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‘Don Manué’, un icono irrepetible

Fallecido a los 79 años, Ruiz de Lopera dirigió de forma única al Betis entre 1992 y 2010

SE06. Sevilla, 12.06.05.- El presidente del Real Betis Balompié, Manuel Ruiz de Lopera (c), y el jugador uruguayo Washington Eduardo Tais (d), llevan el trofeo de la Copa del Rey de Fútbol, junto al bético Joaquin Sánchez, a su llegada a Sevilla. EFE/Chema Moya
SE06. Sevilla, 12.06.05.- El presidente del Real Betis Balompié, Manuel Ruiz de Lopera (c), y el jugador uruguayo Washington Eduardo Tais (d), llevan el trofeo de la Copa del Rey de Fútbol, junto al bético Joaquin Sánchez, a su llegada a Sevilla. EFE/Chema Moya CHEMA MOYA (EFE)
Rafael Pineda

“Estábamos en la UVI. Nadie daba un duro por nosotros y ahora os dejo un Betis limpio y en Primera”. Esta mítica fase de Manuel Ruiz de Lopera, fallecido en la madrugada del sábado a los 79 años, representa muy bien a uno de los dirigentes más importantes de la historia del Betis y, también, del fútbol español. Se produjo en 1994, tras el ascenso bético a Primera. Condujo la nave verdiblanca desde 1992 a 2010. Lopera fue un personaje único, bético hasta la médula, que forjó su fortuna en el franquismo.

Conocido como el Lete en la Sevilla de finales de los años 50 y sesenta del pasado siglo, se enriqueció vendiendo electrodomésticos a las clases populares. La fórmula, innovadora entonces, fue la venta a plazos. Lopera vivió siempre en el barrio sevillano de El Fontanal y a finales de los años setenta comenzó a formar parte del entorno del Betis tras crecer con sus negocios en la esfera inmobiliaria. Siempre presumió de haber ganado su primer millón de pesetas con 20 años y de ser capaz “de ver un billete de mil pesetas detrás de un tabique”. Así era Don Manué, como era conocido por la afición verdiblanca.

Su trayectoria muestra a un dirigente que reinó sin apenas discusión en el Betis y en el fútbol andaluz entre 1994 y 2006. Su Betis conquistó una Copa en 2005 y jugó la Liga de Campeones por primera vez en la historia. Imprescindible en la trayectoria del club andaluz, Lopera dio un paso más. Su personalidad y forma de hacer las cosas marcaron tendencia en una época clave en el fútbol español. Formó parte de un escenario futbolístico inolvidable junto a presidentes como Jesús Gil, del Atlético, José Luis Núñez, del Barcelona, José María Caneda, del Compostela, Ramón Mendoza y Lorenzo Sanz del Real Madrid o Luis Cuervas y José María del Nido en el Sevilla.

Lopera se hizo con el control del Betis en 1992, justo en el momento de la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva. Desde ese año dejó momentos memorables en la historia del Betis. Por ejemplo, grabó un vídeo surrealista de cómo salvó al Betis de la desaparición en 1992 escenificando la llamada al banco reclamando 800 millones de pesetas. “No le hemos dado la alegría a esa gente que tenía el champán preparado para brindar por la muerte del Betis”, afirmaba Lopera en ese vídeo de mediados de los noventa, momento en el que fichó a jugadores como Alfonso, Jarni o Finidi para hacer un Betis que sería subcampeón de Copa en 1997 y cuarto clasificado.

Lopera dio un paso más realizando en 1997 el fichaje más caro de la historia del fútbol: pagó 5.000 millones de pesetas por Denilson, jugador del Sâo Paulo. Curiosamente, la llegada de Denilson y la construcción del nuevo estadio bético marcaron un primer declive de su Betis, que bajó a Segunda en el año 2000. Había instaurado una forma de gobernar el Betis bastante peculiar. Empresas asociadas como Tegasa o Farusa se hacían con los activos del club y los explotaban.

“Tegasa, todo queda en casa”, llegaba a decir el propio Lopera, que en muchas ocasiones pagaba primas a los jugadores con talones de regalo de El Corte Inglés. “El lunes vuestras mujeres estarán subiendo las escalerillas para comprar”, les decía a los futbolistas. En esas reuniones, los jugadores solteros, para los que no había primas, se quejaban al dirigente. A los futbolistas les hacía pagar cada camiseta que regalaban y el estacionamiento en el estadio.

Famosas también se hicieron sus negociaciones en su casa de la sevillana Calle Jabugo. Allí exponía a agentes y futbolistas a maratonianas reuniones. Por su casa, además, donde tiene un teatro, actuaron artistas como Rocío Jurado o el Dúo Dinámico para complacer a su madre. Allí veía los partidos del Betis con su perro Hugo. “Se pone de pie cuando mete un gol el Betis”, afirmaba.

La personalidad de Lopera apenas cambió con el paso del tiempo. Su Betis regresó de manera triunfal ganando la Copa en 2005 y jugando la Liga de Campeones. Él siguió a lo suyo. Por ejemplo, acudiendo a una fiesta de los jugadores en la Noche de Halloween en la casa del futbolista Benjamín. “No dejaban de entrar chicas. Cuando entramos, alguna estaba haciendo ejercicio físico sin ropa ninguna. Algunos jugadores se tiraron por la ventana, incluido Joaquín”, afirmaría Lopera sobre este episodio.

Su particular relación con Joaquín marcó también una etapa importante. Tras ganar la Copa en 2005, el trofeo presidió el altar en su boda. Solo un año después, amenazó con cederlo al Albacete. “Siempre es triste despedir a un amigo y a una persona con la que has coincidido en tantos buenos momentos. Ha sido una persona que dentro del Betis se le recordará toda la vida y yo no soy rencoroso”, afirmó el propio Joaquín en el tanatorio.

La estrella de Lopera se apagó en su última etapa entre 2006 y 2010. “Los béticos nunca se olvidarán de mí”, afirmó en una de sus últimas declaraciones. Lopera será incinerado en la tarde de este lunes y sus cenizas se depositarán en el columbario de la Hermandad del Gran Poder, de la que era devoto. La Semana Santa fue otra de sus pasiones.

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