El Espanyol femenino, club histórico, regresa a Primera División
El equipo catalán, pionero en el fútbol de mujeres y con etapas de éxito, gana la final del playoff de ascenso y jugará la temporada que viene a la Liga F después de tres años en segunda
El primer partido de fútbol femenino en España se jugó el 9 de junio de 1914 en el por entonces campo del Espanyol. Un primer acontecimiento que marcaría la unión entre el equipo y el deporte, y que auguró un futuro próspero que decayó hace una década cuando el resto de clubes apostaron por la profesionalización, y las catalanas se quedaron atrás. Fueron pioneras, pero todo se torció cuando hace tres años cayeron a segunda, tras años de crisis económica y dudas sobre la continuidad de la sección. Este jueves el Espanyol femenino ha dado un golpe en la mesa y sellado su regreso. Y lo ha hecho tras vencer a Osasuna —3-2 en la eliminatoria— en los playoffs de ascenso a Primera después de terminar tercero en la tabla de la clasificación liguera. El año que viene sus futbolistas volverán a Primera, ahora llamada la Liga F, donde históricamente cosecharon un título liguero, además de seis Copas de la Reina y cinco Copas de Cataluña. La vuelta de un club histórico, pero que estuvo cerca de desaparecer.
“Recuperar la autoestima, hacer para volver a ser”, era el lema que presentó la dirección de la sección femenina. El Espanyol femenino nació en 1971, y con el tiempo se fueron asentando las bases de la década dorada que llegaría en los 90, y sobre todo los 2000. Dolors Ribalta, directora de la sección desde 2022, pero en aquellos años jugadora, llegó en 1995 al club. Aquella temporada y la siguiente ganaron la Copa de la Reina, y aunque los años posteriores no se cosechó ningún título, se empezó a apostar por el fútbol femenino. El club blanquiazul culminó su apuesta el curso 2005/06, cuando ganó la Liga, su tercera Copa y se clasificó para la Champions. “Fue un año extraordinario. Veníamos de una época en la que se apostaba: teníamos patrocinador, dimos el cambio a jugar con ropa entallada femenina, viajábamos en buenas condiciones y hoteles”, confiesa Ribalta. En 2001 dieron el salto de jugar en campos de tierra de manera itinerante a hacerlo en la Ciudad Deportiva. “Empezamos a vivir una primera fase de profesionalización, que ahora ha estallado”, añade la exfutbolista.
Las Copas continuaron llegando, y también los subcampeonatos en Liga. Hasta que en 2012 todo se estancó. La Copa de Cataluña conquistada en 2013 tan solo fue un espejismo. “Dimos un paso atrás cuando los demás empezaban a volar. El club hizo una apuesta en el momento que no tocaba, y en el que sí, dejó de hacerlo”, explica Ribalta. Las dificultades económicas se apoderaron del club, y la sección femenina se vio fuertemente afectada, llegando incluso al borde de la desaparición entre 2016 y 2018, justo cuando el resto de los equipos empezaron a apostar por la profesionalización. Así, en la temporada 2019/20, las blanquiazules cayeron a posiciones de descenso, aunque la pandemia salvó a las futbolistas, ya que se paralizó la bajada. Poco duró el alivio: el precipicio se repitió el curso siguiente, y el descenso no pudo evitarse. “Fue muy duro. Fueron años de mala gestión en lo deportivo y en lo contextual”, recalca la directora.
Durante tres temporadas el Espanyol ha luchado en Primera Federación, la segunda categoría del fútbol femenino en España. “Es una segunda muy dura para conseguir el ascenso. El año pasado fue muy mal, y quedamos novenas”, añade Ribalta, que asegura que sirvió para poner orden y asentar las bases del proyecto. “Este año acertamos con el grupo y con el entrenador. Pero cuando todo parecía encarrilado y estábamos líderes, Adrián González se fue a Estados Unidos; con él las jugadoras tenían mucha conexión. Fue un momento complicado”, recuerda Ribalta sobre el exentrenador, que se marchó para formar parte del equipo de Jonatan Giráldez, que aterrizará la temporada que viene al frente del banquillo del Washington Spirit.
A pesar de las dificultades, el Espanyol ha regresado a la liga profesional, con un proyecto claro para la directora de la sección. “Queríamos que hubiese mucho sentimiento de identidad perica, para transmitirlo a las jugadoras y que sintiesen el cariño. También es necesario volver a sentirnos importantes. Entonces fuimos, pero ahora no, ahora somos humildes. El fútbol femenino ha acelerado, y nosotras nos hemos quedado atrás”, subraya Ribalta, que también destaca la necesidad de darle importancia a la afición, al equipo humano —haciendo hincapié en tener trabajadoras mujeres— y a la cantera. El objetivo en la Liga F será mantenerse y asentarse, “intentando no sufrir en exceso”, según la exjugadora. Y para dar un empujón, el escaparate de la liga les daría la exposición que desean: “Nos daría visibilidad e impulso. Nos hace falta estar arriba, en la élite, con las mejores, también para tener más recursos”. El futuro, por escribir. La oportunidad de volver a rememorar momentos históricos, en manos del Espanyol.
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