El Barça, un rival lozano en París
El conjunto azulgrana se mostró desacomplejado y adulto desde el minuto uno. Sólido atrás, elástico en el medio y brillante arriba con Lewandowski y Raphinha protagonizando un diálogo inesperado: el primero creaba y el segundo remataba
Golpe sobre la mesa
Lo importante es la salud. Y como la Champions diagnostica, esta semana podemos dormir tranquilos: la Liga está sana. Con alguna buena noticia inesperada. El Barça, enfermo terminal no hace tanto tiempo, apareció lozano en París. Fue en un estadio hostil, frente a un equipo que renueva cada año su ambición europea y con el mejor jugador del mundo como amenaza. El Barça llegaba con la cruz de sus últimos años en Champions, con la carga de una temporada convulsa por irregularidades futbolísticas y con Xavi sintiéndose perseguido por la humanidad. Para estar a tono con el ruido de los últimos meses, Luis Enrique lanzó un desafío identitario proclamándose campeón del estilo. Todo muy entretenido, como piden los tiempos, como el abrazo de los entrenadores antes de empezar la batalla. Pero al balón no le gusta andarse por las ramas y dictó sentencia en noventa minutos espléndidos.
Veteranos y noveles sección Barça
El Barça se mostró desacomplejado y adulto desde el minuto uno. Sólido atrás, elástico en el medio y brillante arriba con Lewandowski y Raphinha protagonizando un diálogo inesperado: el primero creaba y el segundo remataba. Pero como nos enseñaron los héroes, todo acto de redención necesita de grandes peligros que superar. El PSG salió en el segundo tiempo apretando el acelerador a fondo para neutralizar la ventaja del Barça y en dos minutos furiosos dio vuelta el resultado. Esos temporales futbolísticos son difíciles de contener, pero el Barça movió el banquillo, el balón y el resultado con dos goles (3 a 2) que invierten el pronóstico de la eliminatoria. Pero mucho más que eso: por fin la percepción abre un ciclo optimista con jóvenes desenfados y veteranos comprometidos. El estilo parece haber entendido que el balón es muy divertido cuando lo tienes, pero muy sacrificado cuando lo pierdes.
No son futbolistas, son héroes
Entre el Real Madrid y el City no se esperaba un partido, sino EL partido. Y el fútbol salió fortalecido, como siempre que los jugadores con talento se enriquecen con las ideas de entrenadores ambiciosos. Partido vivo, lleno de alternativas, limpio y con dos equipos queriendo ganar de principio a fin. El City controlaba y el Madrid aceleraba y, en cuanto al resultado, no siempre fue coherente con los momentos de mérito de uno y de otro. Sin embargo, el resultado final sí que contó la verdad porque el alarde goleador implícito en el 3 a 3 le hizo justicia al espectáculo. Cada vez hablamos más de presión (alta, media, baja) y le reclamamos más energía a los jugadores al tiempo que les obligamos a jugar cinco partidos en quince días. Y quedamos defraudados cuando Haaland no es Haaland, Mbappé no es Mbappé o Bellingham no es Bellingham. Demasiado hacen con mantenerse en pie.
La hora de la verdad
El Atlético, bajo el amparo del Metropolitano, salió a hacer pesar su condición de favorito y, a toda presión, marcó una diferencia en el juego y en el marcador (2 a 0) que parecía inalcanzable para un Dortmund achicado y confundido. Pero el repliegue del Atlético le dio una nueva vida a un rival bien dotado técnicamente, que encendió la vuelta con un gol que ajusta la eliminatoria (2 a 1). Al Atlético le espera el Signal Iduna Park, uno de los estadios más exigentes del mundo. Toca barajar y dar de nuevo. Cada uno de nuestros representantes saldrá a buscar su suerte armado con su carga histórica: el Atlético con su resistencia al sufrimiento, el Madrid con su gusto por lo imposible y el Barça con la bandera del estilo. Espera un nuevo diagnóstico… o la autopsia.
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