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Jorge Martín, el niño que se acostumbró a vivir al límite, acaricia el liderato del Mundial de MotoGP

El piloto madrileño de 25 años, que vive el mejor momento de su carrera deportiva, se prometió a sí mismo hacer historia esta temporada después de perder la oportunidad de subir a una Ducati oficial

Jorge Martín, tras ganar la carrera al sprint de este sábado en el GP de Japón.
Jorge Martín, tras ganar la carrera al sprint de este sábado en el GP de Japón.ISSEI KATO (REUTERS)

Jorge Martín Almoguera (San Sebastián de los Reyes, 25 años) ve más cerca que nunca el sueño de su vida. Con una nueva pole position de récord y una incontestable victoria en la carrera sprint en el GP de Japón, este domingo aspira a situarse en cabeza del Mundial de MotoGP con una Ducati no oficial. Él se centra en el “carrera a carrera” que le ha llevado a remontar 54 puntos en cuatro grandes premios al vigente campeón y líder del certamen, el italiano Pecco Bagnaia. El número uno y referente de la marca de Bolonia, que partirá segundo este domingo (a las 08.00h, DAZN), está tan solo ocho puntos por delante y sabe cómo se las gasta su gran rival.

“Me cuesta creer que Jorge no esté pensando en el título, es muy difícil conseguirlo. Cuando ves algo tan lejos y luego ves que está al alcance de tu mano…”, comenta a EL PAÍS Susana Almoguera, la madre del chaval. El sueño de Martín es el sueño de toda una familia de trabajadores. “Todos hemos sacrificado mucho por esto. Todo lo que ganábamos se iba a las motos. Nos olvidamos de las vacaciones para poder pagarle los neumáticos”, recuerda. Su hijo mayor heredó la pasión por las motos de su padre Ángel, que le acompaña a todos los rincones del mundo desde bien pequeño. Su progenitor, piloto amateur, tenía apilados varios números de la revista Motociclismo en casa que el pequeño devoraba antes de irse a la cama cada noche.

La banda sonora de los fines de semana eran las motos rodando en el Jarama. La casa familiar lindaba con el circuito madrileño, si bien la carrera deportiva del pequeño se fraguó en las cunas de Valencia y Cataluña. “¿Pero es bueno, Ángel?”, le preguntaba Susana a su marido. “Es muy bueno, el mejor”, le contestaba él. Hubo muchas veces en que el pequeño Jorge estuvo más fuera que dentro a pesar de su talento. Aquella ocasión en que les llegaron a pedir 200.000 euros para seguir compitiendo, o cuando los padres se quedaron en el paro y solo la victoria podía costear la trayectoria de su hijo. Aprendió a vivir al límite Jorge, inmune a la presión de ganar para poder continuar con el proyecto de su vida. “Creo que en los momentos más difíciles es donde más se nota. El seguir luchando, el no rendirse nunca, así ha sido toda la vida”, recordaba él en una entrevista con este periódico.

El título en la Rookies Cup en 2014, la principal lanzadera al Mundial, no fue suficiente para convencer a KTM y dar el salto a Moto3. Un milagro, otra cadena de favores, hizo que Albert Valera, representante de Jorge Lorenzo y Aleix Espargaró, se fijara en él y le consiguiera un hueco en el equipo de Jorge Martínez Aspar. Con una moto técnicamente inferior, Martín aprendió a superar las carencias técnicas de su maquinaria desde sus primeros pasos en el Mundial. En ese equipo coincidió precisamente con Bagnaia dos temporadas. Ambos ganaron su primer título el mismo día, durante el GP de Malasia de 2018. Jorge lo hizo con Gresini en Moto3, Pecco con el Sky de Valentino Rossi en Moto2. Desde sus tiempos como compañeros de litera que echaban el rato en la videoconsola hasta hoy, siempre han mantenido una buena relación. “Jorge está en su mejor momento, pero nosotros debemos mantener la calma”, reconoce el turinés.

El año pasado, Martín no contó con las mismas armas para luchar. “¡Anda, si esta moto sí que gira!”. Estas fueron sus primeras palabras tras probar la Ducati de 2023 que le ha permitido desatar todo su potencial. La moto, aunque no luzca los colores oficiales, tiene por contrato las mismas prestaciones que la del número uno. “Siempre ha sido un piloto con talento, pero este año ha mejorado, ha pulido todo ese potencial que siempre tuvo”, apunta Gino Borsoi, jefe de equipo del Prima Pramac Racing. La ambición del madrileño era ser compañero de Bagnaia en la escuadra oficial, que finalmente decidió promover al puesto de honor a Enea Bastianini. La frustración inicial se transformó pronto en una resolución férrea por hacer historia con la moto satélite, una situación que a la postre le ha podido beneficiar.

“Desde luego, un equipo que tú conoces perfectamente y cree en ti, es un entorno mejor. También hay que decirlo, aquí hay menos presión”, opina el expiloto italiano. La presión, en todo caso, se la pone el propio Martín: “Si no quisiera el campeonato no estaría aquí, y si no lo pienso yo, tampoco lo va a pensar nadie más”. Desde el GP de San Marino, el español ha amasado 81 puntos de 86 posibles para reducir un hueco que llegó a ser de 66 puntos con el líder del certamen. En su equipo no dejan de maravillarse, y en Ducati se preguntan si no se equivocaron con su decisión. Este año, en su tercera temporada en la categoría reina, ha ganado cinco carreras al ‘sprint’, dos carreras largas y ha subido otras cuatro veces al podio los domingos.

Martinator dentro del circuito –un mote que le puso su padre debido a la infinidad de hierros, clavos y placas que su hijo acumula en el cuerpo por culpa de las lesiones y su capacidad para imprimir un ritmo maquinal–, fuera del mismo Jorge es un “chico normal” y “muy familiar”. Así le definen su madre y también su responsable del equipo. Cuando iba al colegio y empezaba a destacar, él no quería halagos y se dedicaba a descolgar los carteles que le hacían para felicitarle por la enésima victoria en la cuna del Mundial. “¡Mamá, no digas nada que luego ponen cosas y no dejan de preguntar!” Quería ser uno más.

Jorge Martín, por delante de Binder en la carrera al sprint del GP de Japón.
Jorge Martín, por delante de Binder en la carrera al sprint del GP de Japón. ISSEI KATO (REUTERS)

Un culo inquieto desde pequeño, Martín no sabe parar. “Habría que descubrir dónde está la batería, porque es inagotable, un bicho”, confiesa Borsoi. De pequeño dejaba la moto y se subía al patín, y cuando se cansaba iba a por la bicicleta. “Jorge es algo diferente a la persona que se ve por la televisión cada fin de semana. Es una persona inquieta, muy divertida y amable. Puede dar la impresión de que a veces se abstrae, pero es más por los nervios del fin de semana y por el momento especial que está viviendo. Ahora mismo es una persona muy centrada en su trabajo, intenta vivir dentro de una burbuja para dar el máximo cada fin de semana”, analiza el jefe del Pramac.

En medio del exigente calendario del Mundial, y con el título al rojo vivo, Martín se dará un respiro la próxima semana viajando a Bali (Indonesia) para desconectar y surfear. Cuando vuelva a enchufar el modo carreras tendrá seis grandes premios por delante para hacer historia y convertirse en el primer piloto que se lleva la corona con una moto satélite en la era MotoGP.

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