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Más táctica o más dudas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Normas, muros y pendientes

Hay jugadores que no saben jugar en una parcela, que funcionan mejor cuando abarcan más terreno

Frenkie de Jong (izquierda) tras el partido de Supercopa ante el Athletic este miércoles.
Frenkie de Jong (izquierda) tras el partido de Supercopa ante el Athletic este miércoles.Yasser Bakhsh (Getty Images)

Hoy esto va a ir de escaleras, de paredes, de muros y de pendientes. Y va a seguir siendo una columna sobre fútbol. Puede que incluso vaya a ser la más táctica de todas. No lo sé.

Hace ya algunos meses, quedé atrapada en un artículo maravilloso de Jamie Hamilton en Medium, en el que introducía un concepto que apenas había escuchado hasta entonces: el relacionismo. Lo presentaba como un nuevo paradigma en el fútbol, una especie de oposición al juego posicional tan extendido, que implicaba pasar de anclar a los futbolistas en determinadas zonas para mantener orden y racionalidad en el campo, a pretender una suerte de movilidad aleatoria alrededor del balón, sin sistema ni estructura aparente.

No es caos. Es juego. Esa es la principal obsesión que se desprende de todo lo que comparte Hamilton en redes sociales. Donde la mirada escolarizada, el ojo posicional ve acumulación desproporcionada de jugadores en un mismo sector y ya tiembla ante una eventual pérdida del balón por la falta de equilibrio, el periodista ve oportunidades. Poesía. Traza diagonales, monta escaleras e inventa jugadas que son pura imprevisibilidad y, por tanto, parecen la peor amenaza ante rivales que defienden en posicional.

¿Pero cómo se entrena tanta movilidad? ¿Es solamente juntar a los jugadores y dejarles fluir? ¿Dónde tienen que estar los límites de la libertad de los futbolistas sobre el terreno de juego? En Meditaciones de entrenador, Andreu Enrich habla de ello con un arte especial, filosófico, siguiendo el hilo de su admirada obra Ciudadela, de Saint-Exupéry. Cree que el trabajo del entrenador consiste en “edificar alrededor de los jugadores; capturarlos en una suerte de muros y pendientes, que luego ellos habiten, recorran y terminen denominando equipo”. Para Enrich, el entrenador es un arquitecto que, a partir de cómo diseña su “ciudad”, promoverá unas maneras de habitar —jugar— y reducirá, casi eliminándola, otras. Así se modela el juego.

Puede que, por esa misma comparación urbanística, por pensar el juego y preparar los partidos desde planos sacados del AutoCAD, Frenkie De Jong siente que “el fútbol se está volviendo muy robótico, demasiado táctico”. Lo dijo en una entrevista para Voetbal, lamentando que todo esté “tan programado” y que a los jugadores se les limiten las opciones de relación para crear “triángulos”. De nuevo lo arquitectónico, las geometrías.

No veo en el Barça de Flick esa rigidez coartadora del posicionismo más puro, aunque sí se parte de intenciones zonales para dar cabida a conexiones naturales, donde Lamine o Raphinha bailan libres. Hay equilibrio entre estructura y flexibilidad. Muros con plazas. Y normas. Flick no transige con la puntualidad, como no lo hace con adelantar líneas y presionar al poseedor siempre que el rival juega un pase para atrás. El miércoles ante el Athletic jugó Szczęsny en lugar de Iñaki Peña porque, al parecer, el alicantino llegó tarde a una sesión del equipo. Es el reglamento del grupo. “Llegar tarde es una falta de respeto y aprecio por el otro”, sentencia Flick en el Todo o Nada de Amazon Prime que grabaron cuando entrenaba a la selección alemana.

Establecer bien las líneas rojas definirá lo que es o lo que no es tu equipo. Las calles por las que paseará y las pendientes que esquivará. Pero, ojo, blindarse de muros encierra a las personas y las aísla. Hay jugadores que no saben jugar en una parcela, que funcionan mejor cuando abarcan más terreno. Pienso en Bellingham, en Fede Valverde. En De Jong. No creo que Ancelotti sepa que hace relacionismo, pero su Madrid ataca más por instintos que por patrones. Solo Carlo sabe cómo ha llegado a eso.

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