Morir en un partido de Tercera Federación: en el campo en que se golpeó Raúl Ramírez no había médico ni ambulancia, sí un desfibrilador
Aunque la norma no obliga, la falta de personal sanitario es una exigencia de la AFE. El estadio de Camargo disponía de un DEA que no pudo evitar la tragedia

Raúl Ramírez, un chico de 19 años, portero del CD Colindres, ha fallecido este lunes tras ser hospitalizado en estado crítico después de recibir un golpe en la cabeza durante un partido el sábado por la tarde de la Tercera Federación entre su equipo y el CD Revilla. El guardameta, que sufría una patología congénita y tenía dos aneurismas cerebrales, de acuerdo con el análisis médico realizado en el hospital, sufrió un fuerte impacto con un rival en un lance fortuito del juego al lanzarse a por un balón que acabó en gol. El incidente, con Ramírez inconsciente, obligó a suspender el encuentro. El jugador entró en parada cardiaca y fue atendido en primera instancia por su entrenador, Rafa de Peña, con conocimientos en reanimación cardiopulmonar, y por dos enfermeras que se encontraban entre el público, las novias de dos de los jugadores. Al poco, llegó una ambulancia. Sufrió otro paro cardíaco. Y el adolescente fue trasladado al Hospital santanderino Marqués de Valdecilla, donde se le ha intentado salvar la vida sin éxito.
El presidente de la Federación cántabra de fútbol, José Ángel Peláez, fue quien confirmó la “muerte cerebral” del joven deportista, nacido en Santoña (Cantabria), al mediodía de este lunes. Radio Cantabria informó de que los hechos sucedieron aproximadamente a los 60 minutos del encuentro del sábado, cuando se puso al área un centro lateral al que intentó llegar el portero. Ese balón fue empujado a gol por un atacante rival. Entonces se produjo el fuerte impacto que provocó que Ramírez perdiera la conciencia, sufriera una primera parada cardiaca y tuviera que ser inmediatamente asistido por su técnico y las aficionadas hasta que llegó una unidad de soporte vital avanzado. Para ello, pudieron hacer uso del desfibrilador que había en un pabellón contiguo.
En campos tan menudos como el del Camargo, con capacidad para unos 600 espectadores, no es obligatoria la existencia de un desfibrilador. Si bien, pudo usarse uno para atender a Ramírez. La normativa respecto a la presencia de los desfibriladores, como media de prevención, es competencia de cada comunidad autónoma. La de Cantabria obliga a una serie de recintos a disponer de un desfibrilador externo automático (DEA): por ejemplo, instalaciones deportivas usadas por, al menos, 350 usuarios al día; por otro lado, recomienda su instalación en establecimientos para al menos 1.000 personas.
A pesar de que el traumatismo pudo ser fatal, dada esa patología congénita, y a pesar de la existencia de desfibrilador, llaman la atención las circunstancias en las que siguen disputándose algunos partidos de las categorías semiprofesionales o amateurs dependientes de la Federación Española de Fútbol, como la Tercera RFEF. La ambulancia que atendió a Ramírez tardó en personarse en el campo entre 15 y 20 minutos, según el delegado de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) de Cantabria. Si bien, desde allí, el trayecto hasta el hospital de Valdecilla es de solo 10 minutos. AFE, el sindicato mayoritario de los jugadores en España, que cuenta con representantes en todas las comunidades, lamenta que en el estadio de Camargo (donde se celebraba el encuentro) no hubiera médico ni ambulancia.
No existe norma alguna actualmente en el fútbol español que obligue a ello. Pero la AFE lamenta que la Federación desoyera el pasado mes de mayo su petición de incluir en las modificaciones de las normas y las bases de competición la presencia obligatoria de médico y ambulancia en todas las categorías. Se da la circunstancia, además, de que a tan solo 25 kilómetros de Camargo también se suspendió este domingo otro partido de fútbol de Tercera Federación por motivos similares. El partido entre la Gimnástica de Torrelavega y el Selaya se detuvo a raíz de un choque fortuito entre varios jugadores. En este caso no hubo que lamentar males mayores. Pero tampoco allí había médico ni ambulancia.
Con esos dos partidos suspendidos, pendientes de la asignación de una nueva fecha, y un puñado de municipios consternados por la muerte de Ramírez, la vida seguía ayer en Camargo. Allí, el campo del Crucero abría para los entrenamientos de infantiles y juveniles, mientras bastantes padres y madres aguardaban en la diminuta tribuna a los más pequeños. En la portería donde se produjo el choque fatal con Raúl Ramírez, la más alejada de la carretera, pero cercana al bar del campo, dos porteros pedían luz para poder seguir con sus ejercicios. Un directivo del Revilla recordaba los momentos dramáticos que se vivieron el sábado: “No pareció un golpe fuerte, uno más de cada partido, pero el chico cayó al suelo, no se movía y enseguida se dio la voz de alarma. Nos asustamos mucho”.
A pocos kilómetros, en Colindres, los Campos de Sport de El Carmen permanecían cerrados a cal y canto y en silencio, a horas en que cualquier día de labor, bullirían de actividad.
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