Lunin y Brahim, la noche de los olvidados
El portero ucranio, que detiene la mitad de los penaltis que le tiran en España, le ataja una pena máxima a Djaló y Brahim se reivindica con su segundo gol en su segunda titularidad
Dos inquilinos habituales de la trastienda de Carlo Ancelotti abrieron la victoria del Madrid en el apeadero europeo ante el animoso Braga: Andriy Lunin y Brahim Díaz. El portero ucranio tuvo que entrar de urgencia después de que Kepa notara molestias musculares en la pierna derecha durante el calentamiento (este jueves se someterá a pruebas). Y en la otra orilla, se impuso la prudencia con el hombro izquierdo de Jude Bellingham (sufrió una luxación el pasado domingo ante el Rayo) y en su lugar compareció Brahim. El primero detuvo un penalti en el minuto cinco a Álvaro Djaló, todavía con empate, y el segundo anotó el primer gol blanco y acabó ovacionado por el empedrado en un claro gesto de respaldo de la grada y, en cierta forma, de mensaje a Ancelotti para reclamar más presencia del ex del Milan. Se sabía poco de ellos esta temporada, pero la cómoda clasificación del Madrid para los octavos la terminaron de cerrar los dos, a la cola en el orden de preferencias del técnico italiano.
Por orden de aparición, el primero que se hizo notar fue Lunin, al que le quedó claro muy pronto en agosto, nada más conocerse la grave lesión de Thibaut Courtois, que él no sería el meta titular. La confianza del club en el ucranio, fichado en 2018, no rebosa y los despachos se pusieron rápidos a la tarea de traer un sustituto para el belga. El elegido fue Kepa, que ya estaba con las maletas a punto de irse al Bayern. Sin embargo, entre las dudas que despierta el rendimiento de Lunin, una habilidad ilumina a este muchacho silencioso, criado en la cultura del Este y con fama de trabajador hasta el extremo: los penaltis.
Desde que llegó a España, ha detenido la mitad de las penas máximas que le han lanzado: siete de 14, teniendo en cuenta todos los clubes por los que ha pasado (estuvo cedido en el Leganés, Valladolid y Oviedo), y todas las competiciones. Y si se incluye una tanda de Copa contra el Marbella en 2019 con el conjunto pucelano, su contabilidad asciende a nueve paradas en 17 tiros. Con los blancos, su media de éxito se mantiene: cuatro penaltis y dos atajados: al Cádiz la temporada pasada en Liga y este miércoles frente al Braga.
Djaló, este atacante desconocido hasta hace unas semanas que ya está bajo el radar de la selección después de su gran arranque anotador (nueve dianas), se la mandó abajo a la derecha y Lunin se la cazó al vuelo. Una alegría para este joven de 24 años, cuyo contrato termina el próximo verano, y que solo ha jugado este curso mientras Kepa se ponía a tono (en Bilbao y Almería), o cuando el vasco se lesionó.
Brahim llegó el pasado julio como pieza de complemento para una delantera en reconstrucción tras la salida de Benzema y estos tres meses de competición le han servido para comprobar que no figura entre las prioridades de Ancelotti. De momento, sus números hablan de un tipo efectivo: dos titularidades (Las Palmas y Braga), dos tantos, y además los dos primeros del Madrid en ambas jornadas. Salió en lugar de Bellingham y aportó la habitual diana del inglés. Rodrygo ganó la línea de fondo y él apareció desde segunda línea. Unos minutos antes, una falta de Vinicius le birló la primera celebración.
El abrazo de Rodrygo
Más allá del emboque, su cuerpo menudo no dejó de agitar todo el frente de ataque con varias arrancadas. Una noche de golpe de pecho personal. “Estoy demostrando que también estoy para más minutos”, reclamó el jugador. Carletto, que en la previa se sintió empujado a asegurar que no lo había sentenciado, justificó este miércoles que en su posición lo hace siempre Bellingham y que eso le complica el panorama. Aun así, ante la insistencia de los medios, cerró con una frase de ánimo: “Lo ha reemplazado bien. Podía jugar más”. El público lo despidió con una ovación, señal de que espera verlo más, y el técnico le dio un abrazo de camino al banquillo.
Ancelotti también repartió mimos para Rodrygo, un hombre atribulado por su carencia de gol (solo tres con el del Braga). Tras abrazar a sus compañeros en el 3-0, el brasileño se dirigió a la banda para saludar a Carletto. “Era para darle las gracias. Hay que valorar a las personas cuando no estamos en un buen momento. Yo no lo estaba y el míster siempre estuvo conmigo animándome. Tenía la obligación de marcar y darle las gracias”, comentó el delantero, que ya en Portugal, cuando rompió la racha de 936 minutos sin anotar, tuvo palabras de afecto para el jefe.
A Lucas Vázquez también lo despidieron sus compañeros con cariño después de una noche sospechosa para sus intereses. El penalti lo provocó con un agarrón de parvulario a Cristian Borja y, a los pocos minutos, el árbitro le indultó otra pena máxima tras errar en un despeje y arrollar a Bruma. Dos sustos en una noche que, sobre todo, alivió a dos olvidados: Lunin y Brahim.
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