Jesús Navas cierra la banda derecha de Nervión para siempre
El Sevilla derrota al Celta en el último partido de la leyenda en el Pizjuán, el 704 con la camiseta sevillista a sus 39 años y con un cambio histórico en el minuto 70 del choque
Emocionados y entregados a una leyenda, los aficionados del Sevilla fueron testigos de un hecho histórico. Jesús Navas, en su partido 704 con el Sevilla, pisaba por última vez como futbolista el césped del Ramón Sánchez Pizjuán. Lo hacía a sus 39 años como titular y capitán ante el Celta para cerrar una impresionante trayectoria. El 7 de diciembre de 2003, ante el Zaragoza, Navas jugaba su primer partido como titular en Nervión. 21 años después, el campeón del mundo con España emprendió un viaje hacia la eternidad. El próximo domingo, en el Santiago Bernabéu, disputará su último encuentro como jugador. Y el 30 de diciembre se le rendirá un homenaje inolvidable. En el friso superior de la fachada exterior del Sánchez Pizjuán, entre Kanouté y Reyes, la cara de Navas sí figurará de manera permanente.
Ni las sanciones a Juanlu, Isaac y Carmona después de una denuncia del Betis a la Federación por un acto antideportivo en el derbi pesaron en una tarde en la que solo se habló de Navas, homenajeado por el Celta en la previa. “El orgullo de Nervión”, se podía leer en una impresionante pancarta en el Gol Norte. Lloraba el propio Jesús cuando sus compañeros y los del Celta le hacían un pasillo para posar con todos los títulos que ganó en el Sevilla (cuatro copas de la UEFA, dos Copas del Rey, una Supercopa de Europa y otra de España). En el minuto 70, Navas fue cambiado. Besó el césped y dijo adiós para siempre a Nervión. Volvió a llorar y no lo hizo solo él. Lo hizo todo el sevillismo, que se quedó al final del partido y tras el triunfo para seguir vitoreando a su ídolo. Fue una escena impresionante, manteado por sus compañeros ante el éxtasis de una afición entregada. La fiesta fue de las grandes, inolvidable, con Navas y todos sus compañeros dando una vuelta olímpica al Pizjuán para despedirse de los suyos.
García Pimienta, el entrenador del Sevilla que ha colocado a su equipo por encima del Betis en espera de lo que hagan los verdiblancos en Villarreal, se vio obligado a meter en el once a suplentes como Montiel, Bueno o Iheanacho debido a las numerosas ausencias de su plantilla. El Celta se dispuso con una defensa de tres centrales y sin una referencia arriba. El conjunto gallego dominó a su antojo el partido. Gozó de las mejores ocasiones, incluido un remate al palo de Pablo Durán, pero le faltó pegada para ponerse por delante en el marcador. El Sevilla jugó a un ritmo discreto, con demasiados jugadores desconectados y sin noticias de Lukébakio. Apenas inquietó en un disparo de Saúl que sacó muy bien Guaita.
El Sevilla mejoró mucho en la segunda mitad. Fue más vertical, más directo. El Celta arrugó. Es un equipo que juega bien, pero no tiene carácter. Los locales ya avisaron en dos acciones de Bueno y de Saúl. Fue el propio Bueno, canterano como Navas, el que acertó a marcar con un buen disparo desde la frontal del área. El resto del partido fue una locura. En el minuto 70, el tiempo se detuvo. Se marchó Navas y desde la banda insufló ánimos a un equipo que resistió el empuje del Celta, incapaz de frustrar la fiesta que se vivió en Nervión. Los gallegos tuvieron algún acercamiento con peligro, más por acumulación de jugadores arriba que por otra cosa. Les faltó calidad y ni siquiera Aspas tuvo magia para desarbolar a un Sevilla que le rindió su particular homenaje a Navas con el triunfo. Fue una tarde histórica, espléndida, en la que una afición despidió a una leyenda. El único jugador del fútbol mundial que ha ganado una Copa del Mundo, dos Eurocopas y una Liga de las Naciones con la selección española.
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