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La mochila de Rodrygo: 920 minutos sin marcar

El brasileño es el jugador de las cinco grandes Ligas que más disparos ha realizado sin anotar. Su único tanto del curso fue en el estreno en San Mamés

Lorenzo Calonge
Rodrygo Goes, esta temporada contra el Unión Berlín en el Bernabéu
Rodrygo Goes, esta temporada contra el Unión Berlín en el Bernabéu.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

Rodrygo Goes apareció este lunes por el túnel de vestuarios con paso tranquilo, en solitario, por detrás de Vinicius y Rüdiger, y bajo la noche encapotada y algo destemplada del norte de Portugal. Un clima otoñal previo al duelo ante el Braga (21.00, Movistar) en sintonía con el momento del brasileño, cuya mochila se ha ido cargando de peso en las últimas semanas debido a su parón goleador.

El atacante acumula 920 minutos (incluidos los descuentos) sin marcar con el Madrid. Metió en San Mamés el primero de los blancos y ya. Desde aquella noche de agosto, es el jugador de las cinco grandes Ligas (España, Inglaterra, Alemania, Italia y Francia) que más ha disparado sin anotar en todas las competiciones. Y con diferencia sobre el resto de los que tampoco han mojado en este periodo. Hasta 39 veces lo ha intentado sin éxito, por delante de Iago Aspas (29) y Jérémy Le Douaron, de Brest (24); los tres con un minutaje similar, entre 715 y 800 minutos. Gasolina para un runrún creciente con el clásico en el horizonte y la obligación inmediata de un duelo europeo con perspectiva de rotaciones. Joselu sigue de cerca su sequía.

“Es normal que Vini y yo tengamos la responsabilidad del ataque tras la marcha de Benzema. Debemos ser mejores que las últimas temporadas”, asumió el joven de 22 años cuando se conoció la salida de Karim. En la planificación deportiva del club y ante la alta probabilidad de que no se acometiera ningún fichaje de alto copete para relevar al francés, uno de los objetivos era potenciar a los dos brasileños. Eso, en el caso de Rodrygo, conllevaba, entre otros aspectos, elevar su frecuencia goleadora para ayudar a tapar el agujero abierto.

Él siempre se ha distinguido por ser un iluminado en los instantes críticos y en los torneos cortos —”estamos aquí por él”, resumían en los despachos horas antes de la final de la Champions de 2022—, pero ahora la exigencia se ha elevado. Ya no es un recurso, sino un método, un pilar del que se requiere una mayor rutina anotadora sin perder su capacidad asociativa. Y todo ello bajo un nuevo dibujo (4-4-2), sin el imán para los rivales de Benzema y la necesidad de engrasarse con Bellingham.

De la frustración al cabreo

El frenazo (un gol y una asistencia) lo ha ido introduciendo en un túnel del que trata de salir con mucho intento y, hasta la fecha, poco éxito. Es el jugador del Madrid con más lanzamientos (41), aunque apenas el 29% han ido a puerta. El extremo opuesto a Jude Bellingham (10 dianas), que ha tirado 12 veces menos y ha dirigido entre los tres palos el 58%. En ocasiones, la actividad del brasileño ha llegado a ser un ejercicio estéril de récord personal: contra el Getafe alcanzó su cifra máxima de disparos en una tarde como madridista (nueve), pero solo uno fue a puerta. Un secarral que ha atravesado, en gran parte, sin la compañía de Vinicius, cuya presencia le ha solido aclarar los espacios.

La frustración de Rodrygo se ha ido haciendo evidente en las últimas semanas. “Las cosas no siempre salen como espero, pero no faltará trabajo”, escribió antes del último parón, tras ser suplente ante Osasuna (4-0) y rechazar tirar un penalti con todo resuelto (el anterior lo había fallado en Vigo ante el cabreo del técnico, que reclamó otro lanzador). Y una vez en Brasil, hizo algo muy común: quejarse al calor del hogar. “Siempre dije que no me gusta ser nueve, y al final lo tengo que hacer bastantes veces en el club y aquí”, protestó. En la Canarinha, tampoco ha encontrado mucha luz: tras el doblete a Bolivia, tres duelos seco (Perú, Venezuela y Uruguay).

Otra sequía en Liga la temporada pasada

La respuesta de Carletto, sin levantar la voz, fue contundente. Le recordó que “a veces” hay que “sacrificarse” por “el equipo”; le puntualizó que esta temporada solo ha sido una vez delantero centro, en Nápoles; y que “para esto hay una palabra: altruismo”. Al día siguiente, en el Pizjuán, le pasó la mano por el lomo: “Ha sido uno de los mejores, si no el mejor”, aseguró. Su cifra de goles esperados es casi idéntica a la de Bellingham (5,71 el brasileño y 5,61 el inglés), pero al segundo ha producido 10 tantos y el primero, uno.

De momento, el italiano le ha mantenido el estatus de prioritario en los duelos de cartel. El reloj, eso sí, empieza a apremiar a Rodrygo, que confesó en verano que también trabaja con un psicólogo. En el pasado, igual que Carvajal, recurrió a una especialista en la alimentación tras varias lesiones musculares. “Aprendió a comer verdura y pescado”, contó en Marca la doctora que le ayudó.

La última temporada la cerró con récord goleador, 19 tantos, casi los mismos que en sus tres campañas anteriores, empujado por su titularidad y fertilidad en los torneos cortos (cinco en Champions, cuatro en Copa y uno en el Mundialito). Un registro que dejó también una zona de sombra: se pasó 1.120 minutos sin anotar en Liga. Desde el clásico del 16 de octubre hasta abril. Cuando reanudó la cuenta en el campeonato, el Madrid ya había entregado el título. Ahora, el escenario es otro para este joven aficionado al trap. La exigencia ha subido y las miradas se han multiplicado.

Ancelotti: “Hasta que el juez no aclare [el ‘caso Negreira], tendremos problemas con los árbitros”

El arbitraje sigue monopolizando gran parte de la conversación alrededor del Madrid a unos días del clásico, con el caso Negreira como nube negra encima del fútbol español. “Hasta que el juez no lo aclare, tendremos este tipo de problemas”, aseguró ayer Carlo Ancelotti, cuya rueda de prensa giró casi en exclusiva sobre este asunto. “Yo no tengo libertad de expresión hablando de los árbitros”, insistió el italiano, en la línea con sus palabras en el Pizjuán. Visiblemente encorsetado, no quiso meterse en líos, aunque sí deslizó algunos comentarios. “Suelo tener confianza en los árbitros. A veces más y otras menos. Algunos tienen que mejorar. En Europa no tienen la presión de las ligas domésticas”, concluyó.

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