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Águeda Marqués, la atleta que se coló en la final de 1500m y brilló tanto en la pista como en las entrevistas

“Solo he sido yo misma”, afirma la segoviana, que se entrena habitualmente sola, especializada en una distancia con escasas referentes en España

La atleta española Agueda Marqués, en la semifinal femenina de 1500m, en el marco de los Juegos Olímpicos París 2024.
La atleta española Agueda Marqués, en la semifinal femenina de 1500m, en el marco de los Juegos Olímpicos París 2024.Lavandeira Jr (EFE)

Águeda Marqués ha dejado su huella en París tanto en la pista, fue undécima después de correr cuatro carreras de 1.500m en cuatro días, como en la zona mixta, donde cada vez que pasaba por delante del puesto de Televisión Española sorprendía por su simpatía y su espontaneidad. Como el día que, después de la final, habló de sus rivales. “He visto que han marcado un 59 (segundos) en la primera vuelta y yo: ¡Hasta luego! A ver si os pillo o algo…”.

Esta segoviana de 25 años habla ahora subida a un avión que está a punto de volar de Barajas a la República Dominicana. Unos días de playa y risas junto a tres de sus mejores amigas. Un descanso merecido después de una temporada que la ha dejado exhausta. Primero, para conseguir la clasificación para los Juegos, que no logró hasta la última carrera en La Nucía. Después su exigente concurso en París, donde tuvo que correr una serie, pasar por la repesca para alcanzar las semifinales, superar estas y, como colofón, una final donde, a pesar de las risas y los elogios a sus rivales, fue capaz de acabar undécima con una nueva marca personal (4m 00,13s) que la coloca como la cuarta mejor española de todos los tiempos en 1.500m.

Ahora, a punto de despegar, mientras la gente termina de colocar las maletas y sentarse, Águeda explica que ella no pensaba llegar tan lejos. “Yo creía que tenía posibilidades de clasificarme para las semifinales y que, si salía rápida la carrera, podía hacer mi récord personal porque estaba muy en forma”. La segoviana llegó con una marca de 4m 01,60s y se marchó con un segundo y medio menos.

Águeda Marqués (antepone el apellido materno al Muñoz de su padre) es hiperactiva. No solo en la zona mixta, antes de que bajen las pulsaciones. Por eso, cuando era una niña, su madre, Isabel, que no sabía cómo canalizar toda esa energía, empezó a llevársela a las carreras populares en las que participaba. Todo ese nervio se tradujo en buenos resultados. Y eso hizo que un entrenador avispado, Ignacio de la Calle, le ofreciera correr en el Blume-Velox Atletismo.

Su primera carrera fue en un campeonato escolar. La niña salió disparada, pero, de repente, sorprendida al escuchar que la gente aplaudía, se paró en seco. Todo el mundo empezó a decirle que tenía que seguir. Águeda reanudó la carrera y entró primera en la meta. No tardó en progresar y de la mano de Isaac Sastre comenzó a perfilarse como una gran atleta. Al acabar el instituto, quiso probar en Estados Unidos, una experiencia cada vez más común en los deportistas, que encuentran allí muchas facilidades para compaginar los estudios y el deporte. Pero Águeda no encajó en la Universidad de Albany, en Nueva York, y en cuanto pudo se volvió.

La vida había empezado a torcerse. “Estuve en Albany, a 50 minutos de Nueva York, pero aquello no me terminó de convencer porque no lograban sacar todo mi potencial y, como yo quería ser atleta profesional, decidí volverme. A la vuelta de Estados Unidos falleció Isaac, que fue uno de los golpes más duros de mi vida porque era un segundo padre para mí, y tuve que buscarme otro entrenador. Estuve hablando con Adrián Ben (otro destacado atleta, especialista en los 800 metros), que ahora es mi pareja, y me recomendó irme al grupo de Arturo Martín, en Madrid”.

Eso fue en mayo de 2018. Águeda Marqués ingresó en la Residencia Blume y comenzó a progresar como atleta. En Madrid se la ve muchos días entrenando sola, dura como una piedra, testaruda. Aunque ella agradece algo de compañía. “En nuestro grupo no hay chicas capaces de correr a esos ritmos y no me queda más remedio que hacerlo sola, pero no por elección, aunque últimamente ya me está acompañando Carla Gallardo, y los chicos, siempre que pueden, me ayudan y les estoy muy agradecida”. Si no, su padre, un antiguo empleado de Telefónica, se sube a la bici y le marca el ritmo en las series. “Mi padre es todo para mí. Me ayuda a entrenar, me lleva a todos los sitios, está siempre a mi lado… Es alguien fundamental. Es el mejor”.

Aunque lo de ese carácter tan espontáneo parece venir de la madre. Ella está muy sorprendida por la repercusión que han tenido los vídeos con sus declaraciones tras la competición, que se han hecho virales y han ayudado a que su cuenta de seguidores en Instagram suba de 38.000 a 71.000 en solo una semana. “No entiendo por qué ha sido. Me ha sorprendido. Mi personalidad siempre había sido así, pero la gente no la conocía. Solo he sido yo misma y me he expresado como soy y como me ha enseñado mi madre”.

Las redes sociales también han abierto una ventana a lo que nunca sale por televisión, como el emotivo abrazo después de cada carrera con Arturo Martín, su entrenador desde hace seis años, el hombre que está empeñado en que Águeda es una corredora de 5.000m. Pero ella, tozuda, insiste en que no, que ella es una millera, como lo demuestra esa marca de la final. “Yo soy de 1.500 y me veo muy bien en esa distancia”. El pulso, amistoso, tiene cuatro años de margen para decidirse antes de Los Ángeles 2028. El entrenador está convencido de que le esperan distancias superiores, pero ella ya sueña con bajar de los cuatro minutos en los 1.500m, como la flamante plusmarquista española, Marta Pérez, como la anterior, la tarraconense Natalia Rodríguez, o como Esther Guerrero, la otra que ha bajado de esa marca. Pero eso tendrá que esperar. Antes hay un avión en marcha, tres amigas y unas playas paradisiacas.

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