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Rodri, el arte de crear contextos

Inspirado por Zidane y Guardiola, el pivote encumbra la escuela de mediocampistas de España

Rodri Hernández exhibe el Balón de Oro durante la ceremonia organizada en París este lunes.
Rodri Hernández exhibe el Balón de Oro durante la ceremonia organizada en París este lunes.MOHAMMED BADRA (EFE)
Diego Torres

A finales de 1998 el Real Madrid sondeó las posibilidades de Christian Karembeu como candidato al Balón de Oro. Entonces varios emisarios del club se pusieron en contacto con periodistas de France Football, la revista que organiza la votación, y alegaron que el pivote francés era el único futbolista del planeta que había conqusitado los títulos más prestigiosos: Copa del Mundo y Champions. “Les respondimos que los títulos eran importantes”, recordó ayer uno de aquellos periodistas, “pero que el otro criterio de elección, el que pondera el rendimiento individual, debe considerar por encima de todo la capacidad de crear contextos. Era evidente que en un equipo de fútbol Zidane creaba más contextos que Karembeu”.

Zinedine Zidane ganó el Balón de Oro en 1998 y en su senda deslumbrante repartió la simiente de la pasión por el fútbol en millones de niños. “Mi ídolo fue Zidane”, repite Rodri Hernández, que en 1998 tenía dos años y este lunes, con 28, cogió entre sus manos el Balón de Oro. No por meter goles —que los metió, y de verdad decisivos— sino por conducir a sus equipos con maestría. La dimensión más intelectual del rendimiento individual, la que determina la capacidad para organizar y multiplicar las posibilidades de los compañeros que le rodean, impulsó el juego de Rodri en sintonía con su ídolo francés y bajo la supervisión de Pep Guardiola, el hombre que junto a Luis Aragonés supo desarrollar la lección más perdurable de Johan Cruyff: el arma secreta del fútbol español residía en la capacidad asociativa única de sus interiores.

“Cuando un mediocentro recibe demasiada atención no es buena señal”, dijo Guardiola, un día que le preguntaron si Rodri era un jugador infravalorado. “Los focos deben iluminar a los nueves y a los dieces. El mediocentro debe jugar para el equipo. Debe hacer que el equipo juegue. Rodri es el mejor mediocentro del mundo de lejos porque puede hacer de todo. ¡Incluso mete goles!”.

Prácticamente despedido de la cantera del Atlético en 2014 y nunca bien considerado en la cantera del Real Madrid, que desestimó su incorporación, Rodri ató el petate y se buscó la vida. Llegó a Mánchester en 2019 con unas cuantas cicatrices en su amor propio. Había jugado en Primera con el Villarreal y el Atlético pero estaba lejos de completar su formación. Su físico poderoso, más que ventajas, supuso una carga en la batería de actividades que requiere el juego de posición. No era un tirillas como Busquets. Tampoco era un maratoniano como Xavi. La corpulencia —pesa más de 80 kilos— no le facilitó perfilarse o proteger la pelota bajo presión, ni le permitió desplazarse para cubrir todas las zonas del campo, como es responsabilidad en un pivote que ocupa el eje del 4-3-3 más dinámico que existe. Debió acelerar su lectura de las jugadas. Tuvo que aprender a pensar mucho antes de recibir la pelota o de que la recibiera el contrario. Su tremendo espíritu competitivo le empujó a superarse.

Suplente en 2021

Rodri no olvidará jamás que Guardiola le dejó en el banquillo en la final de la Champions de 2021, disputada en Oporto y perdida ante el Chelsea después de que el City saliera a jugar sin más mediocentro que Gündogan. Fue una señal de exigencia. Guardiola habló sin abrir la boca. Rodri lo captó. Aquella marca traumática aceleró su evolución. En la siguiente temporada multiplicó exponencialmente sus decisiones concluyentes. Desde febrero de 2023 no perdió un solo partido. Nadie en Europa dirigió la presión al hombre en campo contrario con más astucia que Rodri, ni distribuyó el juego con más recursos, tanto frente a sus centrales como entre líneas, casi como un diez. Hizo goles fabulosos —al Bayern en cuartos y al Inter en la final de la Champions—, pero sobre todo, creó contextos.

Heredero de una cultura futbolística que produce los interiores y pivotes más imaginativos y que piensan más rápido del continente, hizo como Luis Suárez, Cardeñosa, Martín Vázquez, el Soso Gallego, Juan Señor, Guardiola, Caminero, Alonso, Busquets, Iniesta y el imparable Xavi. Las pidió todas. Creó el orden más perfecto que existe para atacar en masa. Fue MVP del último Mundialito de Clubes con el City, fue MVP de España en la cumbre de la Eurocopa, y levantó un premio que reconoce a una escuela postergada en España que tiene a sus pies al fútbol mundial.


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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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