Cucurella, criado en la Masia, curtido en el barro
El lateral del Chelsea representa la mezcla de estilos por la que aboga De la Fuente en la selección española
“No lo ficharías nunca, pero juega siempre”. “No tiene temor ni miedo a competir a un gran nivel”. “Con él en el campo, el equipo juega mejor”. “Es tenaz, inteligente y valiente”. Mendilibar (Eibar), Bordalás (Getafe), Pochettino (Chelsea) y Jordi Roura (Barcelona). Cuatro frases y cuatro maneras de interpretar el fútbol; todas, sin embargo, rendidas al mismo nombre: Marc Cucurella. En la España de matices de Luis de la Fuente, el lateral del Chelsea se hace un hueco, capaz de interpretar el fútbol elegante del Barça como el vertical del Eibar, el áspero del Getafe y el pragmático del Chelsea. Hay, en cualquier caso, un hilo conductor en la carrera de Cucurella. “No era el típico lateral del Barça. En Eibar empezó mal y en el Getafe y en el Chelsea también, Siempre le ha costado. Y siempre ha currado muchísimo”, recuerda Jordi Roura.
Cucurella militaba en la cantera del Espanyol cuando lo fichó el Barça. “No tiene esa calidad técnica tan depurada que acostumbran a tener nuestros laterales”, explica Jordi Roura, excoordinador del fútbol base del Barça. “Pero ojo”, añade; “cuando digo que no es tan fino no quiero decir que no sea bueno. Al contrario, es muy bueno. La mayoría de nuestros laterales son casi extremos”. A Cucurella, sin embargo, se le cerró la puerta del Camp Nou. Ernesto Valverde no lo veía como complemento de Jordi Alba. En su lugar, eligió a Miranda, hoy en el Betis.
Resultó que Cucurella ni se mosqueó. Y, a diferencia de la mayoría de los canteranos azulgrana que buscan cobijo en un fútbol similar al que se practica en la Masia, redobló la apuesta: el Eibar. “Ni es rápido ni es fuerte. De todas esas mediciones que hacemos, con tantas máquinas que tenemos, no entra en ninguna. Pero es futbolista. Es listo y elige bien”, exponía José Luis Mendilibar, entrenador de Cucurella en el Eibar. El cambio de Cucurella no solo fue en el juego, sino también en el campo: pasó a jugar de interior.
Su evolución en Ipurua no convenció en el Camp Nou. Entonces, apareció el Getafe. “Por el talante que tiene: sabía que iba a llegar. Siempre quiere mejorar y aprender. Tiene ambición y es muy competitivo. Estoy muy orgulloso de su progresión. Le tengo un cariño muy grande, no solo futbolístico, también personal. Muy buen feeling”, explica José Bordalás. Cucurella fue un éxito futbolístico y financiero para el Getafe: lo compró por 11 millones y lo vendió por 20 al Brighton.
“En principio se fue a dos sitios como Eibar y Getafe, que no eran los adecuados. Sin embargo, fueron determinantes para su carrera”, explica Roura. Le bastó un año en el Brighton para conquistar a los grandes de la Premier. Y convenció nada menos que a Guardiola. De hecho, Begiristain, director deportivo del City, estaba dispuesto a pagar 50 millones por él. Pero en las oficinas de las Gaviotas querían más. Entonces, nada mejor que el Chelsea: 65,3 millones para convertir a Cucu en el cuarto español más caro de la historia.
Nuevo equipo, nuevos problemas. Cucurella se pasó dos meses en un hotel hasta que consiguió casa. Le entraron a robar. Además, se enfrentó a problemas familiares que complicaron su día a día. Ni hablar del baile de entrenadores que sufrió en Stamford Bridge: Tuchel, Porter, Lampard, Hamberg, Saltor y Pochettino. El pasado verano, según el cuerpo técnico del Chelsea, era el cuarto lateral. Por delante tenía a Chillwell, Naatsen y Coldwill. Se impuso a los tres. “Se ha ganado a pulso estar donde está. Lo hizo a base de sacrificio y esfuerzo”, recuerda Bordalás.
Sin Alba (retirado), ni Balde y Gayá (lesionados), Cucurella también le ganó el pulso a Grimaldo por el lateral izquierdo de la Roja. Y siempre con la misma fórmula. “Es un chico normal. Y la normalidad es un gran elogio en este mundo del fútbol. Es valiente y tenaz. Esa ha sido una constante en su vida”, remata Roura. Una fórmula que lo hizo pasar de la Masia al barro, hasta saltar al Chelsea, su billete para la Eurocopa 2024.
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