El PSG se clasifica de carambola
El equipo de Luis Enrique empata en Dortmund (1-1) y pasa gracias a la victoria del Milan sobre el Newcastle (1-2)
El Paris Saint-Germain se clasificó igual que progresó por el proceloso Grupo F. Por los pelos. Segundo, tras empatar en Dortmund un partido desaforado. Un correcalles, una lluvia de oportunidades fragorosas, una dinámica de goleada mutua que destiló un insospechado y exiguo 1-1. El Borussia del viejo Reus —clase para dar y tomar— no dio tregua al opulento visitante en la que seguramente fue la velada más entretenida de cuantas se han celebrado en esta fase de grupos. El Dortmund sumó su octavo partido sin perder en casa y el PSG encadenó su 12ª clasificación consecutiva para octavos, gentileza del Milan que se impuso 1-2 en Newcastle.
Sin dosificar energía, sin poner redes de seguridad, improvisando soluciones en ataque en perjuicio del orden defensivo, Luis Enrique y Edin Terzic trazaron sus planes en la misma onda temeraria. Durante toda la primera mitad, el partido se disputó al borde del abismo. El Dortmund lanzado al provocar transiciones sin cuento con dos centrales como Süle y Hummels, extraordinariamente lentos para defender en campo abierto; y el PSG empeñado en buscar la portería contraria sin mirar atrás, con el pequeño Vitinha —un diez— en el puesto de mediocentro único. Lo que sucedió entra en el orden del misterio: nueve tiros de los visitantes contra cinco de los locales, cinco ocasiones clamorosas, errores insólitos de los delanteros con la portería vacía y un puñado de paradas memorables de Donnarumma y Kobel. Al descanso, 0-0 y noticias alarmantes desde St James Park, donde el Newcastle se imponía 1-0 al Milan. El gol de Joelinton transportó un mensaje inflamado a la caldera del viejo Westfalenstadion. Al PSG no le quedaba más escapatoria que ganar.
La era de las explicaciones cuánticas promete desentrañar los últimos enigmas del fútbol escarbando en la mina del big data, pero no hay categoría imaginable entre los xgoals para definir lo que hizo Süle en el primer tiempo. Desbordado por Mbappé, el central alemán, dueño de un fenotipo cilíndrico, recuperó el terreno perdido en un sprint de 10 metros que pasará a la historia de lo paranormal. Con el portero vencido, cuando Mbappé ya había ejecutado el remate, el defensor se derrumbó sobre la hierba y, según se deslizaba hacia el arco impulsado por la inercia de su peso, desvió el balón sobre la raya de gol levantando la pierna y estirando la punta del pie. Fue una de las muchas ocasiones inconclusas. Reus dos veces, Kolo otras dos, Barcola, Adeyemi y Hummels, se repartieron los tiros. Perdida la batalla de la presión, no hubo paz en ninguna de las áreas.
Selectivo Mbappé
Inspirado en su convicción de caminante sin retorno, Luis Enrique dejó en el banquillo a Ugarte. El uruguayo, fichado el verano pasado al Benfica por 60 millones de euros, gozaba de la fama de combatiente incansable que precede a tantos de sus paisanos. Su bravura defensiva, sin embargo, contrastaba con la inhibición que mostraba para pedir la pelota cada vez que su equipo sufría situaciones de presión. Puesto a librar la batalla decisiva en Dortmund, Luis Enrique prescindió del guerrero para situar en su mediocampo a Lee, Vitinha y Zaïre-Emery, tres chicos ligeros con trazas de mediapuntas. Nada de pivotes.
Ni ante la evidencia del descontrol total se amilanó Luis Enrique. A la salida del descanso, Ugarte siguió sentado en el banquillo y Donnarumma insistió en elaborar con sus defensas en trabajados primeros pases. Fue así que entre Hakimi y Marquinhos sucumbieron a la presión de Bensebaini en la banda derecha del PSG. Entonces Füllkrug se hizo con la pelota y con sangre fría congeló el tiempo y sirvió el remate a Adejemi, que hizo el 1-0. Lo que había sido un intercambio de golpes más emotivo que angustiante se convirtió en drama para los visitantes. Solo el 1-1 del Milan en Newcastle —preludio del 1-2 final— alivió la penuria en la caseta de Lucho en esos instantes.
Mbappé había transitado por el partido con un decepcionante espíritu selectivo. El entrenador le da libertad absoluta para moverse y actuar y el hombre juega a esperar. Paciencia o dejación de funciones, no se sabe exactamente. Pero en el minuto 56 se tiró a la raya izquierda, ahí donde más veces se inspira, y aprovechó un cambio de ritmo para sorprender a Schlotterbeck, que pecó de imprudente. Su centro lo remató a gol Zaïre-Emery, el prodigioso adolescente de 17 años, autor del 1-1 y de la salvación virtual del proyecto catarí.
“Sufrimiento, ¡ese es mi apellido!”
“Sufrimiento, ¡ese es mi apellido!”, proclamó Luis Enrique al acabar el partido, en la zona de entrevistas, ante una cámara de Movistar. “Ha sido un partido y un grupo muy complicado. Cuando en los últimos minutos vimos que el Milan iba por delante en el marcador jugamos a circular y, sobre todo, a no encajar. Teneos confianza en que vamos a seguir mejorando y creciendo como equipo. No olvidemos que tenemos 11 jugadores nuevos, un staff nuevo, una idea de jugar nueva, todo diferente”.
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