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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Miami Vice

El fútbol era de los hinchas y de los jugadores antes de empezar a serlo de las televisiones, y de los organismos que en lugar de gestionar una competición parecen gestionar una vaca

Manuel Jabois

La Liga española quiere llegar a Miami, que es a donde llegaron Tony Montana y Manny Rivera con intenciones parecidas: afianzar el negocio. El Villarreal-Barcelona que se va a disputar en el Hard Rock debería disputarse en La Cerámica, estadio del Villarreal, por tanto, los miles de aficionados que llenarían las gradas de su campo lo verán por la televisión. Habrá vuelos transoceánicos. Se añade un viaje intercontinental a un calendario francamente divertido. Habrá, claro, muchos millones para los dos clubes, porque estas cosas no se hacen por amor. Lo que se consigue ya no es sólo adulterar la Liga deportiva y económicamente, sino convertirla en una herramienta de promoción con la que enviar a sus mejores comerciales a atraer la atención que de otro modo no tendrían. Incapaces de competir con la Premier y en franca devaluación, lo que hace el fútbol español y el jefe del tinglado, Javier Tebas, como antes la Federación vendiendo la Supercopa a Arabia, es tratar de ganar por medios pobres, viajes que desprestigian la competición y potencian el show ambulante.

El fútbol era de los hinchas y de los jugadores antes de empezar a serlo de las televisiones, y de los organismos que en lugar de gestionar una competición parecen gestionar una vaca. Hoy, la protesta que los propios jugadores hacen en contra del partido de Miami es silenciada por las televisiones de una manera grotesca entre carteles de compromiso por la paz. El hincha, ese sujeto romántico y cada vez más exótico, se convierte en figurante. En el mejor de los casos, en cliente fiel; en el peor, en un tipo que molesta porque recuerda que esto era un juego. Los que van a Miami lo harán como quien asiste a un festival: habrá influencers, un DJ entre tiempo y tiempo, y una zona VIP donde se comerán hamburguesas gourmet, probablemente aplastadas (¿smash?). No se trata de ganar tres puntos, sino de rendir ganancias. Y de que en Miami no se hable de otra cosa al día siguiente que del Villarreal-Barcelona, y la noticia se propague por la costa este.

Tebas, que siempre habla de modernidad, manosea la fórmula perfecta: vender el alma del fútbol con factura legal. La convocatoria de paros de 15 segundos al inicio de los encuentros de esta jornada ha actuado más como un síntoma que como un simple gesto. Lo que está en juego no es únicamente el lugar físico de un encuentro, sino la naturaleza del acuerdo laboral, la identidad del campeonato y, en última e incómoda instancia, la legitimidad social del fútbol profesional español.

El desplazamiento fuera del territorio nacional entra en tensión con la idea de “liga doméstica”: ¿qué valor tiene jugar la Liga en el extranjero cuando tu público se queda fuera? ¿Cuánto se sacrifica del carácter local-popular para abrazar una lógica de show global? La protesta de los jugadores puede leerse como un rechazo a la mercantilización sin contrapartida visible para los que hacen posible el espectáculo. Pagan a los clubes, ¿quién paga a los hinchas?

Lo ocurrido no es un episodio menor. Es un cruce de caminos entre dos visiones del fútbol profesional: una que lo entiende como negocio global sin raíces, otra que lo ve como espectáculo y trabajo con derechos, con vínculos locales. Y en fin: si el viaje internacional se convierte en norma, el fútbol deja de ser una actividad con raíces locales para transformarse en una plataforma itinerante dependiente del marketing global. Eso plantea una pregunta bien curiosa: ¿dónde queda la vocación del deporte profesional como vínculo social en una comunidad?

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
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