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Un naufragio y un cuarto puesto para España en la ventolera del Marne

El K-2 de Cooper y del Río se queda a las puertas del bronce, la canoa de Jácome y Corbera llega sexta, y el K-2 femenino vuelca por una ola

Final B del K-2 Juegos Olimpicos
Carolina Garcia Otero (derecha) y Sara Ouzande se aferran al kayak tras volcar en la final B del K-2.MAXIM SHIPENKOV (EFE)
Diego Torres

Carolina García Otero lloraba. Sara Ouzande la consolaba. “No sabría decir lo que ha pasado”, decía Sara. “No lo sé, parecía que íbamos adelante, pero cuando tu cuerpo va tan al límite…”, decía Carolina. De repente, sin advertencia previa, su barco había naufragado a pocos metros de la meta de una regata en la que marchaban terceras, la final B, en la jornada más ventosa del campeonato olímpico de piragüismo en pista. Los meteorólogos conspiraron contra la flota de España en el canal de Vaires-sur-Marne, al este de París, este viernes por la tarde. También contra el K-2 de Cooper y Del Río, que acabó cuarto; y por supuesto contra la canoa de Antía Jacome y María Corbera, que necesitaban viento de estribor y se hartaron de rachas de babor antes de terminar sextas.

Ajena a la desgracia ajena, Lisa Carrington salió del kayak y se paseó ante la prensa devorando un bocadillo de jamón, queso y tomate. El agua despierta el apetito y si se revuelve con viento de cola racheado, más todavía. La palista acababa de ganar el séptimo oro olímpico de su vida por aplastamiento. Con varios metros de ventaja sobre húngaras y alemanas. Esto la convertía en la deportista de Nueva Zelanda más condecorada de la historia. Se podía permitir pasar hasta del oro, mucho más de dar explicaciones sobre los extraños sucesos acaecidos en la final B, en donde la embarcación española había volcado. “El viento es un desafío”, dijo, obediente y muerta de risa, Alicia Hoskin, su compañera en el equipo neozelandés. “¡Pero nosotras nos hemos entrenado muy bien para mantener el equilibrio!”.

Una moto náutica rescató a Carolina García y a Sara Ouzande del agua del Marne. Agarradas a la embarcación, como dos náufragas, estaban exhaustas. Una ola cogió por sorpresa a Sara, cuando clavaba la cuchara, y la fuerza del brazo hizo pivotar el kayak hacia la derecha. Algo rarísimo en competiciones de sprint, que reflejó las dificultades atmosféricas, una barrera insalvable cuando el cuerpo y la mente solo han descansado un día tras el sexto puesto de la final absoluta de K-4 disputada en jueves, como es el caso de las españolas. Esperaban subirse al podio, tras ser bronces en el Mundial de 2023, y el golpe anímico las había descompuesto. “Tanto viento a favor con tanta ola nos hace golpear demasiado el agua”, observó Carlos Arévalo, veterano de mil borrascas.

Las más castigadas por el viento fueron Antía Jácome y María Corbera. Plata en los Mundiales del año pasado y favoritas al podio olímpico, la madrileña y la española presentaban una ventaja y un hándicap al mismo tiempo. Palean las dos por la izquierda, por estribor. Esto mueve la piragua hacia la izquierda y multiplica su propulsión con viento desde esta dirección, lo mismo que acentúa el giro hacia la izquierda si sopla desde babor. Cuando la inmensa mayoría de las mejores embarcaciones tienen piragüistas compensados, las españolas hicieron una apuesta. Salió cruz. “Nosotras al remar por la izquierda es complicado poder llevar la embarcación recta”, explicó María Corbera. “Cuando el aire viene de popa nos lleva el barco donde quiere, y si viene de derecha incrementa esa inercia. Entonces constantemente tenemos que hacer un movimiento de repaleo, más largo. Con el viento fuerte hay que intentar clavar adelante y que no sea sobre el pico de la ola, para enganchar bien. En los últimos 200 metros esto nos pasó factura”.

Armado de optimismo, Marcus Cooper, integrante del K-4 que ganó el bronce el jueves, hizo un balance positivo del cuarto puesto en K-2 tras la final que disputó en compañía del madrileño Adrián del Río. “Hemos estado muy cerca de cualquier medalla, y cuanto más cerca más te duele perderla, pero realmente no es dolor lo que sentimos”, dijo el mallorquín. “Hemos competido muy bien. Hemos hecho la regata que planteamos y estamos contentos”.

“La estrategia era salir fuertes y tener un ritmo medio muy acoplados, que era lo que nos faltaba un poco, porque somos una pareja nueva”, contó. “Luego en los últimos metros sabíamos que al ser una regata dura con viento podía costarnos. Si hubiéramos tenido unos metros más alcanzábamos a Australia. Esos húngaros que fueron primeros mantienen el récord mundial, son una pareja consolidada desde 2017. Hemos peleado con verdaderos bestias. Nosotros llevamos unos meses entrenando. Ser cuartos ha sido un exitazo”.

Este sábado culminarán las regatas en la pista de velocidad de los Juegos. Será el turno de las pruebas individuales. Con suerte el viento no sacude a los españoles.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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