A Inglaterra le sale el plan
Los equipos profesionales ingleses reorganizaron en 2011 las normativas de las academias para desarrollar mejor a los jóvenes, éxito coronado con la selección
El Big Bang inglés con el balón en los pies fue en 2017. Los pross se coronaron por primera vez campeones del mundo sub-20 y sub-17, también de la Eurocopa sub-19. Aunque entremezclados en los equipos, Foden, Sancho, James, Mount y Calvert-Lewin festejaron sobre el césped unos laureles que se proyectan ahora en la histórica primera final de Inglaterra en una Eurocopa, con Italia en la otra esquina (domingo, Telecinco, 21.00). Una generación que se añade a la que dirigió el ahora seleccionador Gareth Southgate en la sub-21 con Pickford, Stones, Shaw, Kane, Sterling… No es un resultado casual.
En 2010, preocupados por la poca presencia de ingleses en la Premier desde que en 1995 se aplicara la ley Bosman, los representantes de los clubes se reunieron para virar el sistema de las academias. En ese curso, por ejemplo, solo había 194 autóctonos por los 227 de la temporada 2014-15 o los 256 de esta última Premier.
Los clubes entendían que competían en desventaja con otros países y que no exprimían el potencial de sus jugadores porque de trasfondo estaba la incómoda norma de que un equipo no podía fichar a un chico menor de 16 años a no ser que estuviera como máximo a una distancia de una hora y media en coche. Así, en octubre de 2011, los 72 clubes de la Football League [son las tres categorías inferiores a la Premier] votaron —46 a favor, 22 en contra, 3 no presentaciones y 1 abstención— aplicar el Plan de Rendimiento de Jugadores de Élite (EPPP, en siglas inglesas) en todos los clubes profesionales, resumen de las propuestas que recibieron de los directores de las academias. Y, aunque también tiene su cara triste y abusona, la cantera de Inglaterra dio un paso al frente que ahora se explica en los éxitos de la absoluta, semifinalista también del pasado Mundial.
El programa unificado está estructurado en fases —inicial (de 5 a 11 años); juvenil (12-16) y profesional (17-21)— y consta de cuatro áreas. La primera es el programa de partidos, que viene a ser la creación de todas las competiciones posibles al más alto nivel nacional e internacional con experiencias como la Copa Floodlit (sub-15), por la noche y en invierno con climas adversos, o la Copa Los (sub-14), que se hace con el mismo formato de la Champions. La segunda es la Educación, condición inflexible. La Premier, por ejemplo, se hace responsable de los programas educativos de los alumnos de 16 a 19 años que estén a tiempo completo en un club.
La polémica jugada de dos balones y un penalti
Raheem Sterling recibió en el flanco derecho y lanzó tres amagos antes de arrancar a correr y pisar línea de fondo para acabar de hacer un recorte hacia dentro y pisar el área. Y con otro quiebro le bastó para ver la pierna de Maehle y provocar un penalti que sería decisivo para que Keane marcara e Inglaterra pisara la final. La jugada, sin embargo, tenía dos aristas polémicas.
“Cinco segundos antes de que Sterling pase corriendo hay una pelota en el campo”, se lamentó el seleccionador danés, Kasper Hjulmand, tras el encuentro; “estoy con el cuarto árbitro para decirle que hay dos balones en el campo...”. Pero no se detuvo la jugada. La norma estipula que el juego debe detenerse si algún objeto (como un segundo balón) interfiere con la jugada. En caso de que no sea así, no se debe detener de inmediato. Lo cierto es que los jugadores pasaron bien cerca del otro esférico, casi en la línea de fondo, aunque nadie pareció reparar en él más que Hjulmand. Un caso que, ni de lejos, fue tan flagrante como el que le sucedió a Reina en 2009 en el Liverpool, cuando un disparo de Darren Bent, del Sunderland, rebotó en una pelota de playa que había lanzado un aficionado y de ahí acabó en gol.
Sobre el penalti, sin embargo, sí que había una opinión más unánime, por más que el VAR entrara a juzgar la jugada. “Vi a algunos escribir: Cómo destruir un partido en un minuto. Con dos balones en la cancha y un penalti que no era. Me molesta”, cerró Hjulmand.
La tercera es el Entrenamiento, ya que hacen cursos para formar y desarrollar a entrenadores, además de para impulsar la creación de un sistema nacional de desarrollo de técnicos para los clubes. Y la cuarta es el Rendimiento de Élite, que es la adhesión a una plataforma (PMA) en la que se comparte los datos físicos, técnicos, tácticos y psicológicos para tener un control absoluto del jugador y poder comparar con las otras academias los resultados. “Es casi obligatorio hacerlo todo, al menos cuando estaba en el Sunderland”, cuenta Gustavo Poyet, técnico de la Universidad Católica de Chile; “muchas peticiones, mucho dinero, mucha información para compartir… No me gustaba demasiado, pero entiendo por qué lo hacen”.
Exigencias divisorias
El problema es que a las academias se les otorga una categoría del 1 al 4. Y cuanto más alta sea la categoría, más fondos estarán disponibles y el EPPP verá a la Premier y la FA invertir más ingresos en programas de desarrollo juvenil. Por lo que en otro lado de la moneda se quedaron clubes más modestos a los que ya no les salía rentable la inversión en la formación. Hereford United, Wycombe Wanderers y Yeovil Town cerraron sus academias en 2012; Brentford lo hizo en 2015; y el Bolton y el Birmingham, por ejemplo, degradaron su academia para no invertir tanto. Pero los ingleses compiten mejor que nunca.
Alemania, tras caer en la primera fase de la Eurocopa 2000, varió su plan con la creación de centros deportivos y escuelas de técnicos, también para abrir la puerta a aquellos chicos que estaban en el país, pero todavía no tenían la doble nacionalidad, como ocurriera con Özil. Francia dio un viraje antes, cuando a finales de los años 80 creó 12 centros de élite bajo la supervisión de la federación, en la que destaca Clairefontaine, que educa y enseña a jugar al fútbol, en régimen de internado, a muchachos a partir de 12 años. La política de adelantar a los jugadores a su categoría, por ejemplo, tiene raíces en escuela de Vichy. Y ahora han sido los clubes ingleses los que se ha adaptado a sus circunstancias y los tiempos para dar con una selección finalista con una media de edad de 25,2 años, la segunda más baja tras Turquía (24,9). No es casual.
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