banquillo y resulta diferencial”, le elogia Laia Codina. “No hay quien la pille en carrera. Pero es que además tiene muy buen toque. Nos da tanto…”, interviene Alba Redondo. “Es veloz, determinante y tiene puntería”, se suma Tere Abelleira. No les falta razón, pues contabiliza nueve remates y dos goles (22,2% de acierto), uno para romper a Holanda y el otro para advertir a Suecia. “Cuando llegue a su máximo nivel no sé quién la va a parar”, reflexiona Rubiales. “Solo lleva una temporada en el fútbol. No le podemos poner techo porque nadie sabe lo que será capaz de hacer”, remata Vilda. De momento, entre ella y Cata, definir a España, un equipo que gobierna desde la medular, pero que descose en las áreas.
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