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Playoffs Ascenso a Primera - semifinal - jornada 1
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Javi Puado 87'

El Espanyol, el ascenso o la vida

El club blanquiazul, abierto a un proceso de cambio de propietario y con 60 millones de deuda, afronta el ‘playoff’ de ascenso con la posibilidad de repetir curso en Segunda por primera vez en su historia

Aficionados del Espanyol, durante un encuentro de esta temporada en Segunda División.
Aficionados del Espanyol, durante un encuentro de esta temporada en Segunda División.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
Jordi Quixano

La exigencia del club y del aficionado del Espanyol hizo que el último partido de la liga regular en Cornellà, frente al Cartagena, fuera más un sepelio que una fiesta, repleto de protestas y caras largas, de insatisfacción y reproches tras dos descensos en cuatro años y un nuevo curso repleto de sinsabores y enredos deportivos. El autocar llegó al estadio envuelto en un manto de silencio, sin apoyo masivo ni jarana, aunque el ruido se dio después delante de las oficinas de la entidad, donde varios grupos de animación aparecieron con una pancarta tan diáfana como explícita en contra del propietario Chen Yansheng. “Libera al Espanyol”, se leía. Otras eran más lacónicas pero igual de censoras. “Out”, reclamaban. Es el hastío de la hinchada blanquiazul, que durante el duelo cantó eso de “directiva dimisión” o “que se vayan”, proclamas que reivindican un cambio radical en la dirección de la entidad, abocada a un playoff de ascenso frente al Sporting y, en caso de ganar, contra el vencedor del Oviedo-Eibar. De fracasar en el intento, el Espanyol disputaría por primera vez en su historia dos años consecutivos en Segunda División, una rémora nunca vista en los anteriores cinco descensos del club. Pero el guirigay del club, simbolizado por los enredos directivos y deportivos, mermado por el absentismo presidencial y evidenciados por disgustada la masa social, es morrocotudo.

A Chen no se le ha visto por Barcelona desde el cierre del mercado de 2022, hace casi dos años. Y aunque se sabe que cada semana tiene una reunión telemática con el director deportivo Fran Garagarza —siempre con el CEO Mao Ye Wu como intérprete y parte activa—, la relación con los trabajadores o con la escasa junta local (pues la inmensa mayoría son de China y residen en Oriente) es casi anónima. Entre otras cosas porque desde hace años que el presidente y propietario se decidió a vender el club. “Aquí no se sabe nada oficialmente”, aceptan desde las oficinas de la entidad; “pero sí que están los rumores y es conocido que hay negociaciones”. A falta de una oficialidad que no llegaría hasta el último momento —pues hasta que el club no salga a la venta en la bolsa de China, se puede negociar y llegar a un acuerdo, pero no se materializará—, se sabe que el Grupo Mountain Star Sports Group liderado por el matrimonio Alejandra de la Vega y Paul Foster está en ello, además de contar con la figura de Andrés Fassi [presidente Talleres y vicepresidente del Pachuca que también trató sin éxito participar de la compra del Granada y Valladolid], que pretende ser el pilar para la gestión deportiva y el máximo mandatario en funciones. Ellos fueron también los que hace dos años trataron de sellar el traspaso, negados a última hora por Chen porque endureció las condiciones económicas y privó de recuperar del 10% del total abonado antes de la compra en caso de que no fuera satisfactoria la exigida auditoria, la due diligence.

El precio del Espanyol ahora está cifrado en unos 120 millones más 60 de deuda que acumula —pero es con Rastar Group, conglomerado de Chen, y no con los bancos—, que ascendería entorno a los 160 millones más deuda en caso de que el Espanyol lograra hollar a Primera. Por eso Chen, que tiene más del 99% de las acciones del club, no tiene la prisa que sí transmiten los compradores, confiado en recuperar su inversión en un Espanyol que para él ha sido un agujero roto en el bolsillo, toda vez que ha invertido más de 200 millones en las ocho temporadas que lleva en el club, castigado por el raquítico rendimiento deportivo. Suya tiene la firma de las compras más caras en la historia del club: Raúl de Tomás (20 más 2,5 millones en variables); Mario Hermoso (12,5), Matías Vargas (10,5), Adrián Embarba (10), Borja Iglesias (10), Leandro Cabrera (9), Sergi Darder, Fernando Calero y César Montes (8), y Leandro Baptistão (7).

Pero cansado de no recuperarse en lo económico —por más que en este verano sí logró unas ventas cercanas a los 30 millones—, Chen decidió cortar el grifo —no invirtió en este mercado invernal, por ejemplo—, toda vez que entiende que no siempre se puede depender de los fichajes y que por qué se debe invertir en otros cuando le dijeron que los anteriores serían la panacea. “Desde hace más de cinco años hay seis sectores de inversión restringidos para el capital chino en el extranjero, y el fútbol es uno de ellos. Esta limitación sigue ahí”, resolvió no hace mucho, escudándose en la ley china que prohíbe —o más bien aconseja— no invertir capital fuera del país. A pesar de ello, sí ha saneado en lo posible el club (ha pasado de una deuda de 200 millones a una de 60), y paga religiosamente los salarios de los trabajadores de la entidad.

Pero el dinero no ha ido de la mano con los resultados, tampoco con una gestión deportiva deficitaria que se ha subrayado en esta temporada, pues se ha cambiado de entrenador en tres ocasiones sin un patrón común, bandazos que han derivado en un playoff cuando la exigencia era el ascenso por la vía directa. Comenzó Luis García que quería un juego atildado y protagonista, acertado en el ataque pero negado en defensa, a malas con el director deportivo Garagarza; le siguió Ramis con un estilo opuesto, defensa cerrada, que no impugnable, y a expensas de la inspiración ofensiva; y acabó Manolo González, ascendido del filial, que anunció un fútbol más ofensivo que no se corresponde con la realidad, por más que sí ha sido capaz de poner remedio a los goles encajados, cifrado su periplo con 10 empates y seis victorias, todavía sin derrota que lamentar, argumento a su vez esperanzador para regresar a Primera.

De no conseguir el ascenso será el mayor descalabro del Espanyol, teniendo en cuenta que es la plantilla más cara de Segunda como certificó LaLiga, y será una bofetada económica que le obligaría a redimensionarse —se sabe que habrá un duro ajuste de más de 40 millones a todos los niveles—, pendiente de saber si se acomete la venta. Cuatro partidos para decidir el futuro del Espanyol, el ascenso o la vida.

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