Bayern-Madrid, el clásico europeo
Una inquietud muy profunda se agita en el alma madridista ante esta semifinal de la Champions
En Madrid el Atlético, en España el Barça, en Europa el Bayern. Esos son los tres enemigos íntimos del Madrid a lo largo de su historia y el que evoca escenas más tenebrosas es justamente el Bayern, ante el que ha vivido muchos episodios que quisiera borrar de su memoria. Por supuesto, ha jugado menos contra él que contra sus némesis locales, pero de esos choques conserva peores recuerdos que de un siglo de pendencias con Atlético y Barça.
Pocos clubes han sido tan permanentes en el primer plano europeo. Eso explica que hayan jugado 26 partidos en Copa de Europa-Champions y cero en las competiciones siguientes, que han frecuentado poco. Es el choque más repetido. El saldo de tan largo forcejeo es 11 triunfos merengues, 12 bávaros y tres empates, aunque si hablamos de eliminatorias, el Madrid ha ganado siete y los alemanes, cinco. En la temporada 99-00, el Bayern ganó los dos partidos en la fase de grupos, pero luego le eliminó el Madrid en semifinales con un cabezazo de Anelka que vino a ser lo único valioso que hizo en su paso por club.
Las tres últimas veces que han chocado ha pasado el Madrid, siempre ganando en Múnich, con la perla de un 0-4 a Guardiola. Eso podría dar otra perspectiva y quizá los aficionados recientes la tengan, pero con mirada más larga aparecen fantasmas del pasado, y muchos. El Loco del Bernabéu que agredió al árbitro Linemayer y provocó un cierre de campo; la expulsión de Amancio en Múnich en su último partido europeo; el pisotón de Juanito en la cabeza a Matthäus; los cuernos de Augenthaler al público del Bernabéu; el corte de mangas de Van Bommel; la inédita sanción de oficio a Roberto Carlos por un entrevero con Salihadmizic; un gol mal anulado a Sergio Ramos que costó la eliminatoria; el penalti de éste al limbo ante Neuer, que tantas bromas desató… Eliminaciones, ofensas, bochornos. No sé si me dejo algo.
Y lo mismo en el plano de amistosos. El Bayern ganó las dos primeras ediciones del Trofeo Bernabéu, y también la más sagrada de todas, la del Centenario, siempre dejando chispas desafiantes. Y peor: en una edición se fueron del campo por pura chulería. Estaban jugando la final de vencidos contra del Dinamo de Tbilisi, el árbitro, Pes Pérez, pretendió lucirse a costa de ellos y en el 42′ se retiraron. Todo el estadio, lleno y mudo, se quedó a la espera de la final del Madrid-AZ Alkmaar, que no pudo adelantarse porque se televisaba.
No fue el único desprecio al trofeo que lleva el nombre del patriarca. En una de tantas visitas al Bayern un fotógrafo pasó por el museo y vio que el colosal objeto de plata estaba en el hueco de la escalera. El Trofeo Bernabéu, que Florentino ha ido evaporando poco a poco con disimulo, era la gran fiesta del madridismo. Con tres invitados siempre de altísimo nivel europeo, tenía el aire de una especie de Final Four de la Copa de Europa, y como tal se vivía. Esa foto indignó.
En otra ocasión el Madrid aceptó, por dinero, un amistoso allí en pretemporada. Fue con sólo ocho días de entrenamiento, el Bayern estaba a 10 días de iniciar la Bundesliga. Se cebaron y el resultado fue 9-1. Nunca antes ni después encajó una derrota así. Al regreso, el entrenador Boskov, que se expresaba muy bien con muy pocas palabras, dijo que mejor perder un partido por nueve goles que nueve partidos por un gol.
Curiosamente nunca se han enfrentado en una final. Tampoco será ahora. No parece que estemos ante su mejor versión dado el repaso que le ha dado el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso en la Bundesliga, que venía ganando ininterrumpidamente desde 2013. Y el Madrid acaba de eliminar al City, algo así como alancear al dragón que sembraba el terror. Pero una inquietud muy profunda se agita en el alma madridista ante esta semifinal.
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