Yaroslava Mahuchikh, un vuelo de oro olímpico para su Ucrania en guerra
La saltadora de Dnipró se impuso con un salto de dos metros a la primera en una final de altura reducida a un mano con la australiana Nicola Olyslagers
Al mismo tiempo que Yaroslava Mahuchikh vuela hacia el oro en París maravillando al estadio, Volodímir Zelenski, su presidente y el de todos los ucranios, anuncia que los cazas F16 prometidos por Europa habían empezado a aterrizar en Kiev, y ambas noticias, seguramente, ocuparán las portadas de su país, roto por la invasión rusa y destruido por la guerra que ya está en su tercer año. La realidad de un mundo en conflicto se impone siempre al ideal olímpico de paz y amistad entre los pueblos, que en París castiga a los rusos invasores –y a Maria Lasitskene, que la derrotó en Tokio-, y a sus aliados bielorrusos, prohibiéndoles bandera e himno, y festeja la victoria de Mahuchikh, la heroína del salto de altura.
Hace menos de un mes, en el mismo París y junto al Sena, pero en el estadio de Charléty, la nueva campeona olímpica batía uno de los récords más respetados, del atletismo, los 2,09m que la búlgara Stefka Kostadinova saltó en 1987, y 37 años después se consideraba inaccesible. Uniendo a su técnica de escuela y magnífico ritmo de carrera un aumento de velocidad y fuerza que le permite batir más lejos del listón, en parábola perfecta su espalda tiró del centro de gravedad hacia el cielo y superó 2,10m.
En los ojos maquillados, como siempre que compite desde el 24 de febrero de 2022, los colores azul y amarillo de la bandera de su Ucrania, el pelo entretejido en infantiles trenzas que cuelgan, en sus palabras de agradecimiento, su discurso patriótico y político. “Dedico este récord a mi país, como todos mis saltos de los últimos años. Nunca nos rendiremos. Lucharemos hasta el final”, dijo tras abrazarse y llorar con su entrenadora, Tatiana Stepanova. “En casa, la gente tiene sus preocupaciones cotidianas, por supuesto, pero sé que mucha gente sigue mis actuaciones igualmente. Muchos soldados me escribieron tras mi victoria en los Campeonatos de Europa en Roma para darme las gracias por las emociones que habían sentido. Fue entonces cuando puse la palabra Ucrania en los libros de atletismo”.
El oro en el saltadero morado del Stade de France lo consiguió con cierto drama y un pellizco de tensión, resolviendo en 2,00m el mano a mano con la estudiosa australiana Nicola Olyslagers a que había quedado reducida la competición desde el 1,98. Ganó empatada a altura, pero con dos nulos menos.
Otorgada la medalla de bronce compartida a la australiana Eleanor Patterson, campeona del mundo en 2022, y a la otra ucrania en concurso, Iryna Gerashchenko, empatadas a 1,95m, el entusiasmo de Olyslagers, quien se renueva después de cada derribo anotando en su diario sensaciones y análisis, y releyéndolas para motivarse, la llevó a poder con los dos metros en su tercer intento. Mahuchikh, con una hoja limpia hasta entonces, debió volver a concentrarse para saltar 2,02m. Afortunadamente, la australiana saltaba delante de ella. Falló en sus tres intentos. Eso salvó a la nueva campeona olímpica, que no pudo tampoco con la altura en sus dos primeros intentos, ni con los 2,04m con que intentó regalar a la afición entregada. La adrenalina de la competición había volado, reemplazada por nervios e imprecisión en el momento clave.
Mahuchikh es la saltadora natural. Un talento único y suave. Sus saltos son siempre iguales, calibrados y perfectos. Es la perfección. Prodigiosa desde muy joven, subcampeona del mundo en 2019, a los 17 años, medallista de bronce en Tokio en 2021, subcampeona del mundo de nuevo en 2022 y campeona del mundo el verano pasado en Budapest, a Mahuchikh, de 22 años solo le faltaba la corona olímpica para cerrar un palmarés único labrado casi desde el exilio.
“El 24 de febrero de 2022, a las 4.30 de la madrugada, me desperté en mi piso con los terribles ruidos de las explosiones, el fuego de la artillería y los cañones”, relató en marzo de 2022 tras proclamarse campeona del mundo de pista cubierta en Belgrado pocos días después de la invasión y la huida de su piso en Dnipró. Instalada en Estonia o Bélgica durante la preparación y la temporada, la ucrania no volverá a casa hasta dentro de varios meses. “No he estado en Dnipro desde el pasado octubre. Siempre hay explosiones y sirenas que avisan a la gente de ataques aéreos, pero esa es mi casa”, dice.
El oro de la saltadora de la martirizada Dnipró es la cuarta medalla de Ucrania en París. Las anteriores, en deportes de combate por deportistas soldados: el oro del equipo femenino de sable, la plata de un tirador de rifle y el bronce de una sablista. Solo faltaba el avión de caza, la ucrania voladora.
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