El chino Pan Zhanle bate el récord mundial de 100m libre con una marca del siglo que viene
Chalmers fue plata y Popovici fue bronce tras los 46,40s del asiático, primer nadador que recorta la plusmarca en 40 centésimas desde 1976
El chino Pan Zhanle, casi un desconocido hasta febrero pasado, se zambulló en la piscina olímpica más lenta del siglo, la que menos récords promedia por prueba, y venció a sus siete adversarios, doblegó a la física de fluidos, y avanzó, él solo, décadas en la historia de la natación hasta pulverizar el récord mundial de 100 metros libre, la distancia dorada, dejándolo en 46,40 segundos. Dio un salto sideral. Sin compañía, lo nunca visto en una prueba que por su naturaleza inclina las definiciones hacia una igualdad cada vez más acentuada. Su marca mejoró en 40 centésimas —un abismo que en circunstancias normales tardaría muchos años en salvarse, décima a décima— la que él mismo había establecido en los Mundiales de Doha, de 46,80s. Desde 1976 no se recortaba un récord de 100 en 40 centésimas en una sola carrera.
El público, que venía de vociferar a pleno durante la conquista de los dos oros de Marchand, se quedó mudo. Se hizo un silencio apenas roto por chillidos y silbidos mientras Pan Zhanle se imponía con un metro de diferencia sobre el resto de la concurrencia. La incredulidad invadió la piscina, también a los nadadores que siguieron al vencedor. Ahí estaban algunos de los mejores velocistas de libre de siempre. El más próximo, a un segundo de distancia, fue el australiano Kyle Chalmers, que consiguió su tercer podio en unos Juegos con 47,48s. El rumano David Popovici, récord mundial de 100m libre hasta la aparición de este asombroso nadador, fue bronce con 47,49s. Hacía un siglo que la diferencia entre el oro y la plata en una final olímpica de 100 libre no se extendía a un segundo. La última vez sucedió en los Juegos de 1924, también en París, cuando Johnny Weissmüller superó al Duque Kahanamoku: 59 segundos contra 1 minuto 1,4 segundos.
El nombre de Pan Zhanle, de apenas 19 años, no figuró en la lista de 23 nadadores chinos que dieron positivo por trimetazidina a comienzos de 2023, según la Agencia Mundial Antidopaje. Pero las oleadas de hasta cinco controles diarios no han cesado desde que el equipo chino se instaló en Francia. Los nadadores asiáticos se han quejado de algo que describen como acoso, con personas de la AMA que irrumpen en sus hoteles antes del alba, durante la siesta y en plena noche para extraerles muestras de sangre y orina sin previo aviso y sin permitirles dormir.
“El año pasado me hicieron 29 tests y desde julio me han hecho 21 y nunca he dado positivo”, dijo el ganador, casi un niño pero muy seguro de sí mismo, en la sala de conferencias. “La vida continúa; para mí esta medalla no significa mucho, pero para China esto es mucho porque es el primer oro que logra en natación en estos Juegos”. Dicho esto, interrumpió el acto y se marchó sin dar más explicaciones mientras Popovici respondía una pregunta.
Popovici: “esto va de nadar con fair play”
Pan Zhanle no solo estableció el primer récord mundial de natación en estos Juegos. Vindicó a sus paisanos y restituyó el honor de los organizadores, que defendían la calidad de la piscina de La Défense a pesar de su profundidad de 2,2 metros, por debajo de los 2,5 mínimos que manda el reglamento reformado de la federación internacional. Lo hizo con una actuación pasmosa. Demasiado pasmosa, quizá.
“El récord que ha hecho Pan Zhanle esta noche”, dijo Popovici, “es asombroso; rapidísimo. Lo veo como una oportunidad. Nos estimula a todos lo nadadores a mejorar, a seguir compitiendo, a seguir con las carreras. Esto no va de medallas. Va de nadar carreras. Y de hacerlo con respeto, fair play, y de correr, no solo de ganar”.
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